Una de cal y una de arena (31)

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Seguí llorando a lágrima viva, permitiendo que los temblores me sobrecogieran. Jun saltando a mis pies, desesperado por subir a mis brazos, colaboró a la imagen de pobre niña desamparada que quería dar.

Los brazos de Ser Rorkin se cerraron inmediatamente a mí alrededor como tenazas. Giró, aún sosteniéndome.

—Llevaré a la Vizcondesa con el Emperador. Llévenlos a la torre hasta que Su Majestad decida qué hacer. —Se separó de mí el tiempo suficiente para levantar su arma y enfundarla antes de cubrirme con su capa como si fuera un toldo para protegerme de la mirada de los nobles chismosos que se habían detenido a observar el espectáculo.

Y ahora que había empezado, no podía parar de llorar. Siempre había sido igual. Mientras mantuviera la compostura todo parecía estar bien, pero mostraba apenas algo de debilidad, y todo se iba al demonio. La armadura de Ser Rorkin comenzó a congelarse en los lugares donde estaba tocándola.

Jun saltó y gritó hasta que él lo alzó para que pudiera lamerme el rostro. En cuanto hizo contacto conmigo, mi magia se calmó.

<Señorita, por favor, no llore..!> —Abracé a la suave bola de pelos, ocultando el rostro en su manto.

'Siento llenarte de lágrimas...'

<Está bien, señorita.>

Mi guardia prácticamente voló por los pasillos llevándonos con él. Momentos después, oí la dura voz de Ser Rorkin nuevamente.

—La Vizcondesa está aquí para ver a Su Majestad. Ahora.

La puerta se abrió casi inmediatamente, y los rostros preocupados de Sovieshu y el Barón Langt aparecieron frente a mí.

—Rashta..!

—Qué sucedió..!?

Cambie de brazos mientras Ser Rorkin informaba lo sucedido. El Barón me sostuvo tiernamente, recostando su mejilla en la parte de arriba de mi cabeza y susurrando que todo estaría bien. Sovieshu se acercó al cabo de un momento y volví a verme envuelta en un ajustado abrazo.

—Debería hacer que le corten las manos... —Susurró entre dientes. Alzó la voz hacia su propio guardia. —Envía a Lord Ambrose de vuelta a sus tierras. No trataré ningún asunto con su familia a menos que sea su padre quien que se presente. Recuérdenle al otro noble que está hablando de la concubina del Emperador, y que debería guardarse sus opiniones para sí mismo antes de que le ocurra alguna desgracia. Pero... Infórmalo mañana. —El tono divertido en su voz me hizo alzar las comisuras de los labios en una sonrisa extraña. —Apenas deben estar poniéndose cómodos en la celda. Sería una lástima interrumpirlos.

Sovieshu acarició mi cabello otro tanto y besó mi frente antes de separarse de mí tras confirmar que había dejado de llorar definitivamente.

—Siento haber empapado sus ropas... —Dije, en general.

—No, no. Está bien. —Se apresuró a responder el Barón. El Emperador asintió. —De hecho... Tengo una propuesta para usted, Vizcondesa. Esperaba presentarla con el té de la tarde, pero quisiera intentar alegrarla... —El anciano se removió en su lugar, nervioso, y sacó unos papeles de un dossier en su escritorio antes de alcanzármelos. —No se sienta obligada! —Añadió, retrocediendo mientras yo comenzaba a leer. —Pero todo está en orden y Su Majestad los aprobó, solo haría falta su firma... Si es que quiere, por supuesto!

Me llevé la mano a la boca de manera automática y las lágrimas volvieron a caer. Estos eran papeles de adopción. El Barón quería convertirme en su hija! Tras la parte importante, se describían con detalle las tierras que heredaría llegado el momento y otro montón de cosas que no me interesaban en lo absoluto.

Lo único que sabía era que el hombre que me había acompañado todo este tiempo quería ser mi padre.

—Barón..! Por supuesto que quiero ser su hija! Usted es amable y cálido, y ha sido para mí lo más cercano a una familia que he tenido. Aunque no quisiera adoptarme, yo hubiese seguido viéndolo como mi padre.

El Barón Langt se secó los ojos con el dorso de la mano antes de acercarse y abrazarme una vez más. Correspondí el gesto, sintiendo el corazón tibio y feliz. El Barón era incluso mejor que mi padre biológico, que si bien nos amaba a todos sus hijos por igual, nunca tenía suficiente tiempo para pasar con nosotros. Su taller mecánico era su primer amor y su prioridad, después de todo.

El Barón, en cambió, estaba continuamente pendiente de mí y mi bienestar, aún cumpliendo con su trabajo de secretario. Era el hombre más balanceado y eficiente que había conocido en toda mi vida.

—Necesito una pluma... —Sovieshu, que había permanecido al margen hasta ese momento, me pasó la suya y me apresuré a garabatear mi nombre en las partes que lo requerían.

Observé la tinta secarse con anticipación y mi corazón hinchándose de felicidad. Había perdido todo al convertirme en Rashta. Mierda, había perdido todo mucho antes, cuando dejé mi hogar para mudarme a Japón. Pero ahora, estaba formando una nueva familia encontrada. Las chicas, Ser Rorkin, Jun, el amable Barón... Y Sovieshu, a quien aún estaba aprendiendo a conocer gracias a soltar los prejuicios que traía de antes.

El Barón Langt secó sus lágrimas de felicidad con el dorso de su mano antes de poner una mano en mi hombro.

—Hija...

Ahora realmente sentía que podía con lo que fuera.

Ayuda! Reencarné en la Rata!Where stories live. Discover now