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Capítulo dedicado a Merlina57 

por estar siempre por aquí leyendo y comentando.

En mi kokoro por siempre🩶🖤



ᴄᴀᴜꜱᴇ ᴛᴡᴏ ᴄᴀɴ ᴋᴇᴇᴘ ᴀ ꜱᴇᴄʀᴇᴛ ɪꜰ ᴏɴᴇ ᴏꜰ ᴛʜᴇᴍ ɪꜱ ᴅᴇᴀᴅ



—¿Cuánto te falta para que le devuelvas todo?

—Pues si no he hecho mal los cálculos... diría que llevo unos seiscientos más o menos. Así que, mil cuatrocientos.

—¿¡Tanto aún!? Llevas, ¿cuánto? ¿Tres semanas vendiendo? ¿Y solo llevas vendido esa cantidad?

—Solo me llevo el veinte por ciento, por eso voy tan lento. Hoy probablemente me lleve otros ciento cuarenta, de eso solo saco veintiocho dólares. En la fiesta del Wonder pude vender más, y gracias a eso subí un poco la cifra. Si fuese a más fiestas seguro que lo conseguiría rápido.

—¿Y si yo te compro? Acabaríamos con esto.

—Él sabe quién compra, si le vendo a alguien que no tiene en su lista, me mataría.

Alguien entró interrumpiendo nuestra conversación. La voz de una chica cuestionó la frase mágica y yo respondí ante ello realizando el trato como estuve haciendo aquellas últimas tres semanas. Era increíble que hubiese pasado tanto tiempo desde que tuve un cuchillo al cuello y vendiendo esas sustancias ilegales. Desde la fiesta de Halloween, estuve esperando a recibir las represalias por no obedecerle y no llegaron. Aunque quizás no fuese otra cosa que pasar la tarde en su casa como estuve haciendo cuando me reclamaba. Pasé unas dos tardes a la semana, para entregarle el dinero y preparar otro pedido, algo que empecé a hacer yo. Me indicaba que me sentase y esperaba a que terminase de hacer lo que fuese hasta que me ordenaba que metiera pastillas en bolsitas para ser vendidas. Hacía tantas que estaba segura de que estaba haciendo el trabajo de otro.

—¿Ayer pasó algo? —volvió a cuestionar mi amiga manteniendo su postura.

Cailin me acompañaba desde que lo supo, y lo cierto es que me sentía más segura de algún modo, y al menos no estaba sola. Aunque no le hacía demasiada gracia que continuara haciendo todo esto, pero, ¿qué remedio me quedaba? Ella no fue amenazada con un cuchillo en el cuello, no estuvo delante cuando me dijo que podía matarme si lo desobedecía.

—No, lo de siempre. Estuve esperando un rato a que terminara de hablar por teléfono y luego me puso a organizar... esto —levanté una de las bolsitas y la sacudí para dar a entender a lo que me refería.

—¿Y si denunciamos?

—Cailin, ya te he dicho que es peligroso, me avisó.

—Pero, ¿y anónimamente?

—¿Qué?

—Podrías conseguir algo, cualquier cosa que lo incrimine. Vas a su casa, allí tiene que haber de todo. Unas cuantas fotos del montón de pastillas, alguna prueba más y seguro que irán a inspeccionar su casa. No se lo vería venir. Y tu madre es abogada, podrías explicarle el caso y seguro que conseguiría que lo encarcelaran bien lejos con una orden de alejamiento. Además, quizás así tengan un hilo por el que tirar, ya sabes, lo interrogarán y quizás lo extorsionen. La polía sabrá como actuar.

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