Capítulo 24

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Fiorella

—львица, tu hombre loco te está buscando— me dice Svetlana entrando en la habitación que ocupamos Maxi, Ayax y yo en la otra mansión del señor Sergei, la anterior la están remodelando.

Soltando un suspiro tomo a mi bebé en brazos, estos dos días han sido un infierno. Ni siquiera los días en la Fosa me mataron tanto como el dolor por ver al grandote de esa manera.

Madonna Santa mi pobre Jennifer está devastada, eso no es bueno ahora que tendrá un bebé. Quizás un mini Henry. Los rusos han sido un gran apoyo en estos momentos, le doy gracias a mi nona por poner en mi camino a personas tan increíbles.

El camino fue duro, fue doloroso y fue difícil, pero aquí estoy, no me han derribado. Lucrecia no ganó y jamás lo hará.

Él que no llevó bien ese tema fue su hijo Dominic, es entendible. Jamás imagino que su propia madre sería capaz de hacer todo esto, incluso presenció el “intento de boda” con su propio nieto.

—Ya salgo, solo termino de vestir a Ayax— la rubia baja la vista hasta mi pequeño, la sonrisa más tierna que le he visto aparece en su rostro.

—Es tan hermoso— observo como su sonrisa flaquea cuando ve el collar que le obsequió—El futuro de este pequeño guerrero está más que claro, dominará el puto mundo.

Observo a mi pequeño de ojos únicos, es difícil creer eso ahora, es solo mi bebé, cuando sus pequeños ojos de encuentran con los míos siento que quiere decirme algo.

—Creo que está de acuerdo con tus palabras, Svetlana— digo mientras lo levanto—Vamonos— los tres salimos de la habitación hacia la sala.

Sentado en el sillón se encuentran Maxi y la pequeña Ana. A pesar de todo lo que experimentó la niña se ha comportado con mucha madurez y ha entendido las cosas, estos días deberían de ser de felicidad, ya todos reunidos como familia.

Pero las cosas están muy mal, los socios de los Polacos no están contentos con la masacre hacia su líder, Nicholas me evita a toda costa, Dominic y su esposa no saben que hacer de ahora en adelante. Sergei, Jennifer y Maxi…

Ellos son los que peores están, ver a mi pobre Maxi tan derrotado me duele en toda el alma. Su actitud arrogante y altiva de siempre está quebrantada.

Y Lucrecia, bueno sinceramente no sé dónde la tenga el señor Sergei y tampoco me interesa, lo que hizo no tienen perdón, así que lo que más deseo es que tenga el peor de los sufrimientos. Porque los que nos hizo no lo pagará tan fácil.

—Tengo que regresar a Rusia— me dice informa Svetlana—Cómo sabes, Adriano partió en la mañana, tenemos que ver algunas cosas con un cargamento que viene de Austria— coloco a mi hijo en mi cadera y la abrazo, aunque lo odie.

—Cuídate, tú y Adriano son muy importantes para nosotros— digo—Llámame cada que puedas.

—Lo mismo te digo— besa la cabecita de Ayax—Me avisan si tienen noticias.

Se despide con un gesto de la cabeza de Maxi y de la pequeña Ana. Cuando la puerta se cierra me siento en el sofá junto a ellos.

—¿Por qué nunca abre sus ojos?— pregunta curiosa Anastasia.
Volteo a ver a Maxi y solo esboza una sonrisa pequeña.

—Es algo quisquilloso mi bambino— digo besando su cabecita perfumada, lleva un trajecito de color negro que tiene una motocicleta impresa en su pecho.

—Jenny dice que solo los abre cuando tú o mi primo Maxi están con él— la mención de Jennifer hace que trague con fuerza.

—Te prometo que cuando se encariñe contigo, verás sus ojos— la pequeña asiente con entusiasmo.
Mientras meso a Ayax y me recuesto en el pecho de Maxi, sé que le estamos dando algo de apoyo silencioso. A mi hombre no le gustan las palabras de aliento, así que con tenernos cerca sabe que estamos aquí para él.

Su teléfono suena indicando la entrada de una llamada.

—¿Qué sucede Sergei?— pregunta sosteniéndose el puente de su nariz.
No hemos podido dormir en estas  dos últimas noches, así que los ánimos están por los suelos.

—Vamos para allá— dice al tiempo que Margot entra al salón.

—¿Qué sucede?— pregunta ella.

—Quédate con Ana, no salgan de aquí, tenemos a nuestra seguridad por cualquier cosa— me toma de la mano y aprieta con fuerza—Fiorella y yo tenemos que irnos.

Sin darme tiempo a preguntar nos saca del lugar a toda prisa. Tampoco dice nada cuando me sube a su coche me abrocha el cinturón y coloca a un Ayax muy despierto en su sillita especial.

—¿Me dirás que pasa mi amor?— pregunto cuando arranca y avanza a toda velocidad.

Sin decir nada da un giro en una esquina y en un rápido movimiento estamos frente al lugar que se ha convertido en el número uno de mi lista de odio.

—¿Maxi?— pregunto confundida, saca a Ayax en brazos y luego me toma de la mano sacándome del coche.

En gran mutismo entramos al lugar y subimos por el ascensor hasta el último piso, salimos y lo detengo con toda mi fuerza.

—Ya dime que pasa— digo con un hilo de voz—No soporto este lugar— una lágrima se desliza por mi mejilla, Maxi aprieta su mandíbula y con el pulgar me la limpia.

—Espero no equivocarme— dice dándome un beso en la frente, con miedo observo la puerta que tenemos enfrente. Se muy bien lo que hay del otro lado.

Una sonora risa me hace girar la cabeza y ver a mi hijo extrañada.

—¿Y tú por qué tan feliz?— pregunto viéndolo. El pequeño solo levanta las manos en dirección hacia la puerta. Maximiliam sonríe al ver a su hijo.

—Ese es mi chico— dice abriendo la puerta.

Cuando tengo el valor de enfocar mi vista en el cuarto la misma imagen me golpea.

Jennifer sentada a un lado de la cama, el señor Sergei en una esquina viendo todo con rostro crítico y en el centro del cuarto la cama donde está tendido el cuerpo de mi Diff.

Pero ahora está con sus dos ojos abiertos y una gran sonrisa, la sonrisa que me encanta de él, la sonrisa que me regaló el día que nos conocimos, el día que nos hicimos los mejores amigos.

—Maldito bastardo— dice Maxi cayendo encima de él. Lo abraza con toda la fuerza que tiene haciendo que el grandote suelte un quejido.

—¡Me lo quieres matar de nuevo maldito loco!— grita el señor Sergei.

—¡Fiorella!— grita Jennifer—Dile algo— señala a mi chico grande que sigue abrazando a mi otro chico aun más grande.

Sin responder me arrojo con cuidado encima de ambos y coloco a Ayax al lado del rostro de Diff, para mi sorpresa y de todos mi hijo observa el rostro del grandote y con su dedito pincha uno de los ojos de Diff.

—¡Di!— chilla el pequeño haciendo que todos abramos la boca.

—¡Siiii!— grita el grandote, para alguien que estuvo dos días en coma parece más vivo que nunca—Tu hijo me ama a mí — le dice a Maximiliam.

—¡Pequeño traidor!— le dice Maxi a nuestro hijo.

Siento como las lágrimas salen de mis ojos. Cerrando los ojos doy las gracias a todos los santos de mi nona por esto. Siento unos brazos envolverme, cuando abro mis ojos me encuentro con la mirada de completa felicidad de Jennifer.

—Está aquí— susurra bajito mientras observa a los cuatro hombres en la cama—No puedo creer que mi Diff, esté aquí.

Limpio sus lágrimas con mis pulgares y la abrazo fuerte.

—Cuéntame— le digo al oído.

—Estaba dormida con la cabeza sobre su pecho para escuchar los latidos de su corazón y asegurarme de que estaba con vida— solloza—Cuando escuché que su hermosa voz me susurraba Te amo.

—Ahora todo será diferente— le aseguro—Tomaré todo el poder que tenga para asegurarme de que nuestra familia esté siempre unida— observo a las personas en esta habitación, todos ellos son mi familia, al igual que los rusos y no se quedan atrás Fabiano y Jeremy, ambos han sido de mucha ayuda para mí, pero más para Nicholas, creo que sin ellos el rubio estaría muerto ya.

—Solo debemos de encargarnos de un asunto pendiente— me dice la pelinegra, viéndola a los ojos sé de lo que habla.

—Lucrecia…

Besotes felices en ese poto 💋

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