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En la vida nada puede ser forzado, amistades, relaciones, atención y amor... Las cosas forzadas no valen la pena, lo que fluye, fluye... y lo que falla, falla...
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— Sé que no es de mi incumbencia... ¿pero éstas segura?
— No importa, iré a rescatar al viejo y no olviden que ustedes también tienen que irse. —me preparé como de costumbre arreglando mi maleta— ¿Ya avisaste a toda la gente posible de ésto?
— Lo hice, ya avisé a todos los que conozco para que igual recorrieran la voz, pero aún así no creo que podamos salvar a toda esa gente...
— ... —me reincorporé para verlos a los ojos— Esta bien, las cosas mejorarán tarde o temprano cuando la "restauración" acabe con Eggman, eso se les aseguró —afirme confiada.
— Ya que tú lo dices...
Al final les había contado todo sobre la posible caida de un extraño líquido que convertirían a todos de metal convirtiéndolos en zombots haciéndo que arrasen con la ciudad, al menos ellos y algunos tendrían la oportunidad de huir de ese destino... Al menos eso creía...
— N-no hay tiempo, les recomiendo que se vayan de una vez si no quieren terminar siendo controlados por ese extraño líquido —advertí señalandolos con autoridad.
Ellos asintieron aún no muy convencidos y aunque lo que les había dicho sonara algo ridículo y difícil de creer, también tenían que ser precavidos y confiar en mí.
Los mire por última vez subiendo a un vehículo de montacargas, viendo como partían subí a la parte trasera de una avioneta y en cuanto ascendío por fin continuamos con el viaje, y por supuesto que hiba acompañada...
— ¡Gracias por el aventón, Raider! —grite lo suficiente ya que por el sonido de la hélice no me escucharía bien.
— ¡No hay problema! ¡Llegaremos tan rápido que ni siquiera te daras cuenta! —alardeo con una amplia sonrisa devolviendo enseguida su vista al frente.
Aunque lo conocí hace unas horas es muy fácil llevarse bien con él, además que también fue gracias a él que pude saber exactamente la ubicación en donde se supone que estaría el viejo. Aunque también fue por sus contactos según lo que me dijo él.
Mientras contemplaba la ciudad desde lo alto un sentimiento de culpa me invadía al ver a toda esa gente tranquila, sin preocupaciones...
— ¡Mira, ya casi llegamos! ¡Desde aquí veo tu estatua!
