Su traje de segunda mano se notaba demasiado apretado sobre él, como cada abrigo de la tienda, el problema estaba en sus ridículamente anchos hombros y tampoco coincide con su talla de pantalones. Las costuras amenazaban con estallar cada vez que flexionaba sus musculosos brazos y él se sentía horriblemente fuera de lugar en medio de todos sus compañeros de clase con sus trajes de etiqueta perfectamente adaptados. Estaba solo y eso solo empeora la sensación.
MinHo odiaba esto. Él odiaba todo sobre la situación.
Bueno, casi todo.
Sus ojos se desplazaban a través de la habitación, moviéndose para descansar otra vez sobre TaeMin. Como una brújula apuntando hacia el Norte, él siempre lo podía encontrar en un gimnasio abarrotado. Y estaba abarrotado; incómoda y horriblemente abarrotado.
La gran sala estaba llena con todos los alumnos, todos vestidos con las
mejores galas, tratando desesperadamente de fingir que estaban en un baile “Bajo el Mar” en lugar de asumir que estaban hacinados dentro del mismo gimnasio donde juegan y corren sprints. Las luces eran bajas, había serpentinas que colgaban del techo, burbujas que volaban en el aire, y popurrí de cosas en las mesas, pero todavía olía a sudor y zapatillas sucias.
Todas las demás decoraciones temáticas sobre el océano parecían tontas y pretenciosas, como las boyas y las cuerdas que decoraban el escenario improvisado, pero TaeMin. Hoy TaeMin parecía una sirena que había llegado a tierra solo por esta noche.
Había brillo en sus hombros, en su pelo rubio llevaba franjas cafés que lo hacían parecer un choco flan y llevaba un magnífico vestido rosa con un dobladillo rizado que se extendía sobre su trasero bien formado y dejaba a la vista sus esbeltos muslos y su estrecha cintura. Mostraba curvas mucho más deliciosas que la mayoría de las chicas presentes. Aunque no parecía una chica, todavía se parecía al escandalosamente muchacho hermoso que es, y el vestido solo se sumaba a su atractivo único.
Él era perfecto.
Por un momento, MinHo se perdió en su propia cabeza, imaginando a TaeMin como una sirena. Eran tan encantador, puro e inocente. MinHo lo capturaría y lo sacaría del mar y lo mantendría en un estanque en su casa, toda esa belleza únicamente para sus ojos y nadie más. Jamás lo dejaría marchar.
MinHo inclina su cabeza hacia atrás, cerró los ojos y tomó un profundo trago de ponche rojo con un buen chorro de licor del frasco que escondía en el bolsillo de su pecho.
No estaba lo suficientemente borracho como para lo que estaba a punto de hacer, así que tomó un segundo trago después del primero. El coraje líquido ardía en su garganta.
En el momento en que sus ojos se abrieron, revolotearon nuevamente hacia TaeMin, que estaba riendo y bailando con sus amigos. El pulso arrítmico de sus latidos y su ágil cuerpo se balanceaban rítmicamente hacia él, incluso cuando ni si quiera estaba bailando deliberadamente.
Como el reloj de un hipnotizador o el capote de un torero, los ojos de MinHo seguían cada uno de sus movimientos. Sus mejillas estaban rosadas y sus labios estaba rosados, MinHo pensó, quién llevara rosa necesitaba que revisaran su mente, aunque TaeMin se veía hermoso así, aunque él siempre parecía hermoso.
MinHo lo quiere, y vaya que si lo quiere.
Siempre lo quiso, pero algo sobre la graduación con toda la música lenta, el baile de parejas y las burbujas flotado mientras las luces brillantes parecían estrellas y todo el mundo se quedaría sin aliento por la anticipación de lo que vendría después del baile, hacía querer a TaeMin por mucho que doliera.
Sintió que su anhelo reprimido se había convertido en algo visceral, como si hubiera una bola gigante en su pecho, expandiéndose y presionando contra sus pulmones hasta hacerle muy difícil respirar, hasta que no podía decir si quería gritar sus sentimientos al cielo, o correr antes de convertirse a sí mismo en un completo idiota.
En vez de eso, MinHo toma otro trago.
Como hijo de un alcohólico, uno podría haber pensado que habría aprendido una o dos cosas sobre la moderación, pero cuando se trataba de TaeMin, esa noche, MinHo no parecía poder manejar la situación estando sobrio.
TaeMin obviamente había estado bebiendo también. Estaba achispado y tontamente se inclinaba hacia Yunho más de lo que usualmente lo hacía. Los ojos de Yunho recorrían sus hombros desnudos y sus manos acariciaban la seda del vestido de TaeMin de un modo posesivo. MinHo podía ver los pensamientos lujuriosos escritos en la cara de Yunho, y sabía en lo que estaba pensando, porque MinHo pensaba lo mismo.
Desorientado, TaeMin se reía y gesticulaba con sus manos por su estado de embriaguez. Su cabello salvaje enmarcaba su rostro enrojecido. Su flequillo era demasiado largo. Era hermoso, desaliñado, inocente e hilarante, todo lo que MinHo podía pensar era en como poder soportar tener que aguantar las manos de Yunho sobre él. Yunho con sus ojos codiciosos, que es rencoroso e insensible, descuidado y quién es todo lo que TaeMin no es. MinHo lo odiaba. Lo odiaba.
Es el odio lo que le da coraje para seguir adelante con su plan; el odio, los celos, el amor, la lujuria y el alcohol que lo arremolina todo en una mezcla confusa, como llevar una descuidada camisa teñida con una corbata.
Cuando llegó el momento de que el Rey y la Reina bailaran con sus coronas sobre el escenario y luego se dirigían a la pista para el baile exclusivo, MinHo primero se deslizó entre bastidores. Sus ojos cafes miraban desde las sombras de las oscuras cortinas donde le habían dicho a TaeMin y a Yunho que esperaran hasta que los llamaran. Yunho, por supuesto, iba primero. Besó la mejilla de TaeMin con todo el aire de un rey conquistador y salió del escenario con sus manos levantadas en medio de vítores de sus aduladores.
El discurso del quarterback es decididamente autocomplaciente y de larga duración, que es perfecto porque le daba todo el tiempo necesario a MinHo para llevar a cabo el secuestro.
En el momento en que Yunho comienza a hablar, MinHo sale de las sombras y mete su corbata en la boca de TaeMin, deslizándo su rubia cabeza por detrás de su hombro, amordazándolo antes de echarse fácilmente al pequeño niño sobre uno de sus grandes hombros. En medio de todo esto, pensó seriamente en las costuras de su ropa barata, que al menos sería bueno para todos los demás ya que sus ropas caras no se romperían fácilmente.
Mientras tanto, TaeMin era una bola de gasa reluciente, brillante y furiosa mientras estaba boca abajo y sus pequeños pies pateaban cuando MinHo huía con él.
En el pequeño forcejeo, TaeMin perdió uno de sus pequeños zapatitos color rosa, justo igual que la Cenicienta, y esto es todo lo que Yunho encontraría cuando viniera en busca de la princesa que MinHo se negaba a dejarlo convertirse en una Reina.
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STRINGS •2min•
FanfictionSabía que indudablemente sería su reina del baile. Tal vez lo llevo demasiado lejos. Pero TaeMin no podía ser de nadie más que de MinHo. Advertencia TaeMin Femboy. fic por el mes del orgullo 🏳️🌈
