El señor Flower y la señora Flower se acercarán serios a la pareja una vez se habían asegurado de que las pequeñas estaban ya dormidas.
-¿Sabes ya lo de Pola?.-Aprovechó para preguntarle Emily a su madre.
-Sí, nos lo ha contado Priscilla. Y también como la rescatasteis.
Emily a estas alturas de la conversación ya se había percatado de que Priscilla les había echo ya parte del trabajo contándoles la historia.
-Bueno, supongo que sabéis también como nos conocimos Alfred y yo.
-Lo sabemos todo hija.-Añadió su padre severo.
-Bien, ¿Qué os parece?. -Se atrevió a preguntar Emily.
Durante el silencio necesario para que el señor Flower se pensara bien la respuesta, Emily y Alfred se miraban nerviosos y sus corazones latían a tal ritmo que parecían querer escaparse corriendo de los chicos.
-El chico es obsidiano.-Añadió dubitativo el padre.
-Sí señor.-Le confirmo Alfred algo asustado.
-Y sin embargo a venido hasta aquí a salvarnos avisando a la población. Muchacho eres muy valiente, inteligente y sabio. Has desafiado tus raíces con valentía, has desafiado todo lo que sabías y has arriesgado tu vida por mi hija. Además, si no fuera por ustedes dos, y vuestra relación, ninguno de nosotros hubiera estado aquí vivo en este momento. Me parece que tienes toda mi admiración y respeto muchacho. En cuanto a ti Emily, no imaginas lo orgulloso que estoy de todos tus valores.-Les comunicó orgulloso y amable.
Emily le sonrió a Alfred y este se sonrojo y le devolvió la sonrisa. De repente un chillido interrumpió la conversación.
-¿Qué ha sido eso?. -Se asustó Emily.
Priscilla acababa de tener una horrorosa pesadilla y ahora se hallaba tumbado en el suelo con los ojos como platos y casi sin respiración.
-¡Lo he visto!. -Chilló asustada.-He visto el exterior. He visto el reino. No quedaba nada, solo una gigantesca nube de polvo y me he sentido tan, tan mal que mi corazón dejo de latir unos segundos.
-Tranquila.-Le decía Emily entre caricias.-Estamos a salvo, además no sabemos exactamente que ha pasado.
-¡No, no lo estamos!. -Gritaba poseída por el temor.-¡No existimos, todo se ha ido!. No tenemos a dónde volver porque ya nada existe, ¡Todo se ha esfumado!.
-¡No digas eso!. -La reprendió Emily.-¿Acaso no me ves, dirías que yo no existo?. ¿Dirías que el señor Fernán no existe, que Angélica no existe, que nuestras hermanas no existen?.
-No, ellos siguen con nosotros. Pero las demás aldea no fueron avisadas, muy pocos habrán podido salvarse.-Le respondió angustiada.
-Un pueblo no es solo las casas y las calles que lo forman. Lo más importante de un pueblo son sus habitantes, mientras ellos existan el pueblo existe. El pueblo sigue aquí, solo a trasladado su hogar. Mira a tu alrededor y dime, ¿No ves a los habitantes de la Aldea de los Álamos?.
-Los veo.-Respondió Priscilla algo más animada.
-Pues ahí tienes a tu pueblo Prisci, ahí tienes a tu pueblo.-Animó a su hermana y también a sí misma sin saberlo.
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La noche transcurrió sigilosa y en un eterno luto, dando paso a la mañana. Todos los habitantes se habían congregado en una misma planta para dormir y ahora había llegado el momento de salir de las minas. Tomaron la decisión de salir en grupos de 50 personas y que cada grupo debía estar fuera solo un rato, una vez que todos vieran la situación deberían acordar como continuar con sus vidas. Emily, Alfred, Pola y la familia Flower fueron los primeros en salir, todos habían estado de acuerdo, pues sin ellos no seguirían vivos.
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Emily, Alfred y el Luminis
FantasyEmily es una joven aldeana de 18 años, con una imaginación ilimitada y un amor a la naturaleza aún mayor dispuesta a cambiar las cosas. Desde hace mucho tiempo mientras en el reino de Solaris, la gente trabaja sin cesar para morirse de hambre a caus...