4: Huida

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– ¿Quieres dejar esa cara de amargado? –Sonsacó Zeke con irritación mientras observaba como Eren se escondía en la cocina.

–Odio las fiestas infantiles –se quejó el castaño cruzándose de brazos.

–No es una fiesta infantil, Eren. La casa está llena de adolescentes –corrigió Zeke con tono de reproche.

Eren resopló, dejando escapar un suspiro exasperado.

–Peor aún. Detesto a los adolescentes que no son Gabi. Son caprichosos, groseros y muy irritantes.

Zeke levantó una ceja, irritado por la actitud de Eren.

–Deberías sentirte cómodo con ellos. Tienen mucho en común contigo.

Eren lo observó con irritación, preparado para rebatir, pero antes de que pudiera abrir la boca, Zeke lo tomó firmemente del brazo y lo arrastró hacia la sala de estar. La música estruendosa y las risas resonaban en el aire, mientras Eren se veía envuelto en la multitud de adolescentes que llenaban la casa. Eren observó a los jóvenes riendo y bailando, sintiéndose como un extraño en medio de la animada multitud. La música estridente y las risas resonaban en sus oídos en un tono molesto. Sin embargo, su mirada se detuvo en Gabi, quien estaba en el centro de la habitación, radiante y feliz en su fiesta de cumpleaños. La vio con su vestido nuevo ondeando al ritmo de la música, su cabello suelto bailando alrededor de su rostro sonriente. En ese momento, toda la amargura y la incomodidad que había estado sintiendo desaparecieron, reemplazadas por una cálida sensación de felicidad al ver a su sobrina disfrutando de su día especial.

Cuando Gabi notó la presencia de Eren entre la multitud, su rostro se iluminó aún más y corrió hacia él con los brazos abiertos.

–¡Tío Eren! –exclamó Gabi, abrazándolo con fuerza–. ¡Estoy tan feliz de que estés aquí!

Eren le devolvió el abrazo con cariño, sintiendo cómo se disipaba todo su estrés y cansancio.

–Estoy feliz de estar aquí, Gabi –respondió, besándole suavemente la mejilla–. ¿Me presentarás a esa persona especial que querías que conociera?

Gabi hizo un puchero, sacudiendo la cabeza con decepción.

–No ha llegado todavía.

–Estoy feliz de estar aquí, Gabi –respondió Eren, besándole suavemente la mejilla–. ¿Me presentarás a esa persona especial que querías que conociera?

Gabi hizo un puchero, sacudiendo la cabeza con decepción.

–No ha llegado todavía.

Eren frunció el ceño.

Altschmerz (EREMIKA)Where stories live. Discover now