Thirty-Three. Visitas necesarias

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—Estaremos al pendiente de eso—asegura Leeseung tras salir de la sorpresa. Jimin le acaricia le cabello a Jungkook con ternura—. Por el contrario, más seguro que lo acompañes. Él cae ante los sedantes aun, tú no. Sí hay algún problema, debes sacarlo de la forma en que sea. Rompiendo todos los muros y matando a todos quienes aparezcan en tu camino.

Jungkook asiente. Necesitaba el permiso expreso. Quizá así, Jimin no se lo impida.

—Les daré un par de collares con cámaras a cada uno. Son indetectables por los sistemas de ASCAR. Llevo semanas probándolos.

Jimin toma el de Jungkook para ponérselo en el proceso, el da un par de besos en los labios y le sonríe. Le arregla el cabello y saca los labios—: tenemos que arreglarnos bien. Es un lugar muy elegante al que vamos. —Jungkook asiente sumiso y Leeseung rueda los ojos.

Ya puede asumir que clase de ropa se pondrá Jimin.

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Jungkook vigila a todos alrededor. Distintos olores, colores y reacciones. Todo dirigido hacia ellos. Sabe quiénes se fijan en Jimin, así como sabe quiénes se fijan en su persona. Jimin lo arregló: le peinó el cabello hacia atrás, le puso pendientes bonitos y un collar; un suéter de tortuga negro y ajustado, totalmente adherido a su pecho; pantalones de vestir al igual que los zapatos y un abrigo azul oscuro.

Jimin viste de negro y dorado. Siendo un voluminoso vestido negro mate, una abertura en V que deja expone la pequeña y coqueta curvatura de su pecho. Un abrigo de piel felpuda y blanca que le da más volumen. Rostro maquillado, un piercing en el labio y pintura roja para hacerlos lucir más grueso. Los zapatos le dan un poco de altura, pero no la suficiente para estar cercano a la magnitud de Jungkook. Que erguido, es incluso más alto de lo normal.

Se mantiene tomado al brazo de Jungkook, sacando de entre su vestido el permiso que Seokjin le dio firmado. La recepcionista y los de seguridad no tienen más alternativa que dejarlos pasar. Aunque ellos dos son de los criminales más buscados del país. Tan reconocible por el rostro y los ojos que brillan con fuerza propia.

— ¿No te gusta esto cariño? —pregunta Jimin virando la cabeza hacia él. Sonriendo emocionado—. Es como si fuésemos los dueños de este lugar.

— ¿Quieres ser el dueño de una empresa?

—No, que aburrido, me gustaría estar con el dueño de una empresa—Corrige risueño—. Y tú pareces el dueño. Por eso es divertido—informa y Jungkook asiente con la cabeza—. Aunque tú y yo no estamos hechos para algo así... ¿No crees? —Las puertas del ascensor se abren y suben. Jimin recuesta la cabeza en el hombro de Jungkook—. Nosotros somos demasiado libres como para ceñirnos a algo como esto. Somos solo un perro muy grande y un gato muy lindo ¿No crees?

—Podemos hacer lo que queramos—opina Jungkook en voz baja, viendo a un lado. El edificio es casi enteramente de cristal, por lo que se pueda ver el cielo, los jardines interminables, el estacionamiento. Aves, flores. Todo un paraíso—. Somos dueños de nosotros mismos. Es lo que más vale... al menos para mí lo hace.

—Ay, pero cariño—Jimin lo toma de la car para que lo mire—. Tú no eres dueño de ti mismo... eres mío—aclara en un susurro, teniendo que levantarse de puntas aun en sus tacones de aguja y suela roja—. Eres mi lindo perro—Lo besa en la nariz, dejando una ligera mancha de pintura—. ¿Acaso lo olvidas?

—No... pero... Estar contigo es lo más libre que podré estar nunca. Se lo que realmente quiero. Por eso considero que sí soy dueño de mí mismo.

— ¡Que tonto eres! —dice Jimin dando pequeños saltos, riendo de emoción y alegría por igual.

A veces Jungkook lo confunde, pero no lo disgusta. Es parte de esa dinámica que sostienen como pareja. Jungkook lo besa en la frente y las puertas del ascensor se abren. Jimin abraza con más fuerza el brazo de Jungkook, expectante por cuál será el siguiente evento perfecto del día. Jungkook se la ingenia hacer que se divierta más de lo que debería.

Algunos empleados que pasan no pueden evitar la inquietud por verlos. Al confianza con la que andan, aceptar que son una amenaza y al mismo tiempo, la más bella calamidad que pueda presentarse. Jimin abre la puertas de la oficina de Seokjin y abre los ojos de par en par, dejando caer la sonrisa por un momento.

—Oh, ya llegaron. No espere que fuese tan temprano.

Jungkook gruñe, tomando a Jimin del brazo con apenas discreción. Seokjin se levanta de que asiento, apartándose el cabello que se le venía a la cara. Se aproxima con las manos tras la espalda y una sonrisa creída hacia Jungkook. Jimin ladea la cabeza y marca aun puchero.

— ¿Qué haces aquí tesoro? No me avisaste que vendrías.

—Fue una visita sorpresiva nada más. No estaré más que unas horas—informa Seokjin y Jimin asiente con la cabeza—. También pensé que apreciarías que te muestre todo el edificio. Para no perderte.

—Tengo buen sentido de la orientación. No hace falta, en realidad, pero ¡Si insistes! Por qué no—Gira hacia Jungkook—. ¿Verdad? —Jungkook asiente, sin dejar de mirar hacia Seokjin—. ¡Bien! Primero quiero ver lo que te dije en tu computador. Puedes hablar conmigo o con Kookie mientras lo hago—notifica pasando junto a él—. Será-

Jimin chista a Jungkook, impidiendo que haga algo a Seokjin. Lo ve propenso a morder, siendo que muestra los diente y colmillos. Seokjin niega con la cabeza, habiendo tomado a Jimin con brusquedad del brazo.

—Primero a mostrarte el edificio y luego de eso, verás mi computador... no pensé que eso te emocionara tanto.

Jimin sonríe un poco más.

—Para nada, pero para eso vine hasta acá. Necesito la información de tu ladrón.

—Después lo ves. Por ahora.

Jimin sabe que debe seguirle la corriente. No solo por la alianza, sino por los comandos de voz en la oficina. Si Seokjin grita de dolor o hace cualquier comando, podría bloquearse la información. Tiene que darle paso a Jin primero. Ya puede ver que esto, será fastidioso de lidiar. En el peor de los casos, Jungkook si tendrá que ayudarlo a salir corriendo de aquí.

Black Cat | KookMin || BOOK 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora