Capítulo 101

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Lɑs ɗσs cɑɾɑs ɗe lɑ peɾɗiciσ́ɳ



Hangun poseía un poder absoluto, un dominio total sobre todo lo que deseaba. Desde su nacimiento, había tenido a su alcance personas, posesiones y autoridad. Cada deseo suyo se materializaba sin esfuerzo. Se podría afirmar con certeza que había sometido al mundo a su voluntad, ya que este se doblegaba ante él, obedeciendo cada gesto y palabra suya.

Sin embargo, Yeha fue la única persona que desafió a Hangun. Era el único obstáculo en su camino, y también era lo único que Hangun anhelaba con fervor.

Aún así, el desenlace se aproximaba. Hangun eliminó todas las distracciones alrededor de Yeha, dejándolo solo en su campo de visión. Él era ahora el único que podía salvarlo o destruirlo. Y además, ¡qué increíble que un niño naciera de su unión!

El mundo tembló una vez más a los pies de Hangun. Sostener a Yeha en sus brazos le proporcionaba una sensación de plenitud que no podía expresar con palabras. Yeha le había enseñado algo que ni la divinidad de Dios ni la riqueza podrían haberle mostrado.

Gracias a Yeha, Hangun ahora vislumbraba una nueva vida. O eso creía. Una vida en la que podría deleitarse con el aroma embriagador de Yeha, tomar la mano de su hijo y no perder ni un instante.

"El niño está sano... Quiero decir que, sólo el niño está sano".

Pero escuchar que solo el niño estaba sano no fue lo que esperaba al mantener a Yeha a su lado, sujetándolo por el tobillo.

La Dra. Yu, quien atendía a Yeha, se frotó vigorosamente la cara, algo poco característico en ella. Su cabello, que generalmente estaba bien peinado, estaba desaliñado. Aun así, no se detuvo. Corrió hacia la casa de Hangun tras escuchar sobre el estado crítico de Yeha, pero al verlo con sus propios ojos, se quedó sin palabras.

Yeha lucía terriblemente enfermo, y ahora... parecía que estaba al borde de la muerte. Ni siquiera parecía darse cuenta de su propia existencia.

Con delicadeza, acarició la rodilla de Yeha, donde había una herida sangrante.

"Es solo un moretón... Puedo curarlo..."

Su mano llegó al empeine del pie de Yeha, donde había un hematoma rojo, consecuencia del uso prolongado de la intravenosa. Se sintió mareada al observar las costras que parecían moho creciendo en la piel.

"Síndrome de abstinencia. En lugar de solo administrar las drogas cuando las necesitaba le dejaron una intravenosa para la entrada constante".

Hangun se sentó en la cama, mordiéndose el labio mientras veía las piernas que temblaban incontrolablemente. El Síndrome de Abstinencia, una variable que ni siquiera había considerado, ahora lo atormentaba. Se pasó una mano por el pelo, con la cabeza palpitante y los ojos entrecerrados.

"Entonces, ¿Kang Yeha está muriendo?"

La Dra. Yu se sorprendió al escuchar la pregunta directa y sin reservas de Hangun. Aunque prefería la franqueza a la ambigüedad, aún le resultaba difícil adaptarse al estilo directo de Hangun. A pesar de esto, le resultaba difícil discernir si su preocupación por Yeha era genuina. Había presenciado a numerosos familiares y parejas de pacientes expresar su angustia y buscar orientación sobre cómo proceder. Sin embargo, la expresión de Hangun ese día era tan imperturbable como siempre. A falta de una descripción más precisa, parecía estar bastante molesto.

░E░l░ ░ú░l░t░i░m░o░ Ω░Where stories live. Discover now