siete.

2.1K 157 5
                                    

—Ya quedamos que el que se enoja pierde, ¿eh? —me dijo mientras estacionaba.

—Ay, no, regrésame a la casa.

—¡Mi amor! —se quejó—. Grabé y nos vamos, te juro que les insistí para que no hubiera más chicas, pero pues no quisieron.

—Pues obvio que no van a querer —contesté—. Tenemos un trato, ¿eh?

Ambos bajamos del coche, Gabriel tomó mi mano y caminamos hacia donde sería la segunda grabación.

—Voy a saludar, chula —me avisó—. ¿Te quedas aquí? —asentí.

Me senté en una de las sillas de producción; el nuevo lugar era al aire libre en una especie de kiosco.

Vi a Peso y Nata saludar a mi novio para después platicar los tres. Del otro lado estaban un grupo de chicas que supongo serán las modelos del video.

—¡Listos! —gritó el director.

La grabación comenzó. Tal y como dijo, no hubo contacto con más chicas. Estuve aliviada todo el tiempo que duró.

—Vámonos —dijo acercándose a mí.

Me levanté y tomé su mano para salir de ahí.

—¡Ey! ¿Gabo, no vas al after? —Nata preguntó.

Miré y a su lado había un buen número de chicas apunto de irse con él.

—Voy a cenar con mi morra, wey —contestó mi novio—. Ahí luego nos vemos.

Comenzó a caminar conmigo de la mano hacia el coche.

—Al cine, entonces.

Sonreí.

—¿Y ya va a salir? —asintió.

—Ya hoy fue lo último, chula —dijo abrochándose el cinturón—. Esta semana tiene que salir.

—¿Estás emocionado?

—Mucho —abrochó su cinturón—. Ya te dije, este va a ser el inicio de todo.

Brinqué de emoción en mi asiento.

—Y tú, mi chula, vas a ser quien reciba todas las recompensas.

Asentí sarcástica mientras tomaba mi cara en manos y me besaba.

—¿Qué? ¿No me crees? —preguntó, y reí—. Tú fuiste quien se sacrificó conmigo también.

—Pero tú trabajaste mucho en todo esto.

—Lo que salga de todo esto es de los dos, mi amor —acomodó mi pelo—. Como no le daría nada a quien se ha desvelado conmigo desde que empecé.

—Pero es porque te amo.

—Por mucho que me ames, yo no creo que exista alguien tan buena en esta tierra como tú.

Sonreí mirándolo.

—Que haga y aguante todo lo que tú has hecho por mí.

—Ya —dije quitando mi mirada—. Me vas a hacer llorar.

—En serio, chula —me forzó a verlo—. Tú sabes cuánto te amo, ¿verdad?

Asentí y le robé un beso. Sonrió.

—Yo a ti.

—Eres el amor de mi vida, a la verga, Maressa —comenzó a llenarme de besos—. Nadie como tú.

Reí sintiendo como repartía besos rápido en toda mi cara.

—Nadie —volvió a decir.

—Ya vámonos o no alcanzaremos la función.

Asintió y comenzó a manejar hacia el cine. Llegamos agarrados de la mano y conmigo muy enamorada. Bueno, los dos muy enamorados.

—Ay, Gabriel, vamos por palomitas.

Asintió.

—Lo que quiera, mi chula.

Sonreí. Se acercó a comprar boletos y después fuimos a la dulcería.

—¿Solo eso? —me preguntó, lo miré dudosa—. De verdad, lo que quieras, Mar.

Y entonces caí en que en serio todo cambió.

Porque antes, cuando apenas estábamos empezando y nos fuimos a vivir juntos, salir al cine era sacrificar dinero. Apenas y para las entradas podíamos darnos el "lujo". Mucho menos hubiéramos podido comprar palomitas o algo así.

Pero no era que nos importara mucho, íbamos muy felices.

—Bueno, entonces sí quiero más cosas —dije sonriendo.

Y siendo sincera, con muchas ganas de llorar por saber cuánto ha crecido Gabriel.

Comencé a pedir chucherías para ambos, hasta que el teléfono de mi novio nos interrumpió.

—¿Qué pasó? —contestó—. Sí, está bien, wey.

Lo miré.

—No podemos verlo al rato? —preguntó—. Es que vine al cine con mi morra.

Sonreí.

—Sale, pues —colgó—. ¿Ya, es todo? —me preguntó.

Asentí poniendo mi cabeza en su hombro sin antes olvidarme de dejar un beso en su cachete.

fendi;gabito ballesterosWhere stories live. Discover now