Capítulo 2:¿Dante Hills?

359 31 8
                                    

Annie.

Miércoles.

Detengo mi andar al finalizar la música, guiada por los gemelos hacia la mesa. Con desconcierto, enfrento la situación mientras Said señala el White Russian, invitándome a beber.

—Queremos a nuestro heredero, señorita Sprouse.

—Si lo buscaban tanto, ¿por qué no lo tomaron del orfanato o se lo arrebataron a alguna familia? —inquiero.

—Habría causado un escándalo irrumpir en el orfanato o arrebatarlo de familias. Ahora las circunstancias son distintas. —expone Stefano.

—¿Por qué lo abandonaron?

—No lo abandonamos. Quisimos protegerlo, resguardarlo hasta enfrentar a las alimañas que nos atormentaban. Fue robado por una mafia rival a los Nueve años, y desde entonces lo buscamos incansablemente. —responde con un tono frío.

Incomoda en mi silla, me remuevo, y Said levanta la mano, llamando a un camarero. —trae una botella Vodka para aliviar la tensión.

—Queremos que usted nos lleve a Dante. —dice Stefano.

—Ciel. —lo corrijo. —Llevan dos años amenazando a mi familia; nada me garantiza que no harán algo después.

—No debería preocuparse por eso siendo no humana, señorita Sprouse. —responde Said. Me quedo estática por un momento.

—Yo no, pero sí por mis hijos... —aprieto los puños.

—Nada les ocurrirá si accede a lo que queremos, señorita. —afirma Stefano, recibiendo una botella de vodka con tres vasos, listos para comenzar a servir y repartir los tragos.

—Ciel nunca menciona nada sobre ustedes.

—Tenemos pruebas de nuestras afirmaciones, señorita, así que sería prudente no complicar las cosas... —su mano roza mi mejilla, pero bebo el vodka de un trago, apartando mi rostro, evitando su contacto mientras observo la sonrisa amplia que ambos comparten, notando los hoyuelos de Said.

—Desconocemos lo que ocurrió después de que se lo llevaron, pero si la memoria no le ayuda, nos encargaremos de refrescarle su linaje. —declara Stefano, bebiendo su vodka de un sorbo y dirigiéndome una mirada con una sonrisa ladeada y coqueta. —Debo admitir... la madre es toda una diosa.

Me levanto con la firme intención de partir, pero ambos hombres se anticipan; Stefano se posiciona a mi lado, rodeándome suavemente la cintura desde atrás, mientras Said se coloca frente a mí, tomándome la mano, besando mis nudillos y dedicándose unos instantes para adorarme antes de hablar. Stefano desliza su mano por mi cintura, acariciándola, y me veo obligada a apartarle la mano.

—¿Se va tan pronto? Es una lástima. Indudablemente, usted es encantadora, señorita Annie... —dice Said, no suelta mi mano, entrelazando sus dedos con los míos y mirándome con deseo, como un depredador a su presa.

—Le agradecemos sinceramente el baile que nos brindó... sin duda, fue lo mejor de la noche... —susurra Stefano Hills cerca de mi oído con su voz rasposa, provocándome estremecimientos. La proximidad de ambos y la falta de atención de la gente me desconciertan, algunos que llegan a observar prefieren apartar la mirada; ¿esto es normal para esta gente?

—Informe a su esposo que hoy, amaneciendo, estaremos visitando. —expresa Stefano, sin separarse de mí, tomando mi otra mano y besándola pausadamente, con la misma mirada que su hermano... como si fuera una presa, algo que les fascinara.

—Y que no siga tratando a mi hijo como quiere si en verdad valora su propia vida. —añade Stefano, dejándome en reflexión por un momento mientras los observo a ambos, intentando alejarlos.

Cautiva De Dos Sombras.Where stories live. Discover now