Recomponiendo

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Pasaron los días, días en los que no pasó nada con el chico. Sandra había decidido que lo mejor era apartarse un poco para dejarnos espacio. Además, andaba muy ocupada con su carrera por lo que se le hacía difícil venir al gimnasio en mi barrio.

Seguíamos mirándonos de vez en cuando, pero desde el incidente, el chico y yo no habíamos vuelta a hablar. Yo ya le había oído hablar más veces con sus amigos del gimnasio. No podía evitar parar la música cuando les veía hablar a mi lado.

Eran las típicas conversaciones entre hetero básicos que no llegaban a ningún lado, pero que entre ellos debían entenderse. Si no hablaban de fútbol, era de chicas y sino de coches.

La verdad es que si que le había escuchado decir alguna tontería o algún comentario que me echaba para atrás. Los días que le escuchaba hablar les iba a Sandra y a Lara a contar todo lo que había oído. 

Aún no le había escuchado hablar de ninguna chica con sus amigos, pero aún así yo estaba rayado, porque las pocas cosas que había dicho ya me hacían pensar que no existía ninguna posibilidad de que pudiese gustarle.

En uno de los entrenamientos empecé a notar que el chico me volvía a mirar más de la cuenta. De vez en cuando, cuando esto pasaba, yo decidía hacerme el interesante y pasar un poco de él, pero esta vez no fue el caso.

Recuerdo que cuando estábamos al lado se quitó un casco y empezó a mirar hacia atrás, literalmente a la nada. Yo le miré extrañado porque parecía que quería hablar con alguien pero no se atrevía.

El chico al fin se volvió a girar para mirarme y pedirme que le cuidase las cosas que tenía que ir al baño. Encantado asentí y le dediqué una sonrisa. Vi como el chico bajaba las escaleras mientras yo cogía el móvil para avisar a mis amigas de que al fin había terminado el contacto cero, que posiblemente solo estuviese en mi cabeza.

El chico volvió al minuto y me dedicó una sonrisa cuando vio que sus cosas seguían tal y como las había dejado. Seguí haciendo mi ejercicio y para avanzar un poco más, decidí hablarle de nuevo para pedirle una de las pesas de su lado. 

El chico extendió el brazo para coger la pesa y dármela, mientras cogía sus cosas para moverse de mi lado. Fue un tanto extraño, había intentado avanzar un poco más con él y había cogido sus cosas y se había pirado.

Miles de preguntas brotaron por mi cabeza en ese momento. ¿Estaba haciendo algo mal o me había buscado al chico más tímido de todo el planeta Tierra? 

Yo ya había terminado el entrenamiento, así que cogí mis cosas y me fui, no sin antes mirar por el espejo que tenía enfrente para ver donde estaba él, que justamente me estaba mirando de lejos.

Ese día falté a la universidad por la cantidad de rayadas mentales que tenía a causa del chico.  No entiendo nada. Por como me mira y juega con las miradas, tiene toda la pinta de que mínimo le atraigo físicamente. En cambio, por como actúa, parece que incluso le doy asco.

Me eché en la cama y pasaron las horas hasta que llegó la hora de irse a dormir, con la esperanza de no encontrármelo al día siguiente, ya que cada vez que le veía me volvía loco y se me quitaban las ganas de seguir con el día.

Me levanté y fui al gimnasio donde al fin pude entrenar centrado solo en los ejercicios. El chico no apareció lo que me relajó bastante. Volví a casa, comí y me preparé para coger el bus de camino a la universidad.

Esperé el bus en la parada de al lado de mi casa como era habitual siempre, y cuando llegó me monté y fui andando hasta el asiento con la cabeza puesta en el móvil.

Llegado ya al destino, alcé la cabeza y ahí estaba él, con sus casos y su pelo rizado sobresaliendo por encima del respaldo de uno de los asientos. Estoy seguro de que me había visto, pero aunque no lo hubiese hecho antes, a la hora de bajarnos tuvimos un contacto visual muy directo.

Salí rápidamente del bus para adentrarme en el metro y dejarle bien atrás. ¿Qué hacía en mi mismo bus? Esto estaba pasando de una película de romance a una muy siniestra. 

Llegué a la universidad y aproveché para contarle lo que había pasado a mi mejor amiga de allí, que se quedó tan flipando como yo. Comenzó la clase y no paraba de pensar en donde se habría ido él. ¿Acaso estudiaba en alguna facultad de alrededor?  

No me lograba concentrar. Iba con la intuición de que hoy podría prestar atención al no haberle visto en el gimnasio, pero me esperaba de todo menos lo que había pasado.

Al fin, terminaron las clases. Volví a casa en el mismo bus de vuelta, aunque esta vez no le vi. Cené y me acosté para finalmente quedarme frito.

A la mañana siguiente volví al gimnasio para ver si veía al chico. Me habría encantado que al vernos me hubiese venido a decirme que ayer me vio, a preguntarme que dónde estudio o, al menos, a saludarme, pero no fue así.

Todo seguía tal y como era antes. Nos seguíamos mirando y de vez en cuando "hablábamos" para pedirnos alguna cosa, siempre relacionada con el gimnasio. Cuando fui a la universidad le volví a ver montado en mi bus y así fue durante las dos próximas semanas.

Quedaba una sola semana para las vacaciones de Navidad. Yo ya no sabía que quería, si seguir coincidiendo con él, o que esas vacaciones fuesen las que nos separasen de una vez por todas...

¿Qué me está pasando?Where stories live. Discover now