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Jungkook se moría por follar a su Omega. Después de su descubrimiento esa mañana, todo lo que quería hacer era tumbarlo y hacer que se corriera tan fuerte, tantas veces que quedara arruinado para cualquier otra persona. Quería inmovilizar sus muñecas sobre su cabeza y observar cada expresión de placer que cruzaba su rostro mientras lo tomaba con fuerza, tal como sabía que le gustaba a Jimin, la forma que hacía que su espalda se arquease y los dedos de los pies se curvaran. Él y Jimin habían pasado el día en el pequeño nido frente a la chimenea, viendo películas, abrazándose, besándose y durmiendo la siesta. Fue honestamente uno de los mejores días de la vida de Jungkook. Ahora que por fin había sacado la cabeza del culo, podía apreciar plenamente a Jimin y la forma en que lo hacía sentir, sin que el velo húmedo de la negación nublara su percepción. Su atención estaba reservada sólo para su Omega. Su hermoso y perfecto Jimin que era tan exquisito que no podía apartar la vista, ni siquiera viendo las películas que habían.

"¿Estás listo para tu regalo de Navidad?" Preguntó Jimin, mirándolo desde su lugar en su regazo.

"¿Está en mi regazo? Porque estoy listo para desenvolverlo". Jungkook respondió, deslizando una mano por debajo de la suave camiseta blanca de Jimin y haciendo que el Omega soltara una risita.

"No, no está en tu regazo... bueno... sí está. Pero tienes que esperar".

Jungkook se desplomó de nuevo contra el sofá con un gemido.

"He estado esperando todo el día... Creo que te gusta torturarme. Te has vuelto cruel en tu pre celo, Minnie". Dijo Jungkook y dio un dramático suspiro, haciendo reír a Jimin y el Alfa lo miró divertido.

"Tal vez lo haya hecho, pero dejaré que seas tú quien juzgue una vez que recibas tu regalo".

Jimin se puso de pie y se alejó del Alfa con una sonrisa. Se apresuró hacia la pequeña pila de regalos cerca de la puerta que iban a llevar a Busan que no habían querido dejar en el coche. Escogió el regalo de Jungkook del montón, envuelto en papel plateado brillante, atado con un lazo rojo, lo cogió y se lo llevó a Jungkook. El Alfa tomó el regalo y Jimin se hizo a un lado mientras lo abría.

Jungkook arrancó el papel de la caja y se sorprendió al encontrar dos cajas dentro, envueltas juntas. La de arriba tenía escrito con la pulcra letra de Jimin. "Dame esta caja". Jungkook la cogió y miró a Jimin que tenía las manos extendidas. Jungkook le dio la caja con una risa y miró la segunda caja.

"¿Se me permite abrir esta caja?" Preguntó Jungkook con una risa.

"Sip".

Jungkook abrió la segunda caja para encontrar dos pares de esposas de cuero rojo. Pero lo extraño de ellas era que parecían demasiado grandes para las pequeñas muñecas y manos de Jimin. Se preguntó si Jimin quería sus piernas atadas y estas eran para sus tobillos. Miró a Jimin con una pregunta.

"¿Esposas?"

"Sí. ¡Oh! Espera. ¡Ya vuelvo!"

Jungkook vio como Jimin desaparecía en la cocina y volvía rápidamente, llevando una de las sillas de la mesa de la cocina y poniéndola en el centro de la sala de estar, frente a la gran televisión. El Omega le hizo un gesto para que se acercara.

"Ven aquí. Siéntate... Ah y trae las esposas".

"Bien..." Jungkook dijo e hizo lo que Jimin le pidió, tomando las esposas y sentándose en la silla.

Las cejas del Alfa se alzaron cuando Jimin puso una de cada esposas alrededor de las muñecas de Jungkook y luego esposó los otros extremos a la silla, sin permitir que sus manos se movieran más allá de los lados de sus caderas. Su polla ya se estaba poniendo dura mientras observaba a Jimin y veía la expresión de lujuria del Omega. Automáticamente quiso estirar la mano y tocarlo, pero cuando fue a hacerlo, sus manos atadas no se lo permitieron.

Bebé Vainilla - KookMin OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora