cuatro.

2.6K 230 44
                                    

Estaba sentada en uno de los sillones del antro mientras veía cómo grababan. Peso, Natanael y Gabito estaban en el centro y alrededor suyo, muchas chicas. La música sonaba por todo el lugar y había muchas cámaras.

Rodé los ojos al ver a la chica que no dejaba de pegarse a mi novio mientras él cantaba. No sé por qué acepté venir; desde que empezaron a grabar, quería irme de ahí. Trataba de no demostrar mi incomodidad y cada vez que Gabito volteaba a verme, yo sonreía.

—Vámonos —dijo mi novio acercándose a mí después de estar varias horas en grabación. Asentí levantándome, me acerqué a besarlo, pero su fuerte olor a tequila me hizo separarme.

Nos despedimos de todos y unos minutos después, ya estábamos en la camioneta, yo manejando y Gabriel de copiloto.

—¿Solo grabarán hoy? —pregunté rogando porque dijera que sí.

—No, falta aún ir a otro lado, pero ya será mañana.

Asentí.

—¿También habrá chicas? —él asintió.

No quería pelear, yo estaba muy cansada y él muy borracho. Solo hice un gesto de molestia y negué con la cabeza.

—A mí me gusta más mi vida así —me escuché decirme y lo miré confundida—. Ayer dijiste que extrañabas cómo estábamos hace un año, pero yo no, yo amo mi vida actual.

—No me refería a eso —dije aún más confundida—. Yo hablaba de nosotros, me parece bonito lo que vivimos para llegar acá.

—Fui yo.

—¿Cómo?

—Yo llegué hasta aquí —dijo mirando el camino—. Yo hice esto.

Tragué saliva, sabía que estaba extremadamente borracho, pero lo que decía me hacía enfurecer.

—Pero contribuí, ¿no? —pregunté.

—El que canta soy yo, Mar.

Asentí, mordiendo mi labio, aguantando las ganas de llorar. No hablé más en todo el camino, no quería seguir escuchándolo. Bajamos de la camioneta cuando llegamos a la casa. Apenas entramos, fui al cuarto, tomé mi pijama y me dirigí al baño.

—¿Te vas a bañar? —me preguntó al ver la toalla y mi pijama.

Lo ignoré y seguí caminando.

—Te estoy hablando.

—Estás borracho, Gabriel —dije aún ignorándolo y entrando al baño.

Encendí la bañera y me solté a llorar. Estaba borracho, recordé. Pero ¿por qué había dicho eso? Me sentía una inútil que no podía contribuir en nada. Apenas pongo unos cuantos pesos de mi salario.

Pero ¿entonces mi mudanza para acompañarlo, mis horas ayudando, mis ideas, nada cuenta? Nada lo hago esperando que me lo regrese, pero sí que lo agradezca y valore, como yo lo hago.

Salí de mi baño, me puse la pijama y salí.

—¿Lloraste? —me preguntó mi novio y negué—. ¿Por qué lloraste?

—No lloré, Gabriel.

—Como quieras —dio la vuelta en la cama—. No sé por qué estás molesta.

No contesté.

—¿Puedes siquiera contestarme?

—Dejé mi hogar por acompañarte hasta aquí, puse mis últimos centavos junto contigo para rentar nuestro último departamento —tragué saliva—. He estado en todas tus noches sin dormir por componer y grabar.

Volteé para mirarlo sentado en la cama.

—Pero claro, el único que ha hecho algo porque tengamos todo esto eres tú —dije molesta—. ¿Entonces qué hago aquí, Gabriel? Si puedes solo y has logrado esto solo, no me necesitas aquí.

Estaba enfurecida. En segundos, el enojo había invadido mi cuerpo. No era solo lo que dijo, era el acercamiento con aquella chica, su nula importancia por lo que yo hacía, eran estos últimos meses y mi pavor por lo que ocurriría si ganaba más fama.

—¿Sabes cuántas veces has leído mis avances desde que empezaste a ganar fama? —se quedó callado—. Una.

Mi voz comenzaba a subir de tono.

—¿Sabes en cuántas grabaciones tuyas he estado? —tenía un nudo enorme en la garganta—. En todas.

Suspiré.

—Y aún así, estás en mis agradecimientos —seguí—. Pero ¿sabes qué? Tienes razón, todo esto lo has construido tú. ¡Felicidades! —reí sarcástica.

Relamí mis labios y dejando que el enojo ganara contra mi tristeza, tomé una precipitada decisión.

—No quiero estar con alguien que invalide todo lo que hago, lo siento —dije mirándolo a los ojos—. Si todo esto te lo has ganado tú, recibe tus premios solo y vive tus logros solo.

Salí de la habitación con la adrenalina a tope. Bajé rápidamente las escaleras, tomé las llaves de mi auto y me fui lejos de ahí.

fendi;gabito ballesterosWhere stories live. Discover now