|| XI ||

1.2K 57 0
                                    

Entre a la habitación dejando la tarjeta en la mesa que había a una esquina, observé a Sebastián afuera en el balcón recargado. Había pasado una hora y entre todo me la había pasado caminado por los pasillos del hotel como si fuera un fantasma cualquiera, todo esto después de conseguir una venda adhesiva para la pequeña cortada en la parte dorsal de mi mano que el cuchillo me había hecho.
Y ahora estaba aquí en la habitación, en el poco espacio que la cortina permitía ver hacia afuera.
Lance mi celular a la cama y tome la sudadera de Maxon que estaba sobre esta poniéndomela, caminé lentamente hacia el balcón saliendo a este y quedando de pie a un lado de Sebastián, puse mis manos en el barandal. Su vista estaba hacia enfrente mientras yo veía hacia abajo, ninguno habló por largos minutos.

–Esto no va a funcionar. –Susurro.

Apreté mis labios sin hablar, sabía a donde iba esto.

–No voy a poder hacerlo. –Continuó.

Sentí mis ojos cristalizarse, ahora ambos veíamos hacia enfrente.

–Te amo.

Tome aire conteniendo mis lágrimas.

–Te amo demasiado como para condenarte a mi. Ellos cinco bastarán para hacerte feliz, Vega. Estarás mejor así, yo no te haré bien.

Negué volteando hacia el.– No. –Susurre con la voz entrecortada.– Mírame. –Ordene.

Sebastián seguía con su vista al frente, tome su mano.

–Mírame, Seb. –Sus ojos cristalizados se conectaron con los míos.– Tu no sabes lo que realmente es mejor para mi, así que no tomes decisiones por mi. ¿Escuchaste? –Hable sería.

El asintió, limpie la lágrima que resbalaba por su mejilla.– Así que hazme un favor; yo no volveré a tratarte así si tú no vuelves a cuestionarte que eres malo para mi. ¿Si?

El negó.

–Por favor, Seb. –Suplique.

Bajo su cabeza sin responderme.

–¡Maldicion Sebastián. No quieres que la maldita gente te tenga lastima cuando el primero que tiene lastima por ti eres tú! –Alce la voz frustrada.– Crees que haciendo estas idioteces estarás mejor, no lastimaras a nadie y todas esas cosas, ¿pues adivina que? Deberías valorar lo qué hacemos por ti, lo que tus hermanos y tus padres hacen por ti, se preocupan. ¿Sabes que afortunado eres? Nadie se preocupó por mi padre jamás y mira como termino con una hija a los diecisiete años y aunque jamás me lo diga; sé que arruine todos sus planes, nadie lo ayudo y si alguien lo hubiera hecho las cosas se le hubieran facilitado un poco más y tú que tienes la oportunidad la desaprovechas, la ignoras y nos apartas a todos. ¿Quieres mudarte solo? ¿Quieres irte? Pues hazlo pero luego no te arrepientas que cada vez más necesites consumir más Citalopram para mantenerte "feliz". –dije entre comillas.

Alzó su cabeza viéndome a los ojos, su impulso fue abrazarme, al ser más alto que yo mi cabeza quedaba en su pecho, solamente escuchaba sus sollozos.

–Seb. –Susurre más tranquila.– ¿El Citalopram? –No me dejó terminar cuando el respondió a lo que yo iba a decir.

–Mis hermanos y mis padres creen que estoy deprimido. –Sollozó.– Me estoy volviendo loco Vega. Esto me está matando –Se apartó de mi alzando sus manos mostrándome el temblor de ambas.– y no puedo controlarlo. –Las lágrimas de sus ojos fueron más abundantes.– Estoy harto, estoy desesperado, estoy asustado. Ya no se que mas hacer. –La desesperación y el dolor de su voz me rompieron por completo.– Lo siento. Perdóname por favor. –Mordió su labio.– No quiero que esto sea así, no quiero que te sientas condenada a mi, no quiero depender de nadie. –Volvió a sollozar.– No estoy deprimido pero ellos no lo entienden. Si, mi vida era mucho mejor antes de esto y hubiera dado cualquier cosa por volver a ella.

Abstracto | +18 | (Versión 2018)Where stories live. Discover now