Capítulo 128

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Yeha tomó un trozo de guiso con los palillos. Las costillas tiernas se deshacían fácilmente en la boca.

"¿Por qué de repente quería comer conmigo? ¿Tiene algo que decir?"

Hangun mientras servía vino en el vaso de Yeha, respondió monótonamente.

"No tengo nada más que decir, sólo quería verte, Sr. Kang Yeha."

"¿...Está bromeando?"

Yeha dejó caer el trozo de costilla que llevaba a su boca. Un escalofrío le recorrió la espalda haciendo que se le pusiera la piel de gallina. Nunca esperó escuchar esas palabras.

A pesar de la sorprendida reacción de Yeha, Hangun no dudó.

"Es verdad. Siempre quiero verte, Sr. Kang Yeha. Todo el tiempo, cada minuto, cada segundo. Mañana, tarde, medianoche, madrugada... en resumen, quiero verte en todas las horas del día."

Con firmeza en sus palabras, Hangun no sintió ni un ápice de vergüenza. Era la pura verdad. Dos años separado de Yeha y aún así era lo único en lo que pensaba. Solo sabía noticias de Yeha hasta el punto de ser difícil sobrevivir con eso. Si Chanha no riera con los mismos destellos brillantes que recordaban a Yeha, hubiera ignorado las palabras de la Dra. Yu y atado a Yeha a su lado como antes.

Yeha miró fijamente el rostro imperturbable de Hangun.

"¿De verdad se enamoró de mí a primera vista?"

"Sí."

Hangun respondió sin dudarlo. A diferencia de las palabras que había pronunciado antes, esta vez era claramente una mentira. Sin embargo, en este montaje manipulado, la mentira era tan natural y necesaria como respirar. Gracias a eso, se había convertido en un actor bastante hábil.

Hace cuatro años, en el día que podría llamarse "a primera vista". Cuando Hangun se encontró por primera vez con Yeha en el comedor, no había ningún tipo de emoción. Si acaso, diría que sentía cierta irritación.

El grandioso sentimiento del amor llegó lentamente a Hangun. Era como si un dios hubiera vertido amor en su mundo, donde todo se decidía dicotómicamente entre sí y no. Reconocerlo, darse cuenta de ello y expresarlo en voz alta requirió mucho tiempo. Por eso, Yeha solía llorar mucho y sufrir mucho. Pero eso ya era historia pasada. Si Hangun se mantenía callado, Yeha nunca lo sabría.

Hangun había planeado que el día que se conocieron en la Casa Azul fuera el "día de enamorarse a primera vista". Tenía el poder de hacer que cualquier mentira se convirtiera en verdad, y a través de este melodrama absurdo, poco a poco, iba haciéndolo realidad.

"Así que, ¿fue tan fácil arrodillarse por eso...?"

Yeha preguntó mientras recordaba ese día. Él, arrodillándose en el suelo para ver las heridas hechas por la tierra. Su mano acariciando las heridas mientras hacía una mueca de dolor. La escena estaba grabada claramente en su mente. En ese momento no se había dado cuenta por la confusión, pero conforme pasaba el tiempo, se volvía más nítida en su mente.

A pesar del misterioso ataque del desconocido, incluso si le hubiera volado la mano, Yeha sólo quedaría sorprendido, pero no "preocupado". No tenían una relación lo suficientemente profunda como para intercambiar el sentimiento de preocupación.

"..."

Los párpados de Hangun temblaron ligeramente. Al analizar las heridas de Yeha, no se había dado cuenta de que se había arrodillado. Incluso cuando Sung había comentado sobre cambiarse los pantalones, sólo entonces se había dado cuenta de que tenía tierra en una rodilla. Incluso se preguntó por qué había manchas de tierra ahí, y reflexionó sobre el motivo sin llegar a la respuesta inmediata. Después de flotar en sus recuerdos por un rato, recordó que se había arrodillado para inspeccionar el pie de Yeha. Eso era todo. No se sintió avergonzado ni herido en su orgullo. Discutir sobre su orgullo delante de Yeha parecía ridículo. Fuera de lugar.

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