- Harper - 9

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Dos semanas sin poder hablar con ella, dos semanas que se me hicieron eternas, pero hoy por fin es el viaje y mi oportunidad para hablar con ella.

Llegué al aeropuerto a la hora que me indicó Ali, aunque me dijo que la viera en una entrada específica.

Cuando llego digo que tengo un vuelo a Kalispell con la abogada Dubois, en ese momento veo una camioneta suburban negra y se baja Alisson, trae unos lentes y vestido negros que se ajusta completamente a su hermoso cuerpo.

Son las dos de la tarde y se ve espectacular como si hubiera salido del salón de belleza para ir a un desfile de modas. Su porte es elegante y su paso es firme, voltea a verme y nada más asiente con la cabeza.

El personal del aeropuerto nos llevan a un jet privado para ir a nuestro destino. Dentro del avión me acomodo cerca de la ventana y Alisson queda enfrente de mí, ella ha estado tecleando en el celular desde que llegó. ¿Qué es tan importante que no me puede ver, aunque sean dos segundos? o preguntarme si estoy nerviosa.

Nunca me ha gustado viajar en avión, siento que en cualquier momento puede ocurrir un accidente tipo destino final. El avión se empieza a mover, mis nervios aumentan demasiado que estoy temblando, cierro mis ojos esperando que pase rápido el despegue.

Un toque cálido en mi mano me hace abrir los ojos, es Alisson. Se cambió de lugar para poder darme la mano en el despegue, me sonríe tímidamente. Cuando despegamos no sentí tanto miedo como en otras ocasiones, creí que después de unos minutos me soltaría la mano, pero fue todo lo contrario, entrelazó nuestros dedos y siguió con la vista en su celular.

No lo quiere admitir, pero le gusta esta cercanía, lo puedo ver en esa pequeña sonrisa que se alcanza a ver, y no es por lo que está viendo en el celular, sino por la pequeña acción que me hizo tranquilizarme y que no me solté de ella.

Después de tres horas y media de vuelo al fin llegamos a mi pueblo natal, y digo natal porque ahí fue donde inicié desde el accidente.

-¿Hiciste la reservación que te pedí? – dice Alisson cuando ya estamos en el carro.

-Sobre eso... - voltea a verme de reojo – No hice la reservac-

-¡¿Qué?! – grita - ¿Dónde nos vamos a quedar? – trata de recomponerse.

-Lo voy a poner en el GPS – pongo mi mano sobre la suya – Confía en mí.

Asiente con la cabeza, pongo el GPS y maneja hasta mi casa.

No la vendí por el valor sentimental, al final es casa de Nana, la enfermera que me ayudó a recuperarme del accidente y que me acogió.

Llegamos a una casa a las afueras de la ciudad, es muy bonita de dos pisos y que tiene un hermoso jardín, a Nana le gustaba cuidar de sus rosas, las olvidé cuando ella murió.

-Es muy bonita, pero ¿Por qué elegiste esta casa? – dice saliendo del auto.

-Fue mi hogar antes de llegar a Chicago, ven – le pido la mano, la toma y entramos a la casa – Perdón por el polvo, no he encontrado quien me ayude con el mantenimiento.

-¿Quién es ella? – dice viendo una foto de Nana.

-Ella es Nana fue como una madre para mí, ella fue la única que me apoyó cuando nadie lo hizo...- frunce su ceño intentando entender – Ven, te llevaré a tu habitación.

La dejo en el que fue mi cuarto y me quedo en la sala recordando los buenos tiempos con Nana, todas las veces que me regañaba cuando no hacía lo que me decía o cuando no le agradaba que hiciera experimentos en la cocina.

Sí, con Nana aprendí a cocinar. Ella fue por decir así mi conejillo de indias, me costó mucho aprender, pero lo logré y me enseñó muchas recetas.

Mi estrella perdidaWhere stories live. Discover now