El mundo puede estar lleno de coincidencias que de alguna forma terminan convirtiéndose en lo que llamamos destino. Así fue cuando por azares de la vida Amelia termina conociendo a Daniel; el chico dueño de cada uno de sus suspiros y el protagonista...
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Chispas, eso es lo que siento al observarte,
Entonces no puedo imaginar lo que sentiré si a la cara me atrevo hablarte.
— Chispas —
De todos los escenarios que pude haber imaginado este sin duda alguna no lo vi venir. En gran parte, no creí en las palabras de mi amigo pelirrojo, pues suele bromear la mayor parte del tiempo. Pero, ya saben lo que dicen "de broma en broma, la verdad se asoma"
Lo que nos lleva a este momento relativamente incómodo.
—Hubieras escuchado al hermanito de Micaela gritar que quería ir al baño —comenta Liam —tenía el micrófono activado porque estábamos en exposición. — Dice llevándose una de sus manos al estómago mientras trata de controlar su risa.
—¡Oh! Eso es una situación muy vergonzosa —menciona Daniel.
—¡Liam! Cállate —exclama Micaela, con cierto enfado en su voz.
—Yo recuerdo perfectamente ese día —me animo a unirme a la conversación.
Liam quien se encuentra a mi lado, me lanza un codazo de manera sutil por lo que lo miro alzando una ceja. ¿Tiene algún problema o qué le sucede?, hace unos segundos mientras almorzaba estaba totalmente relajado.
Me brinda un guiño y me siento aún más confundida y entro en alerta cuando lo veo levantarse junto a Micaela. No puedo hacer lo mismo porque todavía tengo comida en mi plato.
—Disculparán nuestra retirada queridos amigos, pero, aún no terminamos la presentación para la última clase. Nos quedamos en la investigación, ¿Verdad Micaela?
—No... digo sí. Ya saben muchos colores —dice ella, mientras recoge sus cosas —muchas imágenes, en conclusión, mucho texto.
Daniel asiente con su cabeza y mueve su mano en señal de despedida.
Observo al par colocarse detrás del mencionado al instante en el que visualizo sus pulgares en señal de lo que considero un "apoyo".
Apoyo necesitarán ellos, cuando logré salir de aquí.
—Y ¿Cómo están tus manos?
Oh... pequeño y gran detalle.
—Bien —respondo.
—Ya veo —dice Daniel, llevándose una cucharada de arroz a su boca —¿Te escondías de tus amigos? —pregunta observándome.
Me da la sensación de que me estudia con la mirada o quizás solo son ideas mías.
—Inhala, exhala —repito.
—¿Inhala y exhala? —pregunta confundido.
—Sí...
—¿Sí?
—¡No! —digo— Sí, si me escondía de ellos.
—Ya veo...—dice sonriendo sutilmente. —Cuando chocaste conmigo mencionaste algo similar al "Inhala y exhala".
—¿Cómo es que se respira?
—Sí. Eso fue, tengo la impresión de que sueltas palabras al azar.
Genial, primera gran impresión.
—Eso me causa un poco de gracia —admite.
Hago una mueca, la cual trato de disimular.
—Tampoco eres para nada sutil.
En definitiva, está analizándome.
—Ohm, ¿gracias?
—Sí. De hecho, fue un sutil cumplido. —Dice regalándome una sonrisa.
Una linda sonrisa que me deja observar los pequeños hoyuelos que se forman alrededor de sus mejillas.
—Te parecerá extraño, pero, tengo la sensación de que te he visto antes —exclama achinando los ojos —No sé de donde, pero, me resultas familiar.
—Quizás me has visto por ahí —suelto tratando de simular mis nervios y restándole importancia.
—Quizás...—Pero, vamos. Cuéntame algo interesante, yo aún tengo tiempo hasta mi próxima clase.
—No tengo nada que contar —exclamo. La mayor parte del tiempo me gusta solo escuchar.
Mentira, estoy a punto de querer salir corriendo.
—Todos tenemos algo interesante que contar. Alguna experiencia rara que te haya pasado —dice agarrando una servilleta —¿Segura que estás bien? Estás un poco pálida.
No, tenerme frente a mi hace que me ponga nerviosa.
—Sí.
Daniel parece dudar por un momento, pero vuelve a hablar.
—Te creeré por esta vez—menciona —Entonces, comenzaré yo—dice acercándose hacia mí —Cuando era niño, para las festividades de Halloween fui obligado por mi hermano a vestirme de hada, de esas de TinkerBell —susurra.
—¡Qué!
—Sí, perdí en un juego y ese fue mi castigo. Incluso hay una foto —dice recuperando su postura inicial.
—¿Hada Mary? —pregunto.
—Muy chistosa no.
—Depende —respondo.
Daniel niega levemente con su cabeza y vuelve a intervenir.
—Fue hada Bobble. El muy desgraciado me descubrió viendo la película y se aprovechó de eso— exclama. — Además, no puedo negar que son geniales.
Trato de hacer una representación en mi mente sobre Daniel disfrazado de Hada Bobble y suelto una pequeña risa.
—¿Y qué hay de ti?
Pregunta Daniel una vez más.
Pienso por un momento, tratando de recordar algún suceso gracioso en mi vida. Y cuando estoy lista, empiezo a relatar la vez que fui perseguida junto a mi prima por una vaca. Daniel parece interesado en lo que estoy contando y emite uno que otro comentario, mientras ambos reímos.
