Heridas del presente

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—¡De acuerdo, mamá! ¡Lo haré de una vez! Si eso te hace feliz —vociferó Ino resignada, dando un paso fuera de su habitación y dirigiéndose al sótano de su hogar en busca de una escalera. Se suponía que esa semana sería libre de misiones y por ende se relajaría todo el día en casa. Pero ¿A quién quería engañar? Sabía que eso solo era un sueño inalcanzable.

"Sí, claro, en tus sueños, Inito" se murmuró a sí misma. Siendo evidente que su madre no le toleraría tal hazaña, la de no verla hacer algo. Pero, seguramente, si se negaba, solo terminarían discutiendo como era costumbre.

Ino regresó unos segundos después con una escalera sobre su hombro y la colocó junto a la pared, tomando un breve suspiro.

Su madre estaba frente a ella, descansando en un sofá con la mirada perdida en la melancolía.

No la culpaba, para nada; los últimos meses habían sido extremadamente difíciles.

Superar una guerra mundial en la que tanto su propia hija y esposo habían sido partícipes. Donde desafortunadamente este último había perdido la vida en batalla, era sumamente devastador.

Pero después de la tormenta llega la calma, ¿no es así?

Durante los últimos meses, tanto madre como hija permanecieron juntas, unidas, luchando para superar todo el dolor de su perdida, mientras el tiempo transcurría con normalidad y dejaba atrás aquel desgarrador suceso.

Ahora solo recordaban a su padre como un gran hombre, el señor Inoichi Yamanaka.

Mientras miraba a su madre, Ino decidió no decir nada. El hecho de que últimamente estuvieran discutiendo indicaba que las cosas estaban yendo en un muy buen ritmo.

Pero a ciencia cierta, Ino no tenía el interés de iniciar una pelea con ella.

En su lugar, colocó la escalera debajo de la escotilla del ático para poder subir de una manera adecuada. Lamentando que su ático no fuera como los demás que había visto, que incluían una escalera plegable que se podía bajar fácilmente.

Una vez que Ino se adentró en el ático, se percató de que todo el lugar y todas las cosas lucían sumamente sucias, cubiertas por un espeso manto polvo. Telarañas colgaban en abundancia. Era evidente que necesitaba ponerse manos a la obra y limpiarlo todo.

Su primer objetivo fue eliminar las telarañas, con la esperanza de evitar un desafortunado encuentro con alguna iracunda araña. Portando un trapo y un plumero, Ino se movió con cautela, eliminando una a una las telarañas, asegurándose de no dejar rastro de ellas en ningún rincón.

Luego, tomó una pequeña escoba de paja y madera y comenzó a barrer, eliminando cualquier vestigio de polvo que se interponía en su camino. No sin antes recoger y colocar en un rincón todas las cajas y bolsas, cuáles se encontraban dispersas y desordenadas por toda la habitación, sabiendo que tendría que inspeccionar y limpiar cada objeto que encontrara en su interior.

Con cuidado y atención, organizó las cajas más grandes en una pila estable, asegurándose de que no ocuparan demasiado espacio. Colgó las bolsas en ganchos improvisados que ella misma había creado en la pared, liberando el suelo de cualquier obstáculo.

Una vez concluida la tarea de barrer, Ino procedió a esparcir agua por todo el lugar, y luego trapeó, asegurándose de que cada rincón quedara impecable.

Finalmente, se dispuso a desempaquetar cada bolsa y caja, sintiendo ansias y curiosidad por terminar y descubrir qué tesoros y recuerdos antiguos ocultaban en su interior. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no había mucho por descubrir.

La mayoría de los objetos eran nuevos, apenas utilizados o conservados en perfecto estado. Solo unos pocos artículos mostraban el paso del tiempo y llevaban consigo el sentimiento de nostalgia de su infancia, como algunos juguetes, prendas y uno que otro adorno.

𝙸𝚏 𝚈𝚘𝚞 𝙺𝚗𝚎𝚠 (𝙽𝚊𝚛𝚞𝙸𝚗𝚘)Where stories live. Discover now