14. Pain

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Amelie

La creación del cosplay de Rikka Takanashi se convirtió en uno de mis proyectos más complejos. La peluca que deseaba utilizar no se asemejaba mucho al peinado de la protagonista, así que tuve que realizar algunos ajustes para perfeccionarla. También me vi obligada a usar Photoshop para modificar el color de mi sailor fuku verde a un azul oscuro. Sí, me tomó unas horas entender los tutoriales de Youtube, pero conseguí publicar la fotografía en el anochecer.

Hoy revise que opinaban mis seguidores de mi cosplay, mientras desayunaba un plato de Froot Loops y pasaban Bob Esponja en la televisión. Varios me brindaron comentarios positivos y otros me apoyaron con su corazoncito. Me sentía un poco mal de haberlos engañado con la edición del uniforme, pero agradecía que a ningún infeliz le haya dado por resaltar ese detalle con la única intención de ensuciar mi cuenta de polémica. Ya tenia suficiente con los problemas de la escuela y no quería más en mis redes sociales.

Aunque sí sería muy raro que algo así se presentara, por tener una cuenta privada, todos los que opinan son mis seguidores y ven mi contenido por voluntad propia. Hay días en los que se ponen críticos, pero lo hacen con la intención de aconsejarme y aprendo mucho gracias a eso

Podría animarme a salir de mi escondite y permitir que el algoritmo me recomiende a miles de personas. Tengo el presentimiento de que podría popularizarme de manera más eficaz si lo hiciera.

Quizás, si bloqueo a los de la escuela, no pasaría nada si me diera ese gusto...

¡No! tengo que ser cautelosa con lo que hago. No falta el que se cree una cuenta secundaria y acabe divulgando mis fotos en el salón para que todos se burlen de mí. Es difícil que pase, pero es mejor prevenir que arrepentirse.

Admito que tengo un poco de miedo por lo que pasara en la escuela hoy. Sin embargo, recordar las palabras de David me motiva a pensar que todo saldrá bien y sobreviviremos al acoso del grupo de Verónica. Sin embargo, eso no es suficiente para quitarme de encima ese temor de salir lastimados por uno de esos abusivos.

Y así es como, con una maleta repleta de libros y cuadernos, voy a la guerra.

David

Dos simples cuadras son lo que tengo que recorrer para llegar a la escuela y hoy se han vuelto más tétricas que nunca. Siento como si cualquiera de mis pasos pudiera llevarme a la desgracia. Hasta los amigables estudiantes que pasan a mi alrededor me generan una mala espina porque cualquiera de ellos podría resultar siendo Jorge Cantillo.

Desde que Jaiden me informó que ese animal vendría con intenciones de romperme los huesos, el miedo ha estado consumiendo mi valentía. Ni pensar en Amelie me daba las fuerzas de enfrentarme a esa bestia indomable, debido a que temía que no fuera lo suficientemente poderoso para defenderme.

Y es que he sido testigo de varias victimas que Jorge ha conseguido atrapar en pleno camino hacia el colegio. Uno de los desafortunados fue Camilo Rojas, quien era forzado a entregar su merienda todos los días a ese abusador. El muchacho era tan sumiso que no se atrevía a contarle a los directivos sobre la situación y eso provocaba que bajara de peso con constancia. Inclusive se lo veía somnoliento y sin energías en clase, quedándose dormido sobre su pupitre y el patio del recreo.

No sé que onda con sus padres, pero si yo viera que mi hijo apenas transmite señales de estar vivo, hablaría con el colegio inmediatamente para que realice una investigación más profunda del asunto. Por desgracia, eso jamás paso y Camilo termino recibiendo una horrible paliza. Recuerdo haber visto el final de su ejecución con el pobre soldado bocabajo en el suelo y su oponente huyendo de la escena.

Nadie parecía venir a ayudarlo y él tampoco demostraba signos de desearlo. Aun así, hice un acto de caridad y lo apoyé para que se le facilitara caminar. Camilo me fue guiando hacia su hogar, el cual resulto siendo una vieja residencia, de esas de techo de teja cuya estructura suele estar desgastada.

David y AmelieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora