Chapter 8

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Enya, junto a su grupo reducido de soldados, llevaban una montaña de papeles llenos de informes sobre la caída del muro Rose. Los pasillos con grandes ventanales que iluminan el espacio estaban a rebosar de gente corriendo y trotando por la emergencia. La pelirroja se mantenía neutra ante la situación, pues la confianza que le dejaba a su equipo era mayor que sus miedos.

Había regresado no hace mucho del muro. Ròse luego de encargarse de una parte de la evacuación, dejó al pobre chico rubio en una zona segura, pero algo le decía que no estaría tranquilo y posiblemente trate de matarse. Según entendió, perdió a su mejor amigo hace un par de horas  y estaba en leve estado de shock. Sacudió su cabeza y murmuró por lo bajo alguna plegaria en su idioma natal.

Siendo tan bajita (un metro cuarenta para ser exactos) no le era favorable mostrar una actitud que no fuera la más severa posible. A pesar de eso, tenía problemas en el aspecto de lo que piensan tus jefes al verte. Es adorable,  si es tierna, exótica, atractiva y una lindura físicamente. Estaba consciente de que una baja estatura para cualquier hombre que le va más a lo tierno, le es atrayente. ¿Pero por qué tanto?

—¿Por qué te convertiste en soldado, Trusova?

¿Qué le importaban al jefe de escuadrón sus motivos para integrarse al ejército? Estaba hasta la coronilla de miles de peticiones de citas, noviazgos y matrimonio; porque sí, ya tenía un séquito de prometidos no oficiales con la meta de casarse con ella por simple atracción.

Llegaron hasta la puerta de entrada a la sala de reuniones del cuartel general de la policía militar y luego de que uno de sus compañeros (que, para variar, era uno de los insistentes) abriera las puertas, dejando ver una tropa de soldados de alto rango discutir sobre qué hacer. Los veteranos de cinco o cuatro años se miraron un poco incómodos y se propusieron a entrar sin perturbar la plática en la mesa llena de papeles con mapas de la estructura del muro Rose.

—¡Todos los refugiados ya han sido evacuados, no ha habido ninguna baja en civiles y nuestros mejores soldados han logrado sobrevivir! ¡Debemos cerrar la muralla lo antes posible!

—¡Pero eso haría que gran parte de la producción baje por falta de recursos! ¡El muro! María tenía la responsabilidad de abastecer en gran medida la materia prima y alimentos, ¡pero ya se ha ido! ¡Debemos defender la muralla hasta donde podamos y buscar cómo cerrar el muro con los materiales que tenemos! —arremetió otro capitán en la mesa a la que golpeaba con molestia por las palabras de uno de sus camaradas.

—¿Y perder más vidas? ¡Son nuestros soldados!

—¡¿Qué prefieres?! ¡¿Un puñado de soldados dispuestos a morir o la extinción de la humanidad a base de hambre?!

Entre las cenizas (Libro 1)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα