Capítulo 12:La princesa y el Escolta.

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Annie.

Mi mente está saturada esta noche, incapaz de procesar todo lo sucedido. Salgo de la cocina con una taza de té y dejo mi taza en la mesa antes de tomar la bolsa que los Hills dejaron. Observo las cajas de Levetiracetam que uno de sus hombres entregó antes de irse, cuando la puerta se abre revelando la figura alta de cabello negro y traje.

—Estoy en casa —anuncia, soltando su saco. —Tu hija no dejaba de llamar a la empresa, qué intensa.

Enfurecida, lanzo la bolsa de medicamentos hacia él antes de que se acerque cuando me levanto y me empuje —¿Qué te pasa?

—Cállate, mis hijos necesitan descansar,y ni se te ocurra gritarme. —reprocho, observo como el hombre se arrodilla, recoge la bolsa y la abre confundido. —Anabelle, ¿qué es esto?

—Lo sabrías si hubieras contestado las malditas llamadas de mi "intensa" hija.

—Mira, no quiero discutir —afirma, dejando la bolsa sobre la mesa. —Y no estoy de humor para tus reclamos.

—Bruce... —aprieto mis puños de ira. —Logan tuvo convulsiones, tuvimos que ir a urgencias.

Él me mira confundido antes de pasarse las manos por el rostro con exasperación. —¿Otra vez? Pensé que estaba mejorando.

—No, nunca mejoró —respondo, intentando mantener la calma. —Estaba empeorando gradualmente, era solo cuestión de tiempo.

—Anabelle, por favor, mujer, por favor —me reprende con un tono enojado. —no me vengas con excusas. Tú sabes que sus hábitos de sueño contribuyen a esto. Él mismo se lo ha buscado.

—¿Estás siquiera escuchándome? —le increpo alzando la voz. —Sí, sus hábitos de sueño son un problema, pero esto era inevitable. La cicatriz en su cerebro es algo que lo perseguirá de por vida, de por vida —suelto frustrada.

—Mavis te llamaba para que aparecieras, pero prefieres tu trabajo y empresa en lugar de tus hijos, Bruce, son tus hijos, nuestros hijos —exclamo, exasperada.

—¡Tu trabajo es cuidarlos, Annie! ¡Yo trabajo y me encargo de mis asuntos, tú los crías! —me grita, golpeando la mesa con el puño, haciendo que Boomer ladre a lo lejos.

—¡Vete al infierno! —exploto frustrada, y rápidamente mis ojos se posan en los cuatro niños que están parados en las escaleras, observando la escena. Aprieto los dientes y le arrebato la bolsa a Bruce antes de subir las escaleras con mis hijos, besando sus frentes y llevándolos a sus habitaciones.

Entro en la habitación de los gemelos, acostándolos en sus camas y me siento junto a Louis. Saco una caja de la bolsa y de ella un blister de pastillas. Suspiro y tomo uno de los vasos con agua de la mesita de noche, entregándoselo a Logan, quien lo toma con desgana y hace una mueca antes de mirarme con desagrado. —Es amarga, mamá.

—Lo sé, hijo. —trato de consolarlo, rodeándolo con un brazo mientras me siento en su cama. Invito a Louis a unirse al abrazo, y sin dudar, se acerca a la cama de su hermano. Juntos abrazamos a Logan, quien intenta contener las lágrimas, pero sus hombros temblorosos delatan su dolor. Su llanto bajo e impotente parte mi corazón mientras observo a mi bebé, permitiendo que esconda su rostro contra mi hombro.

—¿Qué pasará con él? —pregunta Louis preocupado, mientras acaricia la espalda de su gemelo.

—Debo hablar con el neurólogo para que puedan examinar su cerebro, determinar restricciones y pautas a seguir. Por ahora, tomará esta medicación durante unos meses —explico.

Cautiva De Dos Sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora