5: Acercamiento

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— ¿Por qué tardaste tanto en decidir darme el teléfono de tu tía? —Preguntó Gabi con amargura mientras se comía un paquete de frituras.

El rubio dejó escapar un suspiro con la mirada perdida en el horizonte más allá de la cerca del patio trasero del colegio. El viento jugueteaba con mechones de su cabello, mientras el sol de la tarde derramaba tonos dorados sobre el paisaje. Falco cerró el libro que reposaba sobre sus piernas, apartando la mirada de sus notas para enfocarse en su amiga. Con un gesto comprensivo, dejó el libro a un lado y se volvió hacia ella.

—No tardé en decidir —se defendió Falco—. Lo decidí tan pronto como me lo pediste y me dijiste para qué lo querías, solo... quería esperar.

— ¿Esperar a qué? —Preguntó la castaña refunfuñando mientras tomaba la mano de Falco con fuerza.

—Que mi tía viniera a casa.

– ¿Por qué?

–Creo que a tía Mikki le gusta tu tío —admitió el rubio.

Gabi soltó una exclamación ahogada.

— ¿¡Estás bromeando conmigo!?

—Bueno, no estoy cien por ciento seguro, pero cuando le mostré la foto de tu tío en la playa, te juro que estaba babeando —dijo Falco.

— ¡Eso es una buena noticia! Te juro que mi tío Eren me tiene harta. No deja de repetirme que le consiga el número de "ese bello ángel".

Falco le envió el contacto de su tía Mikasa a Gabi.

—Tienes que decirle que tu tío escriba después del mediodía. Mi tía vendrá y quiero ver su expresión cuando reciba el mensaje de Eren.

La castaña sonrió victoriosa y asintió con fuerza antes de abrazar a su mejor amigo, entusiasmada.

—Dalo por hecho.

–Sólo... bueno, tengo un pequeño problema –admitió Falco a regañadientes–. Mi tía Mikki está casada.

Gabi dejó caer su mandíbula al mirar a Falco, con una mezcla de enojo y decepción. Sus ojos marrones centelleaban por la ira que guardaba en su interior y, sin dudarlo, le propinó un fuerte empujón al rubio, quien cayó de la rama con un golpe seco. Por fortuna, un montón de hojas amortiguaron su brusca caída.

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