Capítulo 12

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Fiorella

Izquierda, derecha. Izquierda, derecha. La verdad ya ni sé cuantas veces he contado el movimiento del rodillo sobre la masa.

Se siente tan bien. Creí que perdería mi toque en la cocina después de tanto tiempo sin cocinar. Decidí darme un respiro de tantas cosas que me ha estado enseñando Svetlana.

Desde que volvimos de esa maldita Fosa con la ayuda de Adriano, solo me dio un día para "procesar" todo lo que había sucedido y después se encargó de informarme y mostrarme como opera todos sus negocios desde su palacio.

Créeme que no exagero cuando digo que es un palacio. Literalmente su familia se apropio de esta infraestructura hace como medio siglo, ahora le pertenece a los Vasiliev. Observar en primera fila el poder que tiene sobre estos territorios me hacen entender el miedo que sentían por ella en nuestra prisión. Recuerdos claros pasan por mi mente, exactamente el acontecimiento que sucedió ayer.

Termino de colocarme el traje negro a medida que Svetlana solicitó para mí cuando escucho unos toques en la puerta.

—Adelante— digo mientras termino de colocarme mis botas negras. Si soy sincera conmigo misma, me gusta este color. La rusa entra y me da una rápida mirada por todo mi cuerpo.

—Te ves muy bien львица— me dice— Pero no vine a helogiarte— me toma de las manos—Quiero presentarte ante mi gente— durante nuestro tiempo en la Fosa me estuvo diciendo que al salir yo seria su heredera, es una completa locura pero ella insiste en querer que posea todo esto—Recuerda que la lealtad, la verdadera lealtad solo la obtendrás de una manera.

—Haciendo que me teman— le digo, todo lo veo desde un punto más lógico. Infundir el miedo en las personas hace que nunca se les pase por la cabeza traicionarte.

Así es, vamonos— dice saliendo de la habitación que me fue asignada.

Mientras pasamos por los interminables pasillos del palacio hacia el despacho de Svetlana, siento algo de nervios, no quiero que me vean como un enemigo, pero si es necesario ganarme su odio por ocupar este lugar no me importará. Svetlana adora a mi hijo y con su ayuda sé que podré encontrarlo.

Llegamos a su despacho y al entrar un grupo de hombres que me doblan el tamaño están reunidos al rededor de una mesa de manera que dejan los lugares de las cabeceras de ambos extremos de la mesa libres. Svetlana señala el de la izquierda y ella toma el de la derecha.

Todos los hombres se ponen de pie cuando ella se acerca e inclinan la cabeza como señal de respeto.

—Iniciemos sesión— les dice sentándose. Tomo lugar en mi silla y todas las miradas de estos hombres grotescos se posan en mí —Convoque esta reunión de emergencia porque como sabrán estuve ausente por mucho tiempo— les explica con calma—Pero me alegra saber que durante mi ausencia supieron hacer su trabajo junto a sobrino— todos parecen atentos a sus palabras, pero de vez en cuando alguna que otra mirada es dada en mi dirección—Ella es Fiorella Petrucci, mi sucesora— dice como si con solo esa frase todo fuera claro.

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