Capítulo 16: El viaje.

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Roma, dos meses después.

—¿Estás embarazada de cinco meses y ahora me lo dices? —preguntó Clemente enfadado.

Livia se sobresaltó al escuchar el grito de su hermano. Si se ponía así al saber lo de Irene, no quería ni imaginar lo que diría cuando descubriese que ella también estaba embarazada de algo más de tres meses y que al igual que a su hermana, tampoco se le notaba.

—Llamaré al galeno para que te examine. No comes nada y cada día te veo peor.

—No me apetece nada, Clemente. Ya te lo he dicho.

—¿Y qué piensas hacer? ¿Te vas a dejar morir de hambre? Deberías pensar en tus hijos y en el que viene de camino

—Lo intento...

—No lo suficiente —le reclamó Clemente enojado

—Clemente, por favor. Deja ya a tu hermana —le rogó Paulina—. Y baja la voz, te van a escuchar los niños.

Clemente suspiró realmente preocupado por Irene.

—Si tanto le quieres, puedo mandarle una misiva y hacerle venir.

—¡No...! —gritó Irene—. No volveré con él, solo estaba conmigo por pena.

<<Imposible>>. Clemente expresó silenciosamente su convencimiento de que Paulo había tenido un motivo superior para separarse de Irene. De pronto afloraron a su mente los gestos de cariño y de complicidad entre ellos. Y su expresión de derrota, al saber que partían hacia Roma.

—¿Eso te dijo? —le preguntó Clemente extrañado.

—¡No quiero que le digas nada! No volveré a verlo jamás.

—¿Qué fue lo que te pasó? Porque ni tú ni él, pueden convencerme de que no te quería.

—Estás confundido —respondió Irene.

La angustia de Irene fue lo que hizo a Clemente detenerse.

—Por ahora, me callaré pero esto no se va a quedar así.

—Déjala descansar, Clemente —le rogó su mujer de nuevo.

—Lo dejaré estar por el momento pero en cuanto venga el galeno, quiero que la examine.

—No tenéis que preocuparos por mí.

Irene apretó la mandíbula y salió por el peristilo para no ceder al llanto delante de sus hermanos.


Baelo Claudia, cuatro meses después.

—¿Dónde vas? —le preguntó Helena a su marido.

—Enseguida vuelvo —contestó Metellus sin mirar a su mujer a la cara mientras se cambiaba de ropa.

Su amigo Sexto había llegado corriendo a avisarle de lo que ocurría y con tal de no preocupar más a Helena, decidió salir sin que se diese cuenta pero no podía engañarla.

—¿Pero dónde vas a estas horas? —le preguntó Helena con los brazos en jarra—. ¡Metellus! ¡Párate ahí!

—No quería preocuparte... —dijo Metellus mirando fijamente a su mujer.

—¿Otra vez mi hermano?

—Si...

—¿Dónde está?

—En la taberna del puerto.

—Voy contigo —dijo Helena sin disimular el malestar que sentía.

Saliendo a la calle, subieron la acera arriba hasta escuchar un estruendo de algo rompiéndose.

MÁS ALLÁ DEL CORAZÓN © 5 SAGA CIUDADES ROMANAS #PGP2024Where stories live. Discover now