Capítulo 01

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Hace dos días.

—Espera, espera. Hija, ¿ya es oficial?

—Mamá, nos vamos a casar. Creo que ya es bastante oficial.

Sonreí contra el teléfono. Creí que ese era el mejor día de mi vida, no podría estar más feliz.

¡Me voy a casar, maldita sea! ¡Cómo no iba a estar emocionada!

A mí lado, dormitaba Nahuel, mi prometido.

Prometido, qué raro se sentía y siente el llamarlo finalmente así.

Me sentía en un sueño, estaba viviendo todo lo que quise desde... bueno, desde siempre: tengo el trabajo que siempre soñé, tengo la casa que siempre soñé, estoy en la ciudad en la que siempre soñé estar, acompañada del hombre con el que siempre soñé y... apunto de cumplir mi más grande sueño: casarme.

Lo sé, puedo llegar a ser muy básica y romántica. Pero, ¿eso qué tiene de malo?

Nahuel giró sobre sí mismo y me dió la espalda. Me levanté de la cama y por el movimiento que causé en el colchón, él se despertó. Me miró confundido y con el ceño fruncido.

—Mi mamá —le modulé con los labios.

En respuesta, asintió con la cabeza y volvió a cerrar sus ojos castaños.

—... ¿Verdad?

—¿Cómo? No te escuché —regresé a la conversación.

—Karol, quiero conocer a tu prometido. No, te exijo conocer a tu prometido. ¿Entiendes?

<<¿Qué?>>

—Karol —volvió a llamarme, de manera anojada, mamá.

—No puedo.

—¿Por qué no podrías? Es solo venir al pueblo con Nahuel y ya, no es la gran cosa. Hija, ¡te vas a casar! ¡Necesito conocer al afortunado! Y tu abuela también.

<<Bingo>> pensé.

—Ay, mi abuela —intenté persuadir el tema—, ¿Cómo está ella? La extraño mucho, ¿Cómo va el tema del alzheimer?

—Tu abuela está bien, querida; ella también te extraña. No sé si está más emocionada por el tema de su cumpleaños o por conocer a Nahuel.

Ahg...

—Mamá...

—Karol —nombró molesta. Escuché a Nahuel moverse en la cama, me volteé hacia él, estaba sentado con el teléfono en manos, <<¿Qué pasó?>> me preguntó en voz baja—, el cumpleaños de tu abuela es este mes. No te vemos desde hace ocho años, si tu abuela no te vuelve a ver en una fecha importante, te va a olvidar. Si tanto la quieres ¡Regresa a San Rosita! Y, ya que estamos, trae a Nahuel. ¿Cómo es posible que te vas a casar y que yo ¡Que soy tu madre! No conozco a Nahuel?

Mi mamá me continuó regañando. A este punto ya no era difícil de suponer que no tenía ni voz ni voto en el asunto.

Pero no es que no quisiera volver a San Rosita, es que no podía.

Nahuel se levantó de nuestra cama. Le hice señas para que se me acerque y me hizo caso. Alejé el celular y le susurré:

—Mi mamá quiere conocerte.

Nahuel, apenas las palabras abandonaron mis labios, asintió frenético y con entusiasmo.

—Sí, sí —me respondió en susurros.

BonitaWhere stories live. Discover now