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Capítulo dedicado a law127 

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ᴘʀᴇᴛᴛʏ ᴡᴏᴍᴀɴ, ᴛʜᴇ ᴋɪɴᴅ ɪ'ᴅ ʟɪᴋᴇ ᴛᴏ ᴍᴇᴇᴛ


Decidí no volver a casa aquella noche. En cambio, fui a la de Cailin y dormimos juntas en su enorme cama. Era lo mejor, de lo contrario, habría pasado lo que quedaba de noche mirando a la ventana, comprobando si Kilian había decidido ir a por mí o quien sabe qué. Aunque lo de dormir era relativo. No podía, me era imposible y muchísimo menos tras lo ocurrido en la fiesta. No dejaba de darle vueltas a todo. Cuestionándome si Dexter estaría enfadado conmigo por desaparecer constantemente, si alguien me vio vendiendo, o si Kilian me sorprendería al día siguiente colocándome una pistola en la cabeza.

Y así vi las horas del reloj de la mesita de noche de Cailin, que pasaban sin descanso. Los rayos de sol pronto comenzaron a notarse a través de las gruesas cortinas de la habitación. Y tras unas cuantas horas en las que me di cuenta que no iba a dormir ni pizca, decidí levantarme y darme una ducha, así por lo menos invertiría el tiempo en algo productivo. Cuando terminé, mi amiga siguió dormida en su cama, lo que era de esperar si la noche anterior regresamos casi a las cinco de la mañana. Volví a acostarme a su lado, solo que esa vez sobre las sábanas y volví a darle vueltas a todo. Tenía el móvil a un lado, pero me daba miedo mirarlo por si Kilian me había avisado de algo. Era evidente que tendría que afrontarlo tarde o temprano, pero algo en mí me decía que no era buena idea. Por suerte, Cailin comenzó a revolverse y a abrir los ojos en mi dirección, aunque apenas podía enfocarme bien.

—No has dormido, ¿no? —habló con voz ronca tras el sueño.

—No.

—¿Nada? ¿Ni una hora?

—Nada.

—Ay Dios, Effie... —susurró para después restregarse los ojos con su puño—. Anda, bajemos a desayunar.

No me opuse a ello, aunque tampoco tenía apetito, todo estaba revuelto en mi interior. Bajamos por las escaleras de cristal y cruzamos el pasillo hasta el comedor de la estancia. El apartamento de la familia de Cailin estaba en la calle 57, lugar donde habitan lujosos y altísimos rascacielos, como también los más caros. Por algo era conocida como "la fila de los millonarios". Y este no debió de ser el más barato de ellos precisamente. Era una instancia enorme con dos plantas y habitaciones para aburrirse.

Della, la ama de llaves de la familia, nos asaltó en cuanto nos sentamos en la mesa. El resto de la familia debió haber desayunado hacía rato puesto que la mesa estaba recogida.

—Señorita Cailin, buenos días. Señorita Effie, buenos días a usted también. ¿Durmieron bien?

—Yo sí, pero ella no tanto. Deberías tomarte un café, Eff —comentó Cailin frente a mí para después soltar un bostezo.

—Bueno...

—Mandaré a que les sirvan el desayuno enseguida.

Della salió por la puerta y, poco tiempo después, aparecieron más personas procedentes del servicio, sirviendo platos y bebidas por doquier, convirtiéndose en un bufé libre privado listo para que te sirvieras lo que más te gustase. Y así era cada comida que se servía en esa casa. Unté una tostada con mantequilla y me serví leche con un poco de café; necesitaba mantenerme en pie. A mitad de nuestro desayuno, la madre de Cailin hizo acto de presencia, lo cual me sorprendió. La última vez que la había visto fue en una casa completamente destrozada por una fiesta que no me gustaba demasiado recordar. Sin embargo, aquella mañana estaba sonriente y espléndida. Era una mujer alta, delgada y elegante. Su cabello, al contrario que el de su hija, era una larga melena casi pajiza. Una mujer de revista, sin lugar a dudas.

DHARMAWhere stories live. Discover now