Eva parpadeó saliendo de sus pensamientos.

―Buenas tardes ―dijo y atisbó hacia la puerta de Brad que estaba cerrada―. ¿El señor Roberts está aquí?

―Bradley está en su oficina ―replicó la mujer y Eva alzó las cejas.

¿Bradley? ¿Tan pronto lo llamaba por su nombre de pila?

―¿Está ocupado? ―replicó y antes de que la otra pudiese abrir la boca, se corrigió a sí misma―. ¿Está con alguien?

―Está solo, pero si quieres hablar con él, necesito que me des un minuto para comprobar que puede recibirte ―murmuró la joven poniéndose de pie.

Eva la miró de pies a cabeza evaluando su diminuto vestido negro, tan corto que rayaba la indecencia, muy parecido a aquellos que ella había utilizado cuando quería seducir a Bradley.

Inmediatamente supo que esa mujer pretendía lo mismo, al igual que todas las que habían estado antes. No había una mujer en esa empresa que no quisiera pasar al menos una vez por los brazos del heredero y estaban más que dispuestas a hacer algo al respecto cuando se les presentara la oportunidad.

―No es necesario ―masculló dando un paso adelante―. Si no está con alguien más, seguro que puede recibirme.

La secretaria le dedicó una mirada altanera.

―Eso lo veremos, ¿no te parece? ―murmuró de malhumor empezando a caminar hacia la puerta.

Eva le dio dos segundos de ventaja y luego la siguió, hasta que, cuando la otra joven abrió la puerta e intentó cerrarla en sus narices, extendió un brazo para impedírselo.

―No puedes entrar aquí de esa forma.

―¿Qué está ocurriendo? ―oyó preguntar a Brad y Eva sintió que se le detenía el corazón.

¿Qué hacía ella allí? ¿Por qué había insistido en buscarlo si no tenía idea de qué decirle?

Se había acercado por impulso y se había quedado allí en gran parte por celos, aunque tenía que reconocer, unos celos completamente fuera de lugar.

Pero ahora no había modo de huir, así que haciendo acopio de valentía, dió un paso hacia adelante asomándose hacia la oficina e interrumpió las quejas que le estaba dando esa mujer a Brad sobre lo grosera que era esa persona ―Eva― que estaba en la puerta.

―Hola ―dijo sin alzar la voz.

Brad se levantó enseguida.

―Puedes retirarte ―pronunció él haciendo callar a su secretaria.

La joven cerró la boca de inmediato y se lo quedó viendo como si no pudiera comprender la orden.

―Pero...

―Ahora ―sentenció Brad y Eva no fue capaz de quitar sus ojos de él para ver la reacción de la otra mujer, que terminó cediendo y se marchó cerrando la puerta detrás de ella.

―Lo siento ―pronunció sin moverse―. No debería haber irrumpido de esta forma, fui un poco grosera.

Brad negó con la cabeza y dio un par de pasos para colocarse delante de su escritorio y apoyarse en él.

―No importa, no estaba haciendo nada relevante. ¿Necesitas algo? ¿Has tenido algún problema con mi abuelo?

―No, solo... ―balbuceó ella y empezó a acercarse muy despacio mientras pensaba qué decir ―. La verdad es que paré en este piso por costumbre y no pude evitar acercarme. Me llamó la atención que te hayan asignado una asistente tan pronto.

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