Capítulo XVII - Adiós al Ángel de la Muerte.

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—No quisiera tener que hacer esto, Azrael... —Dijo Deirieri con voz apagada mientras sostenía en sus manos la vara de cristal negro que Azrael le dió—

"Y cuando llegue el momento..."

—Sabes que no hay otra manera, es así como debe ser, mi linda Pureza. —sonrió con tranquilidad—

"... cuando el falso rey haya caído..."

—Eres cruel, Azrael... Pudiste dejar que te odiara... —Habló con seriedad mientras lo miraba—

"... se levantará el dador del eterno descanso..."

—La vida es cruel, pero yo siempre estoy al final de ella... —vio a Deirieri sin dejar de sonreír mientras el poder de Lucius estaba terminando de ser absorbido por él—

"... para recibir el descanso que se le negó con crueldad, otorgado por la única pureza... "

—Entonces yo seré quien aguarde al final de la tuya... —Empezó a dejar fluir por su cuerpo una gran cantidad de maná—

"... aquella que no conoce límites de amor..."

—No falles... Mi linda Pureza.... —seis alas blancas salieron de su espalda, su cabello se desvaneció hasta dejar una corta cabellera dorada—

"...aquella que sin serlo es más humana que el mismo dolor."

Una batalla empezó a tomar forma entre las nubes, con una abismal diferencia de poder mágico. Deirieri había recuperado su forma alada, al igual que si inmenso maná. Y aún así no era rival para el ser en el que Azrael se había convertido.

Narra Deirieri

Yo atacaba con todas mis fuerzas, usando todo mi poder mágico, pero Azrael no me permitía asestarle ningún ataque, era imposible, no con ese nivel, era simplemente imposible ganarle, Azrael era un ángel, y yo... ni siquiera podía llamarme a mi misma "humana".

Azrael levantó  dos dedos y una ola de maná directo del cielo impactó contra mi cuerpo, haciendo que me estrellara contra el piso, era lo suficientemente poderoso como para matar a un humano normal, pero gracias a mis dotes angelicales sobreviví. No podía rendirme ahí, estaba herida, llena de sangre, pero seguía de pie.

Abrí mis alas otras vez, sin importarme la sangre cayendo por mis mejillas o mis huesos rotos; volví a subir en busca de Azrael quien me esperaba con una sonrisa siniestra. Extendí la vara de cristal que tenía en mis manos mostrando su verdadera forma, una guadaña. La misma que Azrael había utilizado por generaciones para llevarse las almas de los mortales, un regalo que me ayudaría a acabar con su vida.

Continuamos peleando, pero nada bastó... Era demasiado fuerte para mi, era el fin... Ahora Azrael se llevaría toda la vida que había en la Tierra por culpa de mi incompetencia...

—¿Así que esto es todo lo que tienes? —Dijo tomándome por el cuello mientras me levantaba por encima de su estatura— Quizá no debí poner mis sueños y esperanzas en las manos de un títere.

Sin esperar respuesta me lanzó desde el aire con una fuerza inhumana estrellandome otra vez contra el piso, esta vez ya no me quedaba fuerza, mi poder mágico se había agotado, este, era el fin...

Narra Bram

Todo era oscuridad...

—Capitán Bram, despierte, por favor... —escuché la voz de Odette y poco a poco empecé a sentir el calor de su maná—

—Qué... ¡Deirieri! —me reincorporé rápidamente pero el dolor en el pecho se hizo presente—

—Capitán Bram, por favor, no se esfuerce, ya está bien, solo debe descansar un poco. —Siguió administrandome maná curativo, sin duda Deirieri la había entrenado bien—.

Entre Sangre y Sombras (Black Clover) - Segunda Parte Where stories live. Discover now