Todo pasó demasiado rápido, tal cómo un parpadeo o algún aleteo. La emoción inundaba sus venas, el excitante sentimiento de ir pisándole los talones a la que siempre obtenía lo que ella consideraba su lugar. De un momento a otro, ese sentir se esfumó, su mirada se oscureció y su boca se abrió en espanto. La mitad de la audiencia se sorprendió, parándose de pie mientras una figura corría en dirección a la cancha.
Allí estaba Tashi Duncan, sobre el suelo, su cuerpo encorvado en posición fetal mientras sus manos aprisionaban su rodilla. "No, no." Se le escuchó murmurar entre pequeños sollozos y lágrimas saladas que atravesaban de una manera incontrolable sus mejillas rosadas. Dev no sabía cómo reaccionar. Sus manos aún aferradas a su raqueta, sus dientes atrapando su labio inferior y una sensación de culpa inundando su ser, tan fuerte capaz de hacerla paralizar. Fue un accidente, un desliz, un mal paso pero aún cuando eso era verdad, se culpaba por haber sido entusiasta y descuidada en sus golpes, dejándose atrapar por el hambre de ganar, el hambre de ser mejor que ella.

En cuestión de minutos, el cuerpo delgado de su contrincante había sido llevado a la enfermería mientras ella permanecía de pie, mirando todo en cámara lenta como si se tratase de alguna película. No sabía de qué iba el sentimiento en su pecho, el porqué era tan personal y no ajeno — la necesidad de querer llorar se aferró a ella pero, ¿de qué serviría si la pérdida no era suya? A todo esto, ¿por qué carajos le importaba Tashi Duncan?

















DOCE AÑOS DESPUÉS.

Sentía su cuerpo pesado cuándo escuchó la alarma sonar. Se arrastró entre las sábanas con pereza, intentando ocultarse entre ellas. Las mañanas antes de un partido siempre eran tediosas. Amaba el tenis, pero, no creía que este tipo de rutinas fuesen siquiera necesarias, al menos no para su salud emocional y mental. "No duermas tarde, debes de descansar", fue lo que su entrenador le dijo antes de que ignorara por completo la sugerencia y decidiera quedarse despierta hasta más de media noche. No pueden culparla, su necesidad por información la consume, su conexión con la nostalgia y el tener los sentimientos a flor de piel.
Sus párpados se abrieron, encontrándose con una figura masculina cruzada de brazos y una ceja levantada. Genial.

"Nunca escuchas lo que te digo, menos lo que te pido con sutileza." Habló Josh con una voz cansada mientras arrastraba la sábana blanca del cuerpo delgado de la tenista. "No estoy bromeando, Dev."

Ella rodó los ojos, sentándose sobre la cama. "Nunca estás bromeando."

"Es Roland Garros. Tómate esto en serio. No busques joder tu carrera antes de que comience." Fue lo último que dijo el hombre antes de salir de su habitación.

Mentiría si negara que las palabras no le hicieron torcer sus labios, que no se incrustaron de más. Deberías de estar feliz Dev, este podría ser el logro de una carrera que apenas está despegando pero algo en ella no se sentía satisfecho — el hambre de más.
Salió de la habitación. Una expresión de cansancio fue suficiente para que Josh le tendiese un vaso lleno de un líquido verde. "Odio estos licuados proteicos. ¿No puedo beber algo que no parezca vómito de dudosa procedencia?" Se quejó mientras sus dedos se aferraban al vaso de cristal y su rostro cambiaba a uno de desagrado.

"Ese vómito de dudosa procedencia es lo único que te previene de desmayarte antes de siquiera empezar a entrenar." Respondió otra voz masculina en su lugar. Su padre.

Dev le dió una falsa sonrisa antes de beber del terrible líquido, preguntándose si algún día podría estar sin la mano de su padre a punto de presionar un gatillo detrás de su cabeza. "Delicioso." Murmuró.

La relación con su padre era tensa. La mayor parte del tiempo esta dependía de un hilo. Desde la muerte de su madre y ese incidente con Tashi Duncan, sucesos no muy lejanos, su padre se encargó de hacer de Dev una marioneta en el tenis. Ella obedeciendo con la cabeza gacha, sin mucho que rechistar o contradecir hasta que los veintes pasaron, hasta que los veintiunos rozaron. La relación se fragmentó aún más haciendo casi imposible unir las piezas más pequeñas para que Dev regresara con una correa alrededor de su cuello y Kevin se quedara con la palma llena de comida. Esa dinámica no regresaría y ella estaba segura de enterrarla. Cruzar palabras con su padre no era algo de su agrado, menos cuando un partido se acercaba y este mismo tenía el mal hábito de dar órdenes a los demás como si fuese él su entrenador. Kevin insistió en algún momento, ella se negó.
"No podemos tener un vínculo fuera de la cancha y que me fuerces a desapegarme de él en cuanto entre." Dijo Dev en una ocasión durante una cena familiar (sólo de ellos dos). Kevin sólo gruñó y quiso sacar sobre la mesa un tema que ella prefirió ignorar, comiendo en silencio mientras las palabras de su padre entraban y salían a través de sus oídos.

Su mirada café se movió hasta el televisor de la habitación de hotel. Una imagen nítida de alguien que conocía. Ella sonrió débil y le hizo una seña a Josh, quien sólo asintió y lo apagó en seguida.

"Lo evitas como si fuese la plaga." Su papá habló, esta vez estando sentado detrás del comedor con un computador sobre su regazo. Su mirada sólo mostrando arrogancia y burla ante ella. "Se encontrarán en algún momento, Devine. En algún torneo, en alguna ciudad cercana. Y te darás cuenta que sigue siendo mejor que tú por la persona que tiene detrás de esa grandeza."

El tono burlesco de su progenitor sólo le hizo apretar la mandíbula. Abrir la boca significaba iniciar una discusión y Devine no quería, ni tenía las energías para ello. Todo resultaba tan abrumador.
Josh la miró, sintiendo pena por ella. Pero no era tiempo para penas ni para lamentos. No quería seguir dando vueltas a un pasado que era más lejano que cercano. No quería seguir extrañando, aferrándose a lo que no fue porque, eventualmente el cariño que aún albergaba se quedaría estancado, pudriéndose dentro de ella y deseando nunca haber sido sentido en primer lugar. Quería evitar eso.

"Marianne dejó tu uniforme en el clóset de la habitación mientras dormías." Su entrenador rompió el silencio, moviéndose a su lado con un celular en la mano. "Es patrocinio con Nike. Pedí que fuese de tu color de la suerte." El hombre asintió con una pequeña sonrisa en el rostro, marcándose un hoyuelo en su mejilla izquierda. Su mano se reposó en el hombro desnudo de Dev y sus ojos brillaron por primera vez en el día, asintiendo en una respuesta.

Usaría ese uniforme. Jugaría lo mejor de ella en ese partido. Ganaría el Grand Slam e iría a casa. En ese orden. Era lo que más deseaba después de todo. Un alto en su carrera para poder seguir escalando y recibir un descanso de su padre. La altitud como una manera de aventarle por el risco y colarse entre la multitud del mundo del tenis, poder así olvidarse de los recuerdos amargos, del pasado que seguía cargando en su espalda y dolía en su rodilla cada vez que jugaba. Porque, oh, podía jurar que cada vez que un triunfo se enredaba entre sus manos, veía a Tashi a través de la cancha mirándole con pena y derrota.

Porque al final del día, venció a quién más quería; se volvió el número uno para el mundo, para ellos pero, ¿había valido la pena?, ¿seguir viviendo así lo valía?

















Porque al final del día, venció a quién más quería; se volvió el número uno para el mundo, para ellos pero, ¿había valido la pena?, ¿seguir viviendo así lo valía?

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NOTA DE AUTOR.

Corto pero seguro.
Prometo escribir más pero he pasado por... cositas. Igual ténganme paciencia y más que nada, confianza porque planeo hacer de esto más largo. Esto fue cómo una, pequeña probadita, hay que llamarle.

Podría pedirles que voten y comenten pero son libres de hacerlo o no. Gracias por leerme.
Nos leemos pronto.
Aimée.

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