Mentira

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El silencio se hacía presente a pesar de la muchedumbre que se encontraba congregada en aquel lugar boscoso y recóndito del santuario. Seiya rápidamente soltó las manos de Saori y se puso de pie, con la frente en alto y la mirada desafiante, pero en ningún momento soltó palabra alguna, prefirió esperar a que Saori respondiera la pregunta que le había hecho el Patriarca Dohko.

Saori entreabrió los labios, pero simplemente no había excusa que valiera. Lo que Seiya había dicho de último delataba sus sentimientos por ella, y el hecho de que, tanto su rostro como el de Seiya estuviesen enrojecidos, un tanto hinchados en el área de los ojos, pero sobre todo, humedecidos con las lágrimas que no tuvieron tiempo para secar, solo era una reafirmación de lo verídico de aquellas palabras salidas del corazón enamorado del santo de Sagitario.

—Este... —musitó June, pero fue ignorada por todos, en especial por Dohko.

—Athena, ¿acaso no escuchó, o quiere que repita la pregunta? —Dohko se cruzó de brazos, con indicios de una gran desesperación e incertidumbre.

Saori dio un par de pasos más cerca de la muchedumbre. Pudo ver la sorpresa que cada uno tenía al haberla encontrado en una escena así con Seiya. Aunque muchos otros no se veían sorprendidos en absoluto, al contrario, ella sabía muy bien que sus amigos de Bronce conocían al menos un poco sobre el tema.

Tatsumi era la excepción, porque él nunca aprobaría que Saori tuviera algo con Seiya aunque ella fuera una joven adinerada ordinaria. La boca del ex mayordomo era un espectáculo: Sus ojos abiertos como platos, sus cejas levantadas que arrugaban su frente y la boca en extremo abierta. En definitiva él estaba anonadado y decepcionado, pero eso tenía a Saori sin cuidado. En cambio el incomprensivo Patriarca era otro asunto.

—Sí... Escuché perfectamente, Patriarca Dohko —Saori vio de soslayo a Seiya, quien se había colocado justo a su lado sin bajar la mirada al Patriarca—. Déjeme decirle que esto que está viendo es real.

El santo de Aries se había llevado una mano a la frente y se limitó a observar de manera silenciosa. «Sabía que este día iba a llegar», pensó y la impotencia se hizo presente al saber que, a pesar de todos sus esfuerzos, no pudo salvar a Athena de aquella confrontación con el Santuario entero.

—¿Cómo así? ¿Podría ser más específica, por favor? Quiero saber cada detalle. Todos estamos ansiosos por su explicación —el Patriarca dio un paso al frente.

Saori sentía una presión en el pecho y su corazón no daba para más, así que trató de acomodar un poco la situación para poder rescatar un poco la reputación de Seiya, y la de ella.

—Escuchen... —Saori endureció la mirada—. Yo soy la causante de esto. He arrastrado a Seiya a esta situación, él no lo deseaba, pero yo soy su diosa y se vio obligado a prestarse a este juego por obediencia, nada más que eso. No tengo más que decir.

La tensión acrecentaba y todos habían escuchado aquella confesión de Athena. Seiya volteó consternado y molesto hacia ella, no podía creer la información que había llegado a sus oídos, pero eso hizo que su pecho ardiera de indignación.

—Saori, ¿pero, qué demonios estás diciendo? —inquirió viéndola a los ojos, aunque ella no le devolvía la mirada—. A mí nadie me obliga a hacer nada, nunca. Las cosas no fueron así y lo sabes ¡No mientas, por favor! —su respiración incrementó. Volteó a ver al Patriarca con el ceño fruncido—. Yo soy tan responsable como ella. Y me atrevo a decir aquí, frente a todos, que esta situación no me asusta en lo absoluto, al contrario, estoy más feliz que nunca desde que Saori y yo...

—¡Por todos los cielos, esta es la quincuagésima vez que rehacemos esta escena!  Perdóneme el tono, gran Patriarca, su eminencia, pero es que estamos a distiempo. La obra teatral es en una semana. Puede ver el libreto si quiere —June mostró un folleto viejo y los nervios la invadieron, ya que todos la voltearon a ver consternados.

Antes del amamecerWo Geschichten leben. Entdecke jetzt