Capítulo 17

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Actualidad.

El suave calor proveniente del otoño que nos abraza, fue disminuyendo a lo largo de la tarde, tanto, al punto que una de mis primas le tuvo que buscar un abrigo a la abuela. Los más chicos ahora están siendo envueltos de la misma manera por sus padres, pese a que de todas maneras se los terminan quitando al cabo de un rato, el calor que se les genera al estar corriendo constantemente en su juego es más fuerte.

Luego de comer, la mayoría se despidió para ir a dormir una leve siesta; otras, casi todas mujeres, se brindaron para alzar la mesa y lavar los trastes, todo mientras todas hablaban y charlaban de temas amenos y chismosos; otra parte, la más infantil, se vio envuelto en un dilema: o dormir o jugar, siendo la segunda opción la aceptada, pero la primera impuesta por sus mamás; y luego, y por último, quedaba la parte más mínima, compuesta por mi y unas cuantas primas, todas nos fuimos con la abuela a su habitación, y hablamos casi toda la tarde.

Ah, y María, que en realidad no pertenecía a ningún grupo, ella había sido la única en irse a jugar con los niños.

Pero ahora, la hora de la siesta ya pasada, el calor dando sus últimos rayos de luz y siendo las cinco de la tarde, los grupos se rompieron y todos se mezclaron.

Mis primas y yo tuvimos que dejar a la abuela sola en su habitación, cuando ella nos pidió descansar. Ahora, las siete nos encontramos en el jardín trasero, sentadas en el porche y hablando. No hemos estado todas juntas desde que tenemos nueve años.

Este día fue y es tan lindo, que pareciera casi de película.

Ignorando las dos llamadas perdidas en mi teléfono, desde luego.

—Entonces él me dijo "te amo", y yo me quedé tipo Oh, my good. Fue todo tan raro, nos hicimos novios ese mismo día. ¡Ya quiero que lo conozcan! Llega mañana por la mañana. Está nervioso, casi tanto como cuando conoció a mamá, lo hubieran visto, estaba casi temblando.

Mis primas sueltan una risa en conjunto, me alegra decir que yo las acompaño.

Ella, la del OMG es Samanta, una chica sensible, muy urbanizada y gentil.

La sentada a mi lado, Lydia, la más pequeña de las siete con diecisiete años. Es ternura pura esa chica.

—Oh, y Karol, mi mamá me contó que te estás por casar, ¿Qué tal con eso? Pensé que vendría hoy, ¿o es que llega mañana? —pregunta e inquiere Samantha, con una sonrisa y centrando toda la atención de nuestro tipo de circulo en mí.

—Sí, sí, me estoy por casar —levanto la mano y enseño el anillo plateado que decora mi dedo anular. Lydia la toma entre sus manos y examina el anillo junto con otras primas.

—Él parece un chico gentil, espontáneo y humilde, te aprecia mucho y se tienen un cariño enorme, tiene sueños a larga distancia contigo, también es un poco materialista y chapado a la antigua—resuena Eleanor, otra de mis primas y sentada al medio de todas. Ella es esa clase de chicas que cree y sabe todo respecto a la astrología, hierbas, vibras, y ese tipo de cosas. Con ella siempre se puede tener una conversación interesante, por más que no se crea en esas cosas. Estudia astronomía, va en su último año.

—¿Por qué lo dices? —le pregunta Lydia.

—Por el anillo, el grosor, el diamante, las iniciales de ambos grabadas en el parte de atrás, y las vibras; vamos chicas, ese anillo está lleno de energías —le responde a mi prima, todas las demás están atentas a sus palabras, como si de una verdad inrechazable se tratara—. Karol, ¿me prestas tu mano dominante? —estira la suya propia en mi dirección.

BonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora