-Nunca creí que ibas a besarme o abrazarme en el hospital, Camz. –Me dijo con una risa, y en ese momento me daba igual dónde estuviese.

-Doctora Cabello, tenemos un problema. –Me limpié las lágrimas y como pude me di la vuelta con el rostro serio. –No le encontramos la vena a un paciente. –Parpadeé mirándolos. Eso ya era el colmo de la inutilidad. Los dos hermanos hijos de no sé quién, que estaban conmigo sólo por ser 'hijos de'.

-Estáis despedidos. Los dos. –Dije sin más, mientras ellos se miraban. –Podéis recoger vuestras cosas de la sala de descanso, ahora. –No sabía ni dónde iba a encontrar dos enfermeros para recomponer el equipo pero, lo haría. Los vi desfilar por el pasillo y suspiré, girándome hacia Lauren. –Siento que hayas tenido que ver eso.

-Estoy cachonda. –Susurró mirándome y le di un golpe en el hombro rodando los ojos, pero la abracé por la cintura porque había echado de menos aquellas idioteces que siempre decía.

-¿Ves al chico de la habitación? –Lauren levantó la mirada un poco y asintió, volviendo a mirarme a mí. –Me ha pedido que salga con él a cenar.

-¿Y qué le has dicho? –Ella frunció el ceño y ladeó la cabeza, acariciando mi mejilla.

-Que a mi prometida no le gustaría. –Una sonrisa se formó en sus labios y se inclinó para volver a besarme.

-Sí.. Y no le gustó. –Negó riendo.

-Tengo que buscar dos enfermeros más. –Suspiré y en ese momento Dinah pasaba por el pasillo. Me quedé mirándola y la cogí del brazo. –Eh, eh, Dinah.

-Qué. –Ella frunció el ceño mirándome y sonrió al ver a Lauren. –Hey Lauren, Mila te echaba de menos.

-Olvida a Lauren. Sé que hiciste la carrera de enfermería, y, te necesito.

-¿Quéeeee? –Se alejó un poco de mí para mirarme.

-Dinah, por favor. Cobrarás más, Dinah. Y dejarás de ser la recepcionista. Y y.. Trabajarás conmigo. –Ella entrecerró los ojos mirándome.

-Hecho. Pero quiero dos días libres a la semana. –Se cruzó de brazos delante de mí.

-Dinah, nosotros libramos los fines de semana. –Ella entreabrió los labios y me abrazó, provocando que yo soltase una risa.

-Soy tuya, soy toda tuya.

Y desapareció por el pasillo. La mano de Lauren se puso en mi cintura y me apoyé en ella, y no sabíamos quién de las dos estaba más cansada.

Tras cambiarme, -que era básicamente quitarme la bata de color blanco- me subí al coche con Lauren, y sin duda la había echado de menos. Hacía demasiado frío aquella noche, tanto, que los cristales del Porsche estaban empañados hasta que Lauren puso la calefacción que me hizo entrar en calor.

-¿Cómo salió todo? –Pregunté con una sonrisa, la misma que se le dibujó a Lauren en la cara.

-Muy bien. Al final construiremos un nuevo hotel en Moscú. –Giró el volante y dejó que este se deslizase entre sus dedos.

-Felicidades, cielo. –Acaricié su nuca con los dedos y ella seguía conduciendo, bajo mi mirada.

-¿Te compraste el vestido? –Lauren puso una de sus manos en mi muslo, y se giró a mirarme.

-Sí.. –Dije bajito, acariciando sus dedos suavemente.

-¿Es bonito? –Preguntó arrancando mirando al frente, sin soltar mi mano un segundo.

-Es precioso, Lauren. No puedo esperar a que lo veas. –Dije con una sonrisa, y ella cogió mi mano para besarla antes de llegar a casa.

Al entrar, Lauren soltó un suspiro y vi que ya había estado aquí para dejar la maleta. Cerró los ojos y yo me acerqué para acariciar su cuello, bajo la atenta mirada de sus ojos verdes. Los tenía algo rojos, y a pesar de eso, seguía sonriendo.

room 72; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora