Chapter 7

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Los gritos acalorados provenientes del almacén de indumentaria militar se podían escuchar por todo el cuartel. La notable confusión por la falta de órdenes de los capitanes y los altos mandos de la capital, hacían que los cadetes se espantaran al ver cómo sus líderes se retiraban cobardemente del cuartel.

—Los de los suministros que estaban afuera, ¿ya llegaron? —preguntó uno dentro del almacén, empujando muebles de considerable tamaño hacia un círculo improvisado. Así podría desaparecer por un poco su presencia de los titanes que comenzaban a rodear en cantidad el cuartel.

—Nada, ninguna señal por ahora. Al parecer, buscarían tratar de alejarse hasta el muro. Las campanas ya habían sonado, y no perdieron el tiempo. Aunque eso haya tenido que sacrificar a decenas de nuestros compañeros.

—Nosotros también; nuestro trabajo es suministrar el gas y cuchillas y estamos creando una mini barrera inútil contra los titanes. Espero que la muerte sea rápida.

Los demás callaron avergonzados, agrupándose todos como ratas al centro de la mini fortaleza y con la esperanza ya perdida.

Hekima se sobó el brazo con molestia al percibir cómo unas leves astillas se incrustan en su brazo al aterrizar de mala manera por cruzarse a más de cinco titanes en un mismo punto. Su cabello se soltó, ya hartándose por el panorama nada bueno que veía.

La chica se levantó del tejado cargando consigo toda una veintena de cuchillas y al mínimo  cinco tanques de gas. No era mucho y era tal vez un porcentaje casi ridículo de lo que realmente se necesitaba, pero estaban cortos de tiempo y su fuerza, por mucho que fuese antinatural, tenía límites. Accionó sus enganches y divisó la zona central, buscando en su mente a quienes por prioridad necesitaban el combustible y cuchillas.

—Miren, una cadete —habló uno de los soldados de la guarnición, viéndola caer con gracia en el tejado— ¿Eres una reservista?

—Lamentablemente, no. Soy una elegida de la élite, pero tuve permiso de ayudarles en suministros; no es mucho, pero será lo suficiente para subir al muro —contestó dándoles en porcentajes pequeños y a cálculo, esperanzada de que fuera suficiente.

—Vaya, deben haber tenido dificultades como para que ellos no tuvieran los huevos para venir aquí —dijo con sarna uno de los capitanes experimentados, viéndola curioso—. ¿Sabes algo sobre el capitán en jefe?

—Supe que se retiró al interior del muro para organizar los refuerzos —explicó lo más breve posible para no asustarlos, pero era imposible. Las intenciones eran claras como el agua.

Entre las cenizas (Libro 1)Where stories live. Discover now