Viajero Perdido - [Cinco y T/n]

Cap. XV: Venganza.

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No iba a permitir que nadie mas volviera a siquiera tratar de pisotearla. Haría lo que fuera para que ella pudiera vivir con libertad, y para protegerla. Incluso si eso conlleva arriesgar mi propia libertad.
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Habían pasado varios días del baile. Y para las personas al rededor de la princesa se les hacia extraño verla tan contenta. 

Pensaron que seria gracias a que había encontrado a alguien la noche anterior.

Ilusos. 

La princesa tenía una grata sonrisa cuando recordaba el beso de hace unos días. Y aun mas al recordar a quien había besado.

Por parte de Cinco, él estaba muy... Pacífico.

—¿Esta planeando matarnos?

Klaus recibió un manotazo por parte de Vanya quien le reprendió:

—Solo parece feliz. Eso es bueno. ¿Cuándo fue la ultima vez que sonrió tan sincero?

—Vanya tiene razón —apoyo Miriam—. Solo parece relajado. No lo conozco hace mucho, pero no lo había visto sonreír ni una sola vez así.

Los ojos de los presentes seguían a Cinco. Quien daba vueltas de aquí allá buscando comida. 

Parecía que el hambre había vuelto a su sistema.

Allison rodeo los ojos y salió del lugar.

—Oigan ¿y Luther? —cuestionó Vanya al ver que el chico no estaba.

—Creo que fue al campo —respondió Miriam colocando una mano en la pierna contraria—. Lo vi hace un rato.

La contraria sonrió tímidamente.

—Oigan. Si hacen cochinadas dígame para irme.

—¡Klaus! —gritaron ambas.

—¿Que? Digo, si se toman tanta confianza como para tocarse, solo no toquen sus...

—¡Ya basta! —gritoneo su hermana.

—Ya, ya. Me voy.

Cuando Klaus salió del lugar y fue cuando Miriam aclaro su garganta.

—Eso... fue raro.

—Lo se...

Un silencio incómodo fue puesto cuando ambas se dieron cuenta de que estaban muy cerca.

—V-voy, voy al huerto —tartamudeo Miriam.

Y con eso desapareció.

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Luther se recostó bajo un árbol que cubría los pocos rayos del sol gracias al otoño. Con un suspiro, fue dejando que sus pensamientos se perdieran en el suave murmullo de las hojas movidas por el viento que caían a su lado.

Cerró los ojos y el rostro de Sloane se materializó en su mente. Ese bello rostro que se aseguro de recorrer mas de una vez. Cada detalle y cada sonrisa nerviosa, estaba grabada en su memoria.

Entre suspiros, Luther se preguntaba qué estaría haciendo Sloane en ese momento. Se imaginaba su risa, su mirada, y se preguntaba si ella también estaría pensando en él. La sensación de querer estar junto a ella lo invadía, haciéndolo desear más y eso sin duda lo asusto.

Y era entendible, toda su vida estuvo enamorado de Allison, incluso cuando ella se caso... entonces ¿podría volver enamorarse así de fuerte?

En eso otro pensamiento se cruzo por su mente.

¿Y si nunca fue amor?

Vamos, era un chico de trece y catorce años. No salía, no tenia vida social y hacia todo lo que Allison le pedía, incluso, si ella le hubiera pedido que se fuera a la luna de nuevo lo hubiera hecho sin pensar.

Mientras el sol se ocultaba en el horizonte, Luther permanecía sumido en sus pensamientos, contemplando el destino incierto de su ¿amor? por Sloane y preguntándose si algún día tendría el coraje de dar el siguiente paso hacia su felicidad. Sin embargo la realidad le cayo como un balde de agua fría.

Él no pertenecía ahí.

Y en su tiempo, Sloane no existía o al menos nunca la había visto.

—¿Joven Luther? —de pronto, una voz lo saco de sus pensamientos deprimentes.

Al alzar la mirada se encontró con la dueña de sus dudas. Con su habitual sonrisa.

Con su corazón latiendo con fuerza ante su presencia, se levanto rápidamente del suelo y le regalo una sonrisa nerviosa mientras lucha por contener sus emociones.

—Hola, Alteza —saluda con voz temblorosa, tratando de ocultar su evidente nerviosismo.

Sloane le devuelve el saludo con una cálida sonrisa, y en ese momento, Luther se da cuenta de lo mucho que le gusta estar cerca de ella. Cada palabra y cada gesto de Sloane lo hace sentir vivo de una manera que nunca había experimentado antes.