6: Honestidad

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Los dedos de Mikasa se deslizaban suavemente por las teclas del enorme piano de cola, mientras una suave sonrisa se instalaba en sus labios. Cada nota resonaba en la enorme sala de estar con una delicadeza embriagadora, mientras se sumergía por completo en la melodía que dibujaba una sonrisa maravillosa en su rostro mientras tocaba. En su mente, el rostro de Eren emergía con una claridad asombrosa. Recordaba vívidamente su cita con él, la manera en la cual habían estado sentados en aquella cafetería durante horas antes de ponerse de pie y caminar por el parque más cercano, compartiendo risas gracias a las tonterías de aquel castaño. Recordaba el intercambio de miradas cómplices y cómo, a pesar de que no habían hablado de temas profundos y trascendentales, Mikasa había sentido una conexión especial con Eren. La emoción inundó su corazón cuando recordó la promesa que le había hecho al joven de volver a encontrarse con él, el jueves en el museo.

La pelinegra suspiró encantada ante la idea de verlo nuevamente.

– ¡Esa es una melodía muy hermosa! –Interrumpió una voz.

Mikasa se sobresaltó y golpeó bruscamente las teclas, aterrada. No obstante, su corazón, repentinamente acelerado, se tranquilizó cuando se encontró con la mirada burlona de Sasha.

– ¡No vuelvas a hacer algo así! –Reprendió Mikasa con pavor histérico.

– ¿Pasó algo este fin de semana? –Preguntó Sasha divertida, ignorando la reprimenda de Mikasa, quien sintió cómo sus mejillas se teñían de un profundo color escarlata antes de encogerse de hombros.

–No, nada en especial.

– ¿En serio? Porque saliste el sábado por la tarde y te veías bastante emocionada al volver. Es como si Cupido te hubiera flechado.

–Por favor –la pelinegra resopló–. Sasha, estoy casada –le recordó a regañadientes, aunque su corazón latía violentamente contra su caja torácica.

– ¡Y muy mal casada, diría yo! –afirmó Sasha con amargura. Mikasa le dio una mala mirada–. ¿Me dirás qué sucedió? –Agregó sonriendo inocentemente.

La pelinegra apretó los labios con fuerza. Sasha era su mejor amiga y sabía que podía confiar en ella... pero no, con que Falco lo supiera era más que suficiente.

–Solo estoy un poco feliz, ¿no puedo estarlo?

–Sí, solo que no entiendo por qué tan de repente.

–Bueno, Floch se ha comportado muy bien últimamente.

– ¡Pero si ha llegado ebrio casi todas las noches y jamás está en casa! –Señaló Sasha indignada–. ¿Cómo puede ser eso 'portarse bien'?

–Ha sido un buen esposo –mintió Mikasa.

Sasha frunció los labios, sin dar crédito a las palabras de su mejor amiga, pero sin querer presionarla, se limitó a encogerse de hombros.

Altschmerz (EREMIKA)Where stories live. Discover now