Sospecha (6)

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Cherry y Kate retrocedieron aterradas, pegoteándose tras mi silla de ruedas. Ellas solo eran sirvientas, y quien venía echando humo en su dirección era nada más y nada menos que una Dama de compañía de la Emperatriz del Imperio de Oriente.

Lady Laura caminó hacia nosotras seguida de otra mujer que supuse era Lady Alischute, su mejor amiga.

—Ustedes deberían ser castigadas! —Las señaló con un dedo acusador. —Cómo se atreven a hablar tan abiertamente de algo tan desagradable! Su Majestad el Emperador jamás se enamoraría de una esclava fugitiva sucia como ella! —Chilló.

—Señorita, baje la voz, por favor... —Le imploré, mirando a todos lados. Temía que el emperador saliera de la nada...

Laura se puso aún más roja de la ira.

—Cómo te atreves!? —Alischute me miró con asco y alzó la mano para abofetearme. Cerré los ojos. Nunca había peleado en mi vida, y toda la situación me daba miedo.

Pero el golpe nunca llegó. A mis espaldas, oí a las sirvientas soltar un jadeo de sorpresa.

Entreabrí un ojo y el miedo por mi persona se convirtió en miedo por Laura y Alischute.

El emperador Sovieshu había agarrado la mano de Alischute, deteniéndola, y la escena se había congelado. Detrás de él, el Barón Langt alternaba su mirada reprochante entre las dos mujeres.

En la novela, la escena era completamente distinta. Y mucho menos grave que ahora, puesto que nadie había amenazado a Rashta con un bofetón.

—Barón Langt, traiga a los caballeros. Estas señoritas pasarán cinco días en la torre. Solo denles agua y pan duro.

—Sí, su majestad.

Ay no... Por qué había ido por los cinco días de golpe? Lo había aumentado luego de discutir con la Emperatriz! Navier no estaba aquí! Iban a ser tres días! TRES!

—Su Majestad, por favor, no las castigue! —Me apresuré a decir. Sovieshu me miró como si un extraterrestre hubiese aparecido frente a él. —Cherry y Kate no cuidaron lo que decían, y–

—Escuché lo que dijeron tus sirvientas. —Me cortó en seco. —Y no es excusa para el comportamiento de estas mujeres. —La palabra "Mujeres" sonó como un insulto. —Qué tiene de mugrosa y sucia una plebeya? Sobre todo una que, por lo visto, es más piadosa que tú. —Ladró en dirección a Laura. —Lady Laura, como Dama de compañía de la Emperatriz, debería más que nadie saber mantener la compostura ante comentarios que no son malintencionados. Y usted, Lady Alischute, es una invitada en este palacio. Por qué le falta el respeto a la Familia Imperial comportándose de esta forma?

—Emperador, de verdad, está bien... —Insistí.

La Emperatriz ya se resentía por Laura. Y ahora agregamos otra dama noble a la sopa? Esto se iba a ir al diablo.

El emperador me sonrió.

—Lady Rashta, no hace falta que las defiendas. Sé que tienes un buen corazón, pero no puedo dejarlas ir sin un castigo.

Mientras Sovieshu hablaba, el Barón regresó acompañado de cuatro guardias.

—Llévenselas. Barón, infórmele a la emperatriz y a la familia de Lady Alischute.

...

Esto se va a DESCONTROLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAR!

***

—Su Majestad, la Emperatriz vino a verlo.

Y ahora qué? No hablábamos desde el otro día, cuando la llamé para preguntarle qué le había dicho a Rashta para hacerla sentir tan mal y habíamos terminado discutiendo. Cómo se atrevía a reprocharle algo de lo que no tenía la culpa?

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