Prólogo

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El joven contemplaba sus manos con una mirada completamente perdida, en una sostenía un cuchillo ensangrentado y en la otra yacía un arma que anteriormente poseía tres balas en su interior, pero que ahora está completamente vacía, ya nada de eso importaba, el daño estaba hecho, manipulación o no, el joven era consciente que todo lo hizo con un único propósito, complacer a su padre.

-Esto es lo que se tiene que hacer para demostrarle a tus enemigos que los Telnaster no damos segundas oportunidades- dice el mayor colocando la palma de su mano en el hombro de su hijo el cual aún mantiene su mirada fija en sus manos- Me siento realmente complacido con tus resultados de esta noche- El mayor de los Telnaster recorre la habitación donde se encuentran él y su hijo, mientras continua con su escrutinio, un movimiento en la parte del armario que se encuentra al fondo de la habitación captura su atención- Pero al parecer no fueron exactamente eficientes- su hijo por fin despega la mirada de sus manos y observa el rostro decepcionado de su padre- Acordamos tres de tres, no dos de tres, vamos hijo hazme recuperar mi ánimo de antes- señala hacia el armario-Deshazte de tu error, no quiero que me decepciones de nuevo-mientras su padre se retira del lugar donde ambos se encontraban el joven chico decide liberar sus manos de las evidencias que comprueban la pérdida de un pedazo más de su ya podrida alma.

Da paso tras paso en dirección al lugar donde se encuentra la última prueba que necesita superar para que su padre al fin le brinde el mismo trato que a todos los miembros masculinos de su familia.

Desde muy chico siempre ha deseado ser el orgullo de su progenitor y sabe perfectamente cuál es el camino que tiene que recorrer para cumplir ese deseo, en el negocio familiar no existe lugar para las compasiones ni las debilidades, así que con todo esto en mente abre la puerta del armario donde es revelada la última parte de su misión.

Ahí entre las prendas que contiene el viejo armario, el joven chico encuentra a una niña de piel pálida, cabello largo de un tono café oscuro, unos ojos que muestran una profunda triste y un gran miedo, aparte de estar rojos e hinchados por estar llorando, con todo y esas características para el chico no pasa desapercibido el color verde de sus ojos oculto tras las lágrimas de la pequeña.

-Por favor no me lastimes-dice la niña con una voz cargada de miedo al ver al chico frente a ella cubierto de sangre y con aspecto sombrío. El joven no dice nada, no hay por qué hacerlo, sabe que no cumplirá con lo que pide la pequeña-Solo quiero encontrar a mi mami y mi papi- habla la niña apretando con más fuerza un muñeco de peluche que tiene entre sus brazos. 

El chico sabe que eso no es posible, él mismo se aseguró de que así fuera, el tres de tres que le prometió a su padre solo será concluido si termina con la vida de quien tiene enfrente. Entonces si ya sabe que la única forma para que su padre este satisfecho con su trabajo es cumpliendo lo que prometió, ¿Que lo detiene? sabe que su padre no es alguien a quien se puede contradecir, entonces ¿Por qué no lo hace?

-Nunca lo entenderías si te lo explicara-le dice el joven con voz profunda para un chico que apenas está en los doce-Así que no gastare mi tiempo contigo- finaliza el joven chico mientras se acerca a la niña, la cual al ver que este se acerca más a ella comienza a llorar.

-Nooooo-es lo último que se escuchó en aquella casa, fue lo único que necesitaba escuchar el mayor de los Telnaster para estar satisfecho con su hijo y fue lo último que escuchó el joven chico de aquella pequeña quien al llegar a su casa no sabía que ese día terminaría en desgracia.

Los pecados de los padres se pagan con los hijos, ese siempre fue el lema en los negocios de la familia Telnaster, así que no hay por qué sentirse culpable por el acto que acaba de realizar su hijo. Es lo que piensa Charles Telnaster mientras se sube a su coche con sus hombres de confianza encargados de su seguridad.

-¿Todo resultó como deseaba señor?- le pregunta su hombre de confianza a quien considera su mano derecha en el negocio y buen amigo en lo personal.

-Sabes que mi joven león no me falla-responde Charles con un gesto de satisfacción como si masacrar a una familia completa fuera una labor sencilla. En lo que ambos hombres conversan, el joven Telnaster se acerca directo al vehículo de su padre, abre la puerta y se sienta en silencio, su padre da las órdenes a sus hombres de retirarse para posteriormente sentarse al lado de su hijo y darle un fuerte apretón en el hombro.

-No me equivoqué contigo hijo, llevas la sangre Telnaster en tus venas-el chico esperaba que recibir los elogios de su padre harían que se sintiera cómodo con lo que había hecho, pero mientras el auto emprende la marcha en lo único que puede pensar es en los ojos verdes llenos de lágrimas que vio por última vez en esa casa.

Entre más se alejaban de la casa, más pesado se sentía el pecho del joven chico, cuando decidió aceptar este trabajo de su padre, creía que sentiría la adrenalina de la que tanto hablaban los hombres que trabajan para él, esa sensación de gloria de la que tanto alardeaban aquellos sujetos, pero solo siente un gran vacío que no está seguro de poder llegar a llenar.

La noche tormentosa fue testigo de la cruel tragedia vivida por dos familias que jamás regresarían a ser lo que una vez fueron. Presa y cazador se encontraron cara a cara, solo uno sobrevivió, el otro quedó sumido en un abismo de completa desgracia, un dolor tan profundo como miserable, heridas que dejaron su marca fueron hechas, engaños fueron realizados, planes fueron cumplidos, inocencias fueron perdidas y dos personas fueron arrastradas a un oscuro sepulcro.

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