Capítulo VIII - Antes del ahora

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Hay mucha nieve... Es el día más frío en la historia de todo el reino, al menos desde que estoy con vida, nunca había presenciado un día con tanta nieve, es decir, en este reino es normal que los inviernos sean largos, pero este año el invierno es mucho más duro que otros.
Mis hermanos no están, como siempre, dichosos ellos que pueden estar libres por ahí haciendo lo que les plazca.
Solo estoy yo conmigo, y con él...

Cómo siempre, me acerco a la ventana a ver el paisaje blanco, todo cubierto de nieve, la tierra, los árboles, las rocas, todo. Sin embargo, había algo inusual, un rojo intenso en la nieve; pensé que podría ser algún animal herido, así que decidí ir y ver si era así, y tener algo para cenar, pues al estar en esta silla de ruedas no puedo hacer demasiado y esta era una oportunidad para no sentirme tan inútil.

Arratré mi silla de ruedas hacia el exterior, no pensaba estar mucho tiempo fuera de casa, pues soy un hombre débil y seria terrible si me enfermara justo ahora.

Seguí el rastro de sangre a duras penas, pero lo que encontré no fue ningún animal; en la nieve estaba lo que parecía ser una mujer, tenía una capa con capucha, toda ella estaba vestida de blanco y manchada de sangre, aparentemente estaba herida. A como pude me la llevé al interior de la casa y la recosté en mi cama.

Era una mujer joven, rubia y de una piel bastante pálida, realmente una belleza sobre humana. Sus facciones eran delicadas, pero no pude observarla por mucho tiempo, pues sus ojos se abrieron de repente, no parecía molesta o asustada, sus ojos eran de un color amarillo bastante puro y aún así su mirada era inexpresiva.
Se sentó en la cama y me observó detenidamente.

—Ah... Estabas herida en la nieve y te traje hasta aquí... Yo... —No tengo la menor idea de que estoy diciendo, pero casi al instante decide hablar—

—Ya veo, te lo agradezco, eres un humano muy considerado —sonrió de una forma despreocupada— Dime ¿que edad tienes?

Me quedé un momento confundido, la forma de decir las cosas era muy extraña, de cierta forma, aun así decidí responder.

—Ah... Tengo 17 años, yo... —me interrumpió—

—¡Pero que buena edad! —dijo muy animada— y que me dices del otro que está contigo, es bastante puro...

—¿Q-qué dices? —es imposible que sepa de él—

—Si, del alma que está adherida a la tuya; esto si que es un caso realmente especial, nunca había conocido a un humano como tú —seguía bastante emocionada—

No dije nada, estaba bastante sorprendido y confundido por esta mujer. De pronto la vi ponerse de pie y quitarse su capa, lo que me dejó, bueno, nos dejó todavía más sorprendidos. De su espalda sobresalian un par de alas con plumas blancas, lo cual me dejó sin palabras.

—Te lo agradezco, gracias a estas comodidades pude recuperar maná y desaherceme del veneno que me impedía curarme —soltó una risita mientras daba vueltas alrededor de la habitación y su sangre se desvanecia de su ropa blanca—

—¿Qué... Eres? —se me escapó decir mientras la miraba—

—¿Hu? ¿Qué soy? —se quedó quieta y me miró con una ceja alzada— Pues me parece que es muy obvio lo que soy ¿no lo ves? Soy un ángel

¡¡Y lo decía como si fuese lo más normal del mundo!!

—¿¡UN ÁNGEL!? Pero... Vaya, no pensé que fuesen reales —dije pensativo—

—Pues claro que si, soy más real que todo en el mundo —dijo haciendo una reverencia qué a mi parecer era un poco burlezca— No necesitas presentarte, ya sé todo de ti, y aunque te agradezco la hospitalidad, ya debo irme.

Entre Sangre y Sombras (Black Clover) - Segunda Parte Where stories live. Discover now