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—Por favor —volvió a pedirle Parker, con las palmas de sus manos juntas en un ruego—. Sé que puedo ayudar, he entrenado mucho...

—Si en verdad quieres ayudar, debes quedarte aquí —contestó Olivia, haciéndose con un par de dagas—. Nunca has visto a un Nightkort antes y créeme que no quieres verlo hasta estar listo.

—Pero, Majestad...

—Escúchame, niño —le apoyó una mano en el hombro. Su mirada cargada de dureza—. Necesito que protejas a la Reina madre y a la Princesa Antonia. Asegúrate de que permanezcan bajo cubierta mientras esperan nuestro regreso. ¿Vale?

—¿Y Lady Mayfield? —interrogó—. ¿No debo protegerla a ella también? —la inocencia casi pareció danzar en sus pupilas.

Al mismo tiempo que Olivia rodaba los ojos como una minúscula muestra del fastidio que de repente le cruzó las venas.

—A ella también —se obligó a decir—. Pero, eso si, no mueras por ninguna. No valen tu sacrificio —le advirtió.

—Como ordené, Mi Reina —Parker inclinó la cabeza en señal de respeto.

—Quiero que estés atento a cualquier sensación extraña. Cuando un Nightkort está cerca, puedes sentir su latido retumbando adentro de ti. Es todo un escándalo incluso a distancia.

—Está bien.

—Por favor, si llegas a sentir eso, aunque sea a kilómetros. Le dices al capitán que ponga el barco en marcha y los lleve hasta Baleska sin importar nada más.

—Pero...

—No hay peros, Park —lo interrumpió—. Tienes que sobrevivir y viajar por el mundo. Es lo que él quería.

El muchachito se miró las manos, nostálgico. El recuerdo de Gavin le atravesó el cerebro como un relámpago y aunque no lo dijo, en el fondo sintió el impulso de darle un abrazo a la Reina, o mas bien, de que ella se lo diera a él. Pues tras todas las personas que había tenido que enterrar en el camino, ya no confiaba en los hasta pronto.

Olivia dio media vuelta sobre sus tacones en ese momento y sin decir más se dirigió a la borda, con el fin de descender a uno de los botes auxiliares en los que iban a transportarse hasta la orilla de Okthon. Desde arriba podía apreciarse el agua del mar, azul y turbulenta, casi como si a ella también le afectaran los estragos y la muerte a su alrededor.

Arkyn, para sorpresa de Olivia, había decidido acompañarlos con el firme objetivo de proteger a su hermano menor, aunque no quedó del todo claro, si buscaba salvarlo del Nightork o de ella. 

—¿Estamos listos? —resonó la voz de Will, quien tras cambiarse de atuendo y trenzarse el cabello, había pasado de lucir como un Lord de alta alcurnia, a un fiero guerrero Thauri, de esos que no poseían mayor titulo u honor que su palabra y corazón.

Antonia lo vio a varios metros de distancia y la llama de furia que se había encendido en su pecho, se convirtió en toda una fogata.

—¿En serio van a hacer esto? —chilló, con los ojos azules muy abiertos—. ¡Solo tenemos veinte días más para llegar a Bazarat! ¿Intentan arruinar mi boda o que? —cruzó los brazos sobre del pecho.

—Oh, tranquila, Su Alteza, estoy seguro que no tardaran —sonrió Michaelson, con evidente sarcasmo en la voz.

Olivia le clavó los ojos encima como si se tratara de un par de dagas. El imbecil se sentia mas que cómodo quedándose a bordo de la fragata rodeado de damas. Inteligencia le llamaba, cuando solo era una forma de ocultar su cobardía.

—Tardaremos, creo es la palabra que busca, Excelencia —soltó de repente la Reina—. Usted también vendrá con nosotros.

—Me temo, Majestad, que no soy un guerrero, soy un Duque —contestó, sereno—. Por lo que solo iría a estorbarles.

Espinas de PlataTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon