—Seiya... —susurró Saori, con la respiración agitada, esa que provocaba un cosquilleo en la piel del aludido.

—Saori... no sabes cuanta falta me haces, cuanto te necesito —dijo Seiya contra los labios de Saori y fue ella quien finalmente terminó de acortar esa mínima distancia indeseada para los dos y sus labios colisionaron después de tanto tiempo.

Por inercia sus ojos se cerraron debido al disfrute de eso contacto tan íntimo. Aquellas bocas deseosas se estaban acariciando y sin prisa chocaban una y otra vez, provocando sonidos chasqueantes que resonaban en las cuatro paredes de la casa de Sagitario, pero eso solo aumentaba las sensaciones satisfactorias que ambos estaban compartiendo.

Seiya se acercó más, mientras llevaba su mano a la nuca de Saori, y ejerció más profundidad en el beso, sus bocas se abrieron más y al fin sus lenguas se encontraron para hacer que esa electricidad los recorriera de pies a cabeza. Las sensaciones aumentaban de intensidad, las respiraciones eran más fuertes, resonantes.

Era evidente que aquel beso ya no era tan tierno como el anterior, estaba adquiriendo hasta cierto salvajismo. Seiya paseaba sus manos a lo largo de la espalda de Saori y apretaba con desesperación su cintura y ella sonreía en medio del beso, haciendo saber lo mucho que le gustaba estar así con él.

Ya no pudo analizar nada más, Seiya se dejó caer a la cama con lentitud, sin despegarse de la boca de su amada, ella abrió los ojos pero los volvió a cerrar, dejándose llevar por la fuerza de gravedad para quedar sobre él, ahora el contacto y roce entre sus cuerpos se sentía mucho más ¡Era una locura excitante!

Cuando al fin se separaron para tomar un poco de oxígeno, Saori se elevó un poco con sus manos para contemplar al hombre que tenía debajo de ella. Mientras jadeaban no podían dejar de verse, el silencio entre ellos era tan cómodo, ese idioma sin palabras era algo que ambos disfrutaban también.

Por alguna razón, a Seiya se le hizo tan familiar aquella imagen de Saori viéndolo desde arriba. Claro, esa sensación que recordaba no era en una cama, pero recordó haber tenido a Saori así sobre él, pero, quizá solo era una propia impresión o en definitiva algo había acontecido con ella en alguna vida pasada, no lo tenía claro, pero lo que más le importaba en ese momento era tenerla allí con él en la privacidad de su casa.

Era alucinante la sensación suave de la tersa anatomía de Saori sobre la  de él. Su vestido blanco de tela delgada dejaba el beneficio de explorar la suavidad de su nivea piel y desde esa perspectiva, el escote le daba una vista perfecta de la parte superior de sus redondeados pechos que inevitablemente tenía muy cerca.

Las pupilas de Seiya se dilataron y solo se limitó a morderse el labio con deseo, realmente se estaba conteniendo de hacer todo lo que en realidad deseaba. Sabía que amar a Saori tenía sus estrictas limitaciones.

Sin aviso, Seiya tomó el rostro de ella y la atrajo hacia él. Ese beso se hizo presente otra vez, pero aún más deseoso que antes.

Saori no podía evitar moverse sobre el cuerpo de Seiya, quien no pudo resistirlo más y sus manos se deslizaron para trazar las curvas de ella, descendieron a lo largo de su espalda, pasando los límites de su cintura hacia donde pudo sentir sus caderas y por fin tocaron los perfectos y torneadas atributos de ella, quien parecía agradada y con ese sutil gemido que se escapó de su garganta fue el detonante para que él apretara esa zona con frenesí y así presionar a Saori contra su entrepierna.

La sensación de su cálido cuerpo contra el suyo lo volvía loco. Sus manos que masajeaban lo prohibido sentían aquel cosquilleo ansioso de atravesar la fina y molesta tela de ese vestido para saciar en su totalidad aquel deseo que lo mataba lentamente, pero aunque solo un par veces pudo hacerlo con más libertad, siempre había sido en los momentos en que ella daba esa luz verde para esos juegos de caricias... y un poco más.

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⏰ Letzte Aktualisierung: Mar 24 ⏰

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