Capítulo 22: Elegir el grupo, una difícil decisión

3 0 0
                                    

Tardaron una hora y media en llegar, ya que las cargas pesaban tanto como ellos mismos y avanzaban a ritmo de tortuga. Bajaron a las minas y cuando la puerta del ascensor se abrió fueron recibidos con cálidos abrazos. Sin embargo, la gente no tardó en darse cuenta de la intrusa, es decir de Marilyn.

-¿Quién es ella?. -Gritó un chico.

-Tiene aspecto de obsidiana.-Dijo un señor cabreado.

-Punto número uno, los obsidianos no son enemigos, punto número dos Marilyn nos ayudará con la misión, y nos ha dado comida para todos.-Dijo Emily.

Al escuchar el final de la frase, el ambiente hasta ahora tenso y triste, se lleno de felicidad y alegría, además de esperanza.

-Acercaos, os daré un paquete de comida a cada familia, cogeré el paquete sin mirar la bolsa, así que lo que os toque os tocó, a no ser que seáis alérgicos, y por supuesto se puede y se debe compartir, pero no pelearnos por la comida. Por favor, acercaos un miembro de cada familia.-Dijo Emily a sus conciudadanos.

Poco a poco se formó una cola en frente de Emily, que tenía las bolsas bajo sus pies, una a cada lado. En media hora lograron repartir toda la comida y ahora la gente se hallaba agrupada por familias, saciando el hambre y con un mejor ánimo. En total habían repartido cinco paquetes de galletas, veinte latas de frutas que se entregaban de dos en dos por ser "menos" que lo demás, diez latas de atún, cinco de sardinas y dos onzas por familia de las cinco tabletas de chocolate que les había regalado Marine. Es decir que las treinta familias del pueblo quedaron abastecidas. Emily se alegraba de ver a su pueblo sonreír de nuevo, aquello le dio las fuerzas que necesitaba para seguir adelante con el plan, plan que distaba de ser perfecto, y quizás, era mejor así, que les ayudase el factor sorpresa.

-Deberíamos irnos ya si queremos estar en un buen lugar donde acampar esta noche.-Le avisó Marcus.-Si partimos ya llegaremos al "Valle de las Estrellas" a una buena hora para armar el campamento.

-¿Valle de las Estrellas?. -Preguntó Emily algo asombrada.-Que nombre tan curioso.

-Ya lo veréis esta noche y lo entenderéis, ahora ha llegado el momento de elegir a los que nos acompañaran en este duro viaje.

-Sí, después de volver a revisar la lista y darle un par de vueltas creo que lo mejor será: Marylin, Angélica, Priscilla, Alfred y yo, Fernán, mis padres, Paúl y el señor y la señora Tresus.

-¿Los Tresus?. -Preguntó Alfred que se había acercado hacia unos segundos y escuchaba la conversación.

-No son tus Tresus, son los Tresus de nuestro valle, es decir, de nuestra aldea.-Le aclaró Emily.

-A vale.-Se tranquilizó Alfred, quien tan solo en pensar en las largas charlas sobre cotilleos de actualidad de la señora Tresus se le había alterado el corazón.

-¿Todos ellos son útiles para algo?.-Preguntó serio Marcus, quien no podía negar que su vida en el palacio le había dejado huella en su carácter.-No cargaremos con más bocas que alimentar innecesarias, tenemos poca comida.

-Yo creo que si lo son, Angélica es muy buena corredora, podría venirnos de perlas en una emergencia, Marylin claramente se viene con nosotros, Priscilla consta de una altura bastante pequeña y es bastante delgada, así que en determinado momento podría colarse por algún sitio útil, Alfred y yo vamos por razones claras somos los creadores de este plan, Fernán es una enciclopedia andante y eso podría venirnos muy bien en situaciones de emergencia en las que debamos ser inteligentes, mis padres llevan diez años trabajando en una mina y sus brazos son tan fuertes que podrían lanzar flechas a veinte metros, Paúl es un tipo fuerte y audaz, es mi amigo desde la escuela y se que nos viene muy bien para la misión, en cuanto al señor y la señora Tresus nadie conoce mejor el bosque que ellos. Así que sí, bajo mi punto de vista todos son útiles.

-Diría que llevar a Priscilla, a Angélica y a tus padres es una decisión más afectiva que razonable.

-Yo digo que son útiles, quizás tu visión de utilidad y la mía son distintas.

-Se vienen.-Dijo Alfred apoyando a su novia.

-Vale, hay que ver que testarudos sois los dos. Anunciadlo entonces.

Emily alzó la voz y los aldeanos, que ya sabían lo que eso significaba, levantaron la mirada y clavaron sus ojos en ella.

-Nos marchamos ya, sabemos quiénes nos gustaría que nos acompañase y lo diremos, si alguien de los nombrados no quiere ir no le obligaremos, tampoco quiero que nadie se cabree por no estar en la lista, entended que no podemos ir todos. ¿De acuerdo?. -Anunció Emily convincente pero sin perder la amabilidad.

-Sí.-Se alzaron algunas voces.

-Bien, los elegidos son: Marilyn. Angélica, Priscilla Flower, Marcus Irvin, Fernán Robin, el señor y la señora Flower, el señor y la señora Tresus, Paúl Lore. ¿Alguien no quiere ir?, ¿Alguien considera que verdaderamente puede aportar algo a la misión?.

A la primera pregunta no hubo respuesta, a la segunda sí.

-Yo, quiero ir, soy el mejor luchador de la zona.-Dijo Stefan, asiendo alago de sus músculos.

-No todo en la lucha se basa en ser fuerte, la inteligencia también importa.-Le aclaró Emily, que se llevaba muy mal con el chico desde la infancia debido a su gran ego y sus aires de galantería.  "También es importante la inteligencia cosa de la que careces", se dijo Emily para sus adentros.

-Bobadas, todos saben que soy el mejor luchador, y muy inteligente.

Definitivamente el ego de Stefan nunca cambiaría.

-Que se venga.-Dijo en voz baja Marcus.-Yo lo veo útil.

-Pongo en tela de juicio tu concepto de utilidad.-Le susurró Emily desafiante.

-Si tus padres vienen el también.-Fue la tajante respuesta de Marcus.

Así, aquel variopinto grupo salió de las minas con intención de dirigirse al gran arsenal, pasando primero una noche en el campamento.

Emily, Alfred y el LuminisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora