El Inicio de Todo

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Hola. Soy Iker, un chico que aún no se ha enamorado. Tengo diecisiete años, acabo de empezar la universidad y estoy estudiando la carrera de Física. Soy un chaval de estatura media, pelo rubio, ojos verdes y un cuerpo en plena construcción. 

Este año me he propuesto cambiar físicamente en el gimnasio ya que hace un año me lesioné de la muñeca y no pude mantenerme físicamente. Además, con la Selectividad me era aún más complicado mantenerme constante.  

Llevo un mes de universidad y ya estoy algo harto. Lo bueno es, que con el apoyo de mis dos mejores amigas Sandra y Lara, y del resto estoy llevando algo mejor la situación en esta carrera tan complicada. 

Para este nuevo curso me había puesto la meta de socializar algo más y veo que esta funcionando. He conseguido hacer un grupito de amigos en la universidad con los que voy a salir de fiesta mañana por mi 18 cumpleaños. Una de ellas, Lucía, me llamó la atención desde el primer día, pero aún no me he atrevido a hablar mucho con ella. Era alta, morena, con el pelo negro y de Murcia. Si señores, ese sitio donde según ellos hay algo, pero para nosotros es como un desierto sin ni siquiera cactus.

Con todo el lío de la universidad, necesitaba un sitio donde poder despejarme, y ese sitio era el gimnasio. Era a donde iba todas las mañanas para poder centrarme y evadirme un poco de la realidad. Había comenzado bien el curso, yendo todos los días que tenía que ir y centrándome tan solo en mí.

Pasaron los días y celebré mi cumpleaños. Salí dos noches seguidas de fiesta, lo que por muy divertido que suene, fue bastante agotador. 

En la primera de las noches salí con mis amigos de la universidad. En esa fiesta, con la ayuda del alcohol, fui capaz de hablarle a la chica de la que os he hablado, Lucía, o como ya la llamaban mis amigos, "la murcianita". Desde ese día, empezamos a hablar por mensajes casi todos los días, pero esto ya os lo cuento un poco más adelante.

La segunda noche, salí con mis dos grupos de amigos de mi ciudad. Fuimos a una discoteca gigante, donde me pillé una buena. De hecho, cuando me separé de mis amigos ya dentro de la fiesta, entré en una sala donde me líe con una chica, cuyo nombre y cara no recuerdo. En esa fiesta no pasó mucho más. Cuando nos cansamos de ver a un par de retrasados cantando, cogimos nuestras cosas y nos fuimos a casa. Ya con la idea en la cabeza, de que mi dieciocho cumpleaños no se repetiría.

Aunque parezca que os he contado muy poco, esto realmente ha sucedido todo en el mes de octubre y aún no hemos llegado al final. 

Como ya os dije, continué hablando con Murcianita. No parábamos de hablar y yo sabía que de un momento a otro acabaría pasando algo con ella. Un 31 de octubre, salí con uno de mis grupos de mi ciudad de fiesta, a la que también iban los de mi universidad.

Salimos a una discoteca cerca de Plaza España, y por primera vez en mi vida, me atreví a disfrazarme en Halloween. De pequeño no me gustaba disfrazarme porque sentía que se reían de mí, y prefería no pasar por ese sufrimiento. 

En la fiesta, apareció un grupo de amigas que hacía mucho que no veía, entre las que se encontraba mi ex. Imaginé que podría encontrarme al grupo, pero a ella no. No era mucho de salir de fiesta. Nuestra última interacción había sido un textaco que le había escrito, donde le decía todo lo que sentía por ella, cuando ella ya estaba con otro chico. Cuando digo mi ex, no me refiero a que llegaremos a tener una relación, sino que fue un rollete que tuve. 

En esta fiesta, después de mucho baile, y mucho alcohol en mi hígado, me atreví a lanzarme a Marcianita, lo que por suerte o por desgracia salió bien. Ella estaba pillada de mí, a pesar de que llevábamos dos semanas hablando, y aunque yo les dijese a mis amigos que estaba pillado de ella, ellos sabían perfectamente que no era así. Nunca me pillo de nadie.  

Cuando tuve una oportunidad, le dije a la Murciana que yo no veía bien la idea de salir juntos, ni siquiera de conocernos, porque yo sabía que no sentía nada más allá por ella. Ella no lo entendió y se cabreó conmigo, pero era algo que no podía remediar. 

Por otro lado, en mi cabeza tenía a mi ex, con la que no había hablado en toda la noche. Era algo incómodo pero al final de la fiesta cuando ella se iba a ir, pude hablar con ella las cosas y medio solucionarlas. 

Cuando ya se fue, me fui a hablar con una de las amigas del grupo de mi ex. Tenía mucha confianza con ella y me empecé a desahogar, que era lo que realmente necesitaba. 

Me empecé a sincerar sobre la Murciana, mi ex, etc. Le dije que era verdad, yo nunca había estado enamorado,  y si me había pillado alguna vez, había sido una como mucho. Siempre les decía a las chicas lo que querían oír, y aunque en ese momento yo pudiese sentir eso, a los pocos días me aburría y pasaba de ellas. Era una lección que por mucho que intentase de aprender no lo conseguía. 

Entre ciertos temas, hablamos de uno de los chicos de mi pueblo, por el que yo me había llegado a rayar el verano pasado. Nunca me había sentido atraído por ningún chico, pero él me hizo darme cuenta de que no me podía cerrar puertas. Lo pasé bastante mal con él, a pesar de que ahora mismo somos buenos amigos y ya. La historia acabó cuando volví a Madrid, y la distancia hizo que nos dejásemos de hablar, enterándome, ya cuando estábamos separados, que yo sí que le había llegado a gustar. Nunca pasó nada entre nosotros, y seguramente no pasará. Pero yo solo quería la respuesta a mi pregunta: "¿me gustan acaso los chicos también?". 

Os preguntaréis porque le empecé a hablar a mi amiga sobre este tema, si ya había pasado más de un año, y no había acabado bien. Muy bien, pues la respuesta es, que a pesar de haberme liado con la Murciana y haber arreglado las cosas con mi ex, yo no podía dejar de pensar en quien era ese chico que no paraba de mirarme tanto en el gimnasio.

¿Qué me está pasando?Where stories live. Discover now