Capítulo 19: Sin lugar a dudas, no estoy lista

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Terminada la comida y el postre, regresamos a la sala de videojuegos para ver una películas de dibujos animados. Marco preparó palomitas y todos, como locos, devoramos el manjar con mantequilla. Me recosté sobre el colorido sillón y dejé que la película me hiciera olvidarme de los nervios que sentía por Julián y el enorme golpazo que se había llevado la noche anterior. -Anna.- irrumpió Sweet en la habitación, tendiéndome mi celular con ternura -Te escribió Julián.- a toda máquina, me levanté del sofá y corrí hasta ella. -Tranquila, peque. Toma.- me lo dio y sonreí. Revisé mis mensajes y me encontré con un mensaje del mencionado pelinegro. 

De: Julián Amador

Para: Anna Torres

¡Hola mi pequeñita! Estuve dormido todo el día por el medicamento, pero ya me siento mejor. Mañana voy a la Guarde por ti, espero que te estés portando bien. Te amo, bebé.

Al leer el mensaje, no pude evitar sentir un gran alivio y, a la vez, una inmensa felicidad. Pensar en que vería a Julián mañana -un día antes- me aliviaba el corazón. -¿Está todo bien, pequeña?- me preguntó Sweet, a lo que asentí y le mostré el mensaje -Me alegra mucho que Julián esté bien... Anoche te vi muy preocupada por él.- asentí y la abracé, inundándome por su potente fragancia con aroma dulce, como a rosas. -Tranquila, mi niña. Lo importante es que Julián ya está bien. ¿Te dijo cuando volvía?- le sonreí -Me dijo que mañana viene por mi.- la mujer me devolvió la sonrisa -Me alegra, mi niña. Te soy honesta, me duele que te vayas un día antes... Eres una niña muy dulce y me gustaría pasar más tiempo contigo.- tragué saliva, nerviosa -No quiero que me mal entiendas... Lo que pasa es que siempre quise tener una bebé, tan preciosa y tan linda como tú. La vida no me permitió tener hijos, pero he tenido muchos bebés hermosos a quiénes cuidar.- me sonrió y me dio un rápido beso en la frente -Ahora, vuelve a la sala con los niños, pequeñita. Iré a preparar las tinas para cuando termine la película y puedan tener una rica rutina nocturna. Le sonreí, devolví el celular y corrí hasta encontrarme con los demás viendo la película. Marco me sonrió y me mostró un sitio a su lado, invitándome a sentar con él. Me dio un biberón y cerré mis ojos mientras veía la película entre sueños. 

***

-¡Julián!- grité fundiéndome con él en un tierno abrazo. -¿Cómo estás?- pregunté nerviosa al observar su pómulo hinchado y amoratado. -Estoy bien, princesa. Te extrañé mucho.- me dio un beso en la mejilla y me tomó de la mano con fuerza, como si tuviera miedo de que lo soltara -Gracias por cuidar a mi bebé, Sweet. Gracias hermano, eres el mejor.- sonrió a mis dos cuidadores y se fusionó en un gran abrazo con ambos. -Despídete, mi vida. Ya vamos a casa.- me acerqué a ambos y les planté un gran beso en la mejilla a cada uno -Sigue siendo tan buena como lo fuiste, pequeña. Recuerda que aquí siempre tendrás un lugar seguro para ser tu misma.- dijo Sweet y me tendió una paleta en forma de sonaja a manera de despedida -Espero verte pronto en el diamante de juego, peque.- me sonrió marco y me dio un beso en la frente para luego darle las mochilas a Julián. -Niños, despídanse de Anna, ya llegaron por ella.- los chicos se acercaron uno por uno y me abrazaron. J.C. no pudo evitarlo y soltó un par de lágrimas al despedirse de mi -Nos veremos pronto, J.C. eso te lo prometo.- le sonreí y el chico me abrazó aún más fuerte -Mañana viene papi Homero por mi... Le pediré que nos veamos.- asentí y le permití abrazarme unos instantes más. -Adiós Anna... Fue un placer conocerte.- me dijo Eric, formando una cálida sonrisa y dejándome un beso en la mejilla, cerca de la comisura de los labios. Con la cara roja como un tomate, me giré hacía Julián quien sonreía al verme tan feliz. -Bueno, vayamos a casa.-

Durante el trayecto a la enorme mansión de Julián, el pelinegro me contó todo acerca del juego que sí había podido disputar. -Yo te vi en la tele... Me asusté mucho cuando el pitcher te pegó.- el pelinegro sonrió sin desviar la mirada del camino. -Así es este deporte amor... Nunca nadie te pegará con la intención de lastimarte, o bueno, no deben querer hacerlo, jaja.- sonrió con amargura y continuó manejando -¿Quieres decir que alguien podría pegarte porque tenga que hacerlo?- el chico afirmó y me dijo -Algunas veces hay entrenadores que tienen malas intenciones... Algunos piensan que si lesionan a un jugador ganarán una cierta ventaja. Afortunadamente, en este caso el equipo salió victorioso y nos traemos la victoria a casa.- poco convencida con su explicación, asentí y me removí unos minutos sobre mi silla -¿Te duele mucho?- el pelotero soltó una risa y me miró por el retrovisor -Un poco... Pero me dolía más estar lejos de ti, mi pequeñita.- me sonrojé y miré por la ventana -Oye... ¿qué sucede entre tu y el chico rubio de ojos azules?- al saber que hablaba de Eric, mi estómago comenzó a revolverse al instante -¿Eric?- asintió y frenó cuando el semáforo marcó la luz roja -Sólo es un amigo que conocí en la Guarde.- el pelinegro sonrió con malicia -No creo que él sólo quiera ser tu amigo.- dijo con cierta posesión en su tono -Pero él es mi amigo.- dije, aún sabiendo que ese chico hacía que mi estómago se retorciera. -Supongo que en algún momento tendré que dejarte crecer, mi vida.- me sonrió y continuó su marcha dejándome pensando sola... ¿Acaso estaré sintiendo algo por Eric? ¿Acaso me enamoré?

La pequeñita de papáWhere stories live. Discover now