Post credit 2.

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En el tranquilo y apacible invierno de San Francisco, la ciudad se envolvía en una atmósfera serena y contemplativa. Las calles, normalmente bulliciosas, estaban más tranquilas que de costumbre, con menos tráfico y personas apresuradas. El aire fresco del invierno soplando suavemente por las colinas, llevando consigo el suave aroma del océano y la bruma marina.

El puente Golden Gate, majestuoso y elegante, se alzaba con orgullo sobre la bahía, sus imponentes torres de color rojo anaranjado destacándose contra el cielo brumoso del invierno. A medida que la niebla se arremolina alrededor de sus pilares, el puente parecía emerger de un mar de nubes, creando una vista impresionante.

En la distancia, la isla de Alcatraz se posaba como un guardián silencioso en medio de la bahía. Su figura imponente y austera evocaba un sentido de intriga y misterio, recordando los días pasados ​​cuando la isla era el hogar de una prisión infame. Ahora, envuelta en la bruma invernal, la isla parece más tranquila que nunca, pero de la que una extraña luz brillaba en la distancia.

Sin embargo, en un rincón más apartado de la ciudad, lejos del ajetreo y el bullicio de las calles principales, se encontraba un barrio mucho más tranquilo. Aquí, el silencio reinaba, interrumpido sólo ocasionalmente por el suave murmullo de las ramas de los árboles pelados movidas por la brisa invernal.

Desde una de las ventanas de una casa, Annabeth se sentaba en silencio sobre un mueble en su habitación. Su mirada perdida a través del cristal empañado, observaba las calles cubiertas de nieve y los edificios que se elevaban hacia el cielo gris.

Con una familiar sudadera azul envolviendo su cuerpo, Annabeth abrazaba sus piernas con fuerza, sumida en sus propios pensamientos, mientras sostenía una carta en sus manos. Su expresión era una mezcla de cansancio y concentración, como si estuviera inmersa en un mar de preocupaciones y reflexiones que la mantenían cautiva.

De repente, un golpeteo resonó en la puerta principal de la casa, interrumpiendo su trance. Annabeth parpadeó y se enderezó, sacudiendo la neblina de sus pensamientos mientras se ponía de pie, y dejaba la carta sobre la pequeña mesa, resaltando un enorme escudo en el centro, con las palabras "Academia de arte, y arquitectura."

Sus pies encontraron un juego de pantuflas con las cuales salió de su cuarto. A pasos lentos y calmados comenzó a bajar las escaleras con cuidado, esquivando los bloques de LEGO que adornaban cada peldaño. 

Al llegar a la sala, se encontró con una escena tranquila. Los dos gatos de la casa recostados en el sofá, pero ninguna señal de su padre, su madrastra o sus hermanos.

La casa estaba sorprendentemente tranquila.

Con un suspiro, se acercó a la puerta, acomodando su cabello, y limpiando con el dorso de su mano a un lado de su ojos, antes de abrir. Estaba preparada para recibir lo que fuera que estuviera del otro lado.

-Sí...-

Comenzó a decir, pero se detuvo abruptamente al ver quién estaba parado en el umbral. Su corazón dio un vuelco al reconocer a la persona frente a ella que la hizo temblar.

-Hola, Annabeth.- Saludó Luke Castellan con una sonrisa cansada. -¿Podemos hablar?-

-Imprudente.- "La Maldición del Titan." (Saga Percy Jackson x Oc)Where stories live. Discover now