Capítulo 42. "Segunda herida"

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Un día como hoy, 29 de febrero, nació hace veinte años nuestra querida Rowan. 🤍
En próximos capítulos tendremos su especial de cumpleaños, no se lo pierdan. <3

Luciale.

—¿Por qué estás cubierta de sangre? —cuestiona mi esposa al salir del baño, sus cejas se encuentran fruncidas y tuerce un poco los labios al percatarse de que limpio mis uñas—. ¿Lu?¿Sucedió algo?

Observo su silueta por el reflejo que me devuelve el espejo del tocador frente a mí. Su cabello oscuro se encuentra húmedo, lo que provoca un efecto de aparentar ser más largo de lo que es; sus ojos cafés me sostienen la mirada, con cierta preocupación, a la espera de una respuesta de mi parte.

—Las ejecuté, no es mi sangre —explico para su serenidad antes de chasquear mis dedos para estar limpia en menos de un segundo. No quiero que ella me toque mientras yo estoy manchada de la sangre de personas que la destruyeron en vida—. Nadie volverá a dañarte, Tree.

Sus manos buscan las mías, la calidez de su piel se funde con mi frialdad. Me obliga a voltearme para estar frente a frente, sin apartar su mirada café de mis ojos grisáceos. Las orbes que tanto amo y admiro, que en muchas ocasiones adquieren una tonalidad dorada como señal de que utiliza sus poderes, se mantienen incrédulas al analizar cada expresión de mi rostro en busca de alguna mentira.

Solo halla verdad. Jamás me atrevería a mentirle a la persona que más amo en este mundo.

—¿En serio...? —su tono se oye estupefacto, entrelazo nuestros dedos para acariciar la palma de sus manos con mis uñas. Ella sonríe por el gesto, la tranquilidad que irradia me llena de felicidad. Si ella está bien, yo estoy en paz; si ella es feliz, yo también lo soy—. ¿No las volveré a ver?

—No, mi preciosa estrella —la atraigo hacia mi pecho para depositar un suave beso sobre la cima de su cabeza. Sus delgados brazos rodean mi pecho con cuidado, percibo su respiración más pausada—. Ellas no volverán a tocarte nunca más. Han pagado lo que hicieron en vida y también lo harán después de la muerte.

Soy consciente que dos de sus más grandes temores eran esas escorias que le arrebataron parte de su juventud, de su felicidad y de su vida. Durante diecinueve años vivió en una prisión invisible, rodeada de dolores, inseguridades y miedos, de gritos, insultos y actos violentos. Yo no iba a permitir que dos personas que le robaron parte de su vida, salieran impunes de todo eso.

Todo pecado se paga, ya sea en vida, en la muerte o en ambas.

No me importa quién sea el que haya dañado a mi esposa, pagará y vivirá las consecuencias de sus actos. Porque quién se atreva a dañarla o siquiera pensar en ello, también me hiere a mí.

—Gracias... por todo lo que haces por mí —murmura contra mi cuello, disfruta de inhalar mi perfume. He notado que le gusta bastante, más de lo que yo creía.

—Te amo tanto, Tree —dejo un casto beso sobre su frente, una sonrisa dulce se adueña de mis labios—. Todo aquel que te haya dañado, lo intente o lo piense, será condenado por la eternidad. Eres mi esposa, el amor de mi vida y mi compañera, no permitiré que nadie te hiera. Eres la luz de mis ojos, mi estrella más alta y la dueña de mi corazón, ¿Si? La única a la que mi alma le pertenece y por quien destruiría el mundo si alguien te lastima.

Se aleja de mi cuello para dedicarme una mirada. Sus orbes doradas me contemplan con atención, como si quisiera memorizar cada detalle de mi rostro, cada microexpresión que puedo demostrar y yo no noto. El brillo en sus iris desprende paz, plenitud y seguridad.

Ella se siente segura a mi lado.

Y yo me siento segura a su lado.

Tengo la certeza de que puedo descansar en ella, ser vulnerable, llorar, liberar todo ese control que mantengo en público, ser yo misma, y ella jamás me juzgará. Tree nunca me criticará, solo se sentará a mi lado a acompañarme o a crear un momento inolvidable junto a mí.

Siniestra nebulosaWhere stories live. Discover now