21. Each Time You Fall In Love

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David

Ese almuerzo marino que nos comimos en ese restaurante nos dejó durmiendo hasta las cuatro de la tarde. Definitivamente, descansar con la pancita llena es una excelente forma de recuperar un montón de energía. Ahora siento el cuerpo renovado y listo para recorrer largas distancias.

Amelie todavía dormía plácidamente en su cama. A pesar de que no quería despertarla porque se veía muy adorable, debía hacerlo para que tuviera tiempo de alistarse e ir a la caminata conmigo. He leído que El Bosque de la Noche Eterna es más bello durante el anochecer. Por lo tanto, nos toca estar allí a las cinco en punto de la tarde.

Empecé a mover el cuerpo de mi amiga con delicadeza, mientras iba susurrando su nombre. En breve, una expresión de disgusto se formó en su rostro y me lanzó su almohada en la cara por instinto.

—¿Qué quieres? —Me interrogó molesta.

—Quiero salir contigo a un lugar especial. —Le informé emocionado.

—David... ya fuimos a la playa y fue magnifico. Estoy muy cansada para más aventuras. Mejor esperemos hasta la noche para cenar o jugar algo en la habitación. —Murmuró, volviéndose a cubrir con las sábanas.

Pero el sitio al que te voy a llevar marcara uno de los momentos más inolvidables de tu vida. Por favor, sé que estas acumulando curiosidad por el suspenso que le estoy agregando al asunto.

—¿En serio me marcara de por vida?

—¡Sí! Yo nunca miento.

—Pues más te vale. —Me advirtió, sentándose en la cama y rascándose los ojos. —¡Ay, que puta pereza! —Gritó, estirando sus brazos hasta el techo. — Bueno... supongo que tendré que arreglarme... —Dijo en medio de un bostezo.

—¿Puedo pedirte una cosa más?

—¿Qué?

—Usa el mejor conjunto de ropa que se te ocurra. Tu siempre me sorprendes con tu estilo, pero quiero que hoy te pongas lo que consideres que se acopla más a tu personalidad.

—Mmm... interesante reto... veré que puedo hacer con lo que traje.

Amelie se puso sus sandalias, que estaban al pie de su cama, y se encerró en el baño con su maleta recargada de ropa. Después de unos segundos, salió avergonzada y sacó de su bolso un set de maquillaje antes de volver a entrar.

Como pronto me presentaría su versión más preciosa hasta la fecha, yo necesitaba demostrarle que también podía ser un chico guapo para ella. Entonces me puse manos a la obra y me dispuse a indagar en mi equipaje para hallar las piezas de la pinta que siempre pensé en utilizar durante esta noche decisiva.

Comencé poniéndome una camisa blanca abotonada junto a una chaqueta vaquera negra con su interior forrado en peluche. Aparte de ayudarme a mantenerme abrigado en ese ambiente frio, no se sentía nada sofocante. Incluso no me recalentaría demasiado si me ponía nervioso, lo cual era evidente que pasaría.

Por otra parte, el pantalón que escogí fue un jean negro muy elegante y libre de esos ordinarios rasgados en la tela. Lo complemente con un cinturón de cuero de hebilla dorada que, según los que me lo vendieron, da buena suerte. Ni idea si decían la verdad o solo querían vendérmelo convenciéndome con ese cuento barato, pero confió en sus palabras.

Por supuesto, no podía olvidarme de usar un calzado cómodo para caminar. Para eso, escogí unos tenis negros con base y cordones blancos. Ya con el conjunto listo, necesitaba peinarme para verme totalmente presentable.

Como el baño estaba ocupado, tuve que arreglármelas usando la cámara de mi celular como un espejo. Era un poco extraño con la imagen invertida, pero le cogí fácilmente el truco y peiné mi cabello hacia un lado con una peinilla.

David y AmelieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora