Sigo inmerso en mis cavilaciones e incluso en un momento me duermo cuando llego finalmente al estadio. Soy el primero en llegar, así que me dedico a entrenar hasta que llegue alguien más.

Poco a poco van apareciendo mis compañeros, y conversamos un poco mientras hacemos pases y metemos goles en el arco, riéndonos por algún comentario. El entrenador parece feliz, aunque no habla mucho.

Ashton llega faltando veinte minutos para empezar, y cuando todos los fanáticos están acomodados en sus lugares. Jugar a las ocho de la mañana no es divertido, mucho menos con todo el cansancio que tengo encima.

Por alguna razón estoy nervioso y tengo una corazonada. Y esa corazonada me pone incluso más nervioso, porque no sé a ciencia cierta si el presentimiento que tengo es bueno o malo. Sólo espero que sea bueno, porque si es un presagio para decirme que mi primer partido televisado con el Real Madrid será un fracaso, no sabré cómo reaccionar. Ese simple pensamiento revuelve en mi interior más nervios y ansias y ganas de llorar y gritar.

- ¿Estás bien? -indaga Ashton, mirándome fijamente con sus ojos avellana.

- Podemos decir que sí -contesto. En realidad quiero vomitar.

- A sus lugares que ya entramos -nos dice el entrenador, golpeando cariñosamente nuestros hombros-. Tres minutos.

- Tranquilo -dice Ashton, me sonríe. Yo no le devuelvo la sonrisa, me siento mal, nauseabundo-. Por cierto, dejé embarazada a tu hermana.

No termino de decir "¿¡Qué!?" O de siquiera procesar lo que acaba de salir de la boca de quien es mi mejor amigo porque las náuseas me atacan y me agacho y termino vomitando en el piso. Siento el cuerpo helado y un mareo incesante.

Todos a mi alrededor se conmocionan, porque faltan dos minutos para entrar y yo acabo de vomitar todo mi desayuno... como si fuera peor, en medio del pasillo por dónde todos tienen que pasar para salir a la cancha.

- ¿Estás bien? -pregunta nuevamente Ashton y lo miro de mala manera, preguntándome si es así de idiota o se hace. Él no vuelve a abrir la boca y desaparece, seguramente buscando mi cepillo de dientes y agua.

Pronto, un paramédico aparece y me pregunta cómo estoy, entre otras cosas. Demora treinta segundos revisándome y diciéndome que no puedo jugar. Pero no puedo no jugar. Tengo que jugar. ¿Voy a desilusionar a toda la gente que ha pagado una entrada sólo para verme? ¿Voy a quedar como un gallina por no estar jugando ahora? Definitivamente no.

Hago un amago de levantarme de la silla que me han puesto, pero no puedo ni tampoco me dejan.

- Tengo que jugar -sólo digo. Ashton me trae en ese momento mi cepillo de dientes con dentrífico puesto y una botella de agua.

No me queda otra que lavarme los dientes ahí.

- No, Hemmings, a la banca. Rivolta ocupará tu lugar.

Protesto, aunque la palabra del entrenador no puede ser cambiada.

- Si tienes suerte puedes jugar en el segundo tiempo -el paramédico dice, gruño. Me da una paleta para que me calle.

Faltan treinta segundos para entrar al campo y yo me levanto, negándome a que otro tome mi lugar.

- Estaré bien -aseguro, caminando hacia la fila dónde están mis compañeros.

- No vas a estar bien vomitando en el campo, Hemmings -la irritable voz de Calum Hood suena por atrás y me volteo. Mi cara de sorpresa se hace presente-. ¿Pensabas que no iba a venir?

En ese momento, mi estómago duele más y vuelvo a sentir las náuseas, pero no son porque tenga ganas de vomitar o por estar nervioso, no sé cuál es la razón, pero siento un burbujeo en el interior y de repente recobro el calor que había perdido hace un rato.

Quizás mi corazonada tuvo algo que ver...

No digo nada y quedo boquiabierto. Alguien dice que faltan diez segundos para entrar, otro pide que esperen unos segundos más.

- ¿Vas a jugar o no?

- Voy a jugar -aseguro, tomando un sorbo de agua-. Ahora me siento mejor.

Y es verdad. Ahora me siento mucho mejor. No tengo nervios, estoy confiado.

A veces no entiendo cómo cambio de opinión tan rápido.

- Hemmings -el entrenador dice-. No puedes jugar.

- puedo -digo-. Y lo haré. Anúnciennos -le pido al mismo que dijo que faltaba poco.

Él asiente.

Voy a mi posición, a pesar de la cara del entrenador... escucho el "Ahora, hace su entrada el equipo del Real Madrid..." y veo la sonrisa de Calum y un guiño por su parte y sé que voy a dar lo mejor de mí para ganar.



Salgo de la cancha complacido y con una sonrisa en mi rostro. Jugar noventa minutos y quince de alargue hasta meter un gol que nos hizo victoriosos, me deja más que satisfecho. 0-1, ese fue el resultado, y estoy más que feliz de decir que hice el gol que nos hizo vencedores.

Abrazo y saludo a todos mis amigos y gente que está por ahí, incluso a mi hermana -aclaro, en medio del partido Ashton me gritó que era una broma y que mi hermanita no está embarazada-, pero no encuentro a quién estoy buscando.

Tengo muchas ganas de irme ya, de ducharme y descansar, pero no me iré aún. No puedo irme. Saludo a algunas personas más que me dicen que ha sido un gran partido, que me he lucido y que esperan verme dando más de mí, y lo mejor es cuando Garry Magalhães, me dice que soy el mejor delantero que han podido escoger, él es un importante periodista deportivo portugués que reside en España y se encarga de relatar los mejores partidos de fútbol... dado que es periodista, le menciono a Calum y él me dice que podría hacer un arreglo para ver si Calum puede trabajar con él, lo cual sería fantástico porque trabajar con Garry Magalhães abre muchas puertas... y hablando de Calum, sigo sin encontrarlo.

Finalmente lo veo. Sentado en uno de los sillones frente a las pantallas, a la par del DT, tomando una medida de lo que parece ser whisky o alguna bebida alcohólica y está sonriendo. Sonrío yo también.

- Hola -lo saludo. El DT se despide a penas llego-. Gracias por venir.

- No hay por qué -dice. Me encanta cuando sonríe y sus ojos se achinan.

Que comentario más gay. Pero cierto.

- De verdad, no pensaba que ibas a venir.

- ¿Y dejar a mi novio solo frente a muchachas y muchachos ardientes? No lo creo.

Me siento a su lado. Otra vez vuelven las náuseas. Estoy seguro que es el Powerade que tomé en todo el día, ya que tomé un poco en el entranamiento de la mañana y antes del alargue también.

- ¿No lo crees? -indago, alzando una ceja-. Recuerdo que decías de anular el contrato.

- Lo replantee -soltó, hizo silencio un segundo y continuó-; tiene sus ventajas.

- ¿Ah, sí? ¿Cómo cuáles?

Realmente me interesa saber qué dirá. Una de las ventajas de vivir con Calum es que las chicas interesadas de mi dinero no se me acercan, porque piensan que soy gay, o porque saben que estoy con Calum. Otra ventaja es que ahora lleno estadios más rápido, sólo porque muchos gays aficionados al fútbol vienen a verme. Y pensando en más cosas... él tiene buen gusto para vestirse, y me he alejado un poco de mi usual ropa deportiva desde que somos pareja. Y también hace las cuentas. Y las compras. Y básicamente es como el amo de mi casa, porque se encarga de todo mientras yo no estoy.

Suspiro, pasan los segundos y él no contesta aún. ¿Qué tan... rara, o difícil puede ser su respuesta?

- Bueno... una de las ventajas eres tú.

Y eso es suficiente para dejarme sin habla.

players; cake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora