"¿Sabes lo que verdaderamente buscaba?
Qué me notes, así como solías hacerlo...
¿Lo recuerdas?
Justo antes de que todo esto pasara, antes de que nuestros caminos se hundiesen en lo más profundo de un pozo, encerrados y apartados del exterior...
Sol...
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Naruto quedó en silencio al concluir la cena del Equipo Siete. Al final únicamente Kakashi se presentó, aunque no degusto del delicioso ramen. Tan solo les anunció a Sakura y a él que el día siguiente a ese, les daría una noticia muy buena para el equipo.
Pero a pesar de la anticipada noticia que seguramente lo mantendría despierto toda la noche por la emoción. Había un dilema. Naruto Uzumaki tenía sus ojos y pensamientos puestos en una sola persona:
"Ino Yamanaka."
¿Por qué lo había insultado de ese modo, sin ninguna explicación?
La razón seguía siendo un misterio para él.
Partió sin prisa hacia su departamento, pero parecía que caminaba en círculos, había tomado la ruta más larga y extensa, intentando recapitular todo y hallar alguna respuesta clara.
—" ¡Naruto Uzumaki, eres un completo imbecil !" —incluso aún sus palabras resonaban frescas. No sabía cómo sentirse al respecto ¿Debería seguir buscando respuestas o simplemente ignorarlo todo como siempre hacía?
¿Debería estar molesto?
¿Le había dolido escucharla de esa manera? Cuando el recuerdo más especial compartido con ella era el de los dos enfrente de su casa, tomados de la mano, cuando ella se despidió dándole un beso en la mejilla. Ocurrió el día en que se conocieron.
Aunque lo dicho por ella le había molestado, especialmente porque habían demasiadas personas cerca, incluyendo a Sakura, le daba la sensación que entre el enojo y la nostalgia, esta última se abría entre pasos agigantados, ganando finalmente la batalla.
El lazo con ella estaba roto, su mejor amiga se había ido hacia mucho tiempo sin darle explicación, dejándolo solo una vez más.
Contempló el cielo con sus azules orbes. Las estrellas ya no brillaban en la noche, solo la sequedad, aspereza, y la soledad se hacían presentes, dueñas de todo su universo, imposibles de quitar, tal como alguna vez lo fueron con sus propias entrañas.
El lo sabía muy bien, aquellos viejos tiempos jamás regresarían.
Se recostó bajo un longevo árbol, sintiéndose como un torpe, ¿Por qué no luchó por ella? ¿Por qué la dejo ir tan fácilmente? Respiró profundamente. Tal vez moriría con esa duda. No obstante, aún sentía la necesidad de que todas sus dudas fueran resueltas
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