CAPITULO VI

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DEIMOS Y LA PRINCESA.

Ya en el inframundo y con la princesa Penélope en sus mano, Deimos la trata como su reina allí en la tierra de los muertos pero primero que todo la obligó a comer una granada hechizada.

Ella aterrorizada obedeció sin quejarse ya que temía que el rey malo le hiciera algún daño pero no Deimos no quería eso, él quiere ser feliz a su lado, cosa que Penélope jamás aceptaría.

Deimos intenta hablar con ella.

—Oye princesa. ¿Quieres algo de comer?

Pero la princesa lo ignora completamente. Sin embargo, Deimos le busca de comer sin que ella se lo pida; la princesa lo observa y le dice:

—No comeré más comida de muertos, déjame en paz.

Deimos respira y le responde:

—Deberías comer mi princesa así te mantendrás bella y reluciente para que puedas casarte conmigo en unos días.

Penélope furiosa se voltea y fuertemente le dice:

—¿Acaso crees que podría casarme con alguien como tú?, ¿Con un monstruo prepotente que solo piensa en sí mismo? Ni muerta me casaría con un ser como tú—Exclamó con determinación y seguridad.

El rey malo se resigna a seguir ahí insistiendo para hablar con ella por un solo momento, llega un día donde Zagreus pasa cerca de la princesa y le pregunta:

—Oye, ¿tu rey quiere hablar conmigo?

Zagreus francamente le responde:

—Si.

—Dile que venga, lo estoy esperando para hablar— Pide Penélope.

Zagreus al escuchar a la princesa voló hacia donde estaba Deimos para darle la noticia ya que el rey se estaba desanimando.

Cuando Deimos se entera de lo que le dijo a Zagreus y rápidamente fue hacia la princesa lo más feliz que pudo estar en su vida.

Llega al lugar y le pregunta a Penélope:

—¿Me llamabas?— Dice Deimos lo más paciente posible.

—Si, pero llévame a conocer este mundo y hablamos— Dijo la princesa.

Sin pensarlo dos veces Deimos la lleva a conocer el inframundo volando en todos los sentidos y direcciones que existen solo para pasar tiempo con ella.

Llegan en una montaña, la más alta de esas tierras, desde allí se aprecia la mejor vista de todo el inframundo.

—Que bello se vería si no fuera un lugar de sufrimiento y miseria— Susurró Penélope.

—Tienes razón, pero así me gusta— Afirma Deimos.

Luego de un rato dice la princesa:

—Te escucho.

Y sin rodeos Deimos le cuenta:

—Sabes, todo este tiempo que estuve en el reino de tu padre me enamoré de ti y aun siento lo mismo por ti princesa, quisiera que fueras mi reina aquí y vivir felices los dos en este lugar. También quiero revelarte mi verdadero nombre, me llamo Deimos, solo por favor no reveles mi nombre.

Sorprendida la princesa le responde:

—¿Y tú eres capaz de sentir un sentimiento tan grande como el amor después de lo que has hecho?— Dijo con un destello en sus ojos que Deimos no supo descifrar lo que significaría. —Lo dudo mucho, pero simplemente no acepto estar contigo, te rechazo. Por cierto, que lindo nombre, no le diré a nadie si es lo que te preocupa.

Decepcionado Deimos le dice:

—Aunque creas que soy un ser despiadado y cruel, tengo un buen corazón y sí, soy capaz de sentir cosas como el amor.

—Mi respuesta sigue siendo “NO”— Le deja claro Penélope a Deimos.

Sin más nada que decir Deimos se decepciona y pierde el interés en ella pero Penélope se dio cuenta que Deimos no es un ser tan malo como se dice solo que ha tenido una vida muy dura lo que lo ha llevado a actuar como actúa pero es un pensamiento que ella se guarda.

Deimos, El rey que se lo lleva todo ©Where stories live. Discover now